Una nueva oportunidad

Por Francisco Vidal

La indicación de los diputados Jackson y Mirosevic -en el contexto del proyecto de ley que modifica el sistema electoral binominal por uno proporcional- que impide la donación de empresas a las campañas políticas y a su vez la arista política del denominado caso Penta instalan nuevamente en el debate nacional la relación entre el dinero y la actividad pública. Cabe constatar que esta relación entre dinero y política permaneció por décadas en la historia de Chile sin la más mínima regulación y transparencia. Literalmente, desde el gobierno de Bernardo O’Higgins hasta el gobierno del Presidente Lagos, esta relación fue completamente oscura. Ni el Estado ni la sociedad, salvo los partidos y los candidatos, conocían cómo se desarrollaba y organizaba la relación entre dinero y política.

En el año 2003, en el marco de un cuestionamiento a la transparencia tanto a la conducción del Estado como a las campañas políticas -a su vez, derivadas de las aristas judiciales del caso Coimas en Rancagua, del caso MOP-Gate, y de los sobresueldos para las altas autoridades de gobierno-, se abrió la oportunidad de avanzar. El resultado fue un acuerdo de todos los partidos políticos con representación parlamentaria, firmado en La Moneda el 30 de enero del 2003, y que implicó la construcción de una agenda legislativa amplia de reformas del Estado en el sentido de hacer a éste más transparente en la mayor cantidad de ámbitos de acción. Esa reforma fue exitosa y el gobierno de la época y los partidos cumplieron su palabra al legislar y votar favorablemente el conjunto de leyes construidas de común acuerdo. Una de esas propuestas decía relación con el financiamiento de la política, y en particular de las campañas electorales. La negociación entre el equipo político del Presidente Lagos y los principales líderes políticos de la derecha en ese tiempo (Pablo Longueira y Sebastián Piñera) no fue fácil. El planteamiento del equipo político era financiar exclusivamente las campañas electorales por parte del Estado. A su vez, la derecha reconocía ese aspecto, pero lo complementaba exigiendo que tanto las personas jurídicas como naturales colaboraran con dicho financiamiento. Para lograr ese acuerdo, finalmente se negoció, y se concluyó que el financiamiento provendría de tres fuentes: el Estado, las empresas y las personas, con un conjunto de normas que establecían topes y plazos. Así ha funcionado este tema en los últimos 11 años en las distintas elecciones.

Transcurrido más de una década, se pueden observar las siguientes limitaciones e insuficiencias del diseño mencionado anteriormente. En primer lugar, el Servicio Electoral no tiene las condiciones materiales y normativas para fiscalizar el cumplimiento de los topes definidos por la ley para las campañas. Asimismo, se carece de normas inhibitorias efectivas para sancionar a quienes incumplan estas disposiciones legales. En segundo lugar, la competencia en los hechos ha sido desleal. Porque, salvo el aporte del Estado, que se expresa a través de un dato objetivo -es decir, una cantidad de dinero por voto obtenido-, el aporte de las empresas sigue estando concentrado mayoritariamente en un sector político: la derecha. Este desnivel ha ocurrido en todas las elecciones, desde el 2003 a la fecha. Y para muestra, un botón: En la última elección parlamentaria, en noviembre del 2013, las donaciones reservadas de personas jurídicas -es decir, empresas- fueron las siguientes: del total de este tipo de donación, la UDI recibió el 45% de los recursos; Renovación Nacional, el 20; la Democracia Cristiana, el 15%; el Partido Socialista, el 7%; el Partido por la Democracia, el 7%, y para el resto de los partidos la cifra sobrante. La experiencia de esta legislación y sus insuficiencias en materia de equidad y transparencia nos debiera llevar a una nueva propuesta legislativa que implicara, a lo menos, poder de fiscalización efectiva del Servel en materia de extensión de las campañas y de fiscalizar efectivamente los topes respecto de recursos destinados a éstas; eliminación absoluta de la donación de las personas jurídicas -léase empresas- a las campañas electorales y la política en general; sanciones ejemplificadoras para quien viole la ley -por ejemplo, pérdida del cargo si es que resulta triunfador- o devolución del dinero si es que el candidato fue derrotado-, y financiamiento estatal a las campañas electorales y a la actividad política permanente, entre otros temas. Llegó el momento.

X
These kinds of dazzling details endow the idea with the feeling regarding manipulated energy very much like exactly what a high-powered rushing vehicle enhancing around the beginning grid. Jarno Trulli's personal, also in reddish like a dramatic scuff for the clear amethyst amazingly caseback, also accentuates the particular sports heart and fake rolex soul of the model. The combination with the intensive gray with this Cermet bezel as well as the glistening black with the throw carbon dioxide circumstance middle creates a great stylishly subtle and complicated effect.