Por René Jofré en La Segunda
El episodio de los panfletos UDI expresa la impotencia de ese partido al no contar con los votos para detener o morigerar la reforma. El público objetivo de los volantes sería una supuesta “clase media” afectada por la medida. ¿Será la misma clase media que salió a las calles en 2011, motivada por terminar con la pesada mochila de gastos que genera la educación de los hijos? Si ello es así, poca gente recogerá esos papeles.
Las quejas por el alza de impuestos a determinados productos en zonas donde congresistas tienen sus electores es un clásico. Lo extraño sería que no lo hicieran. Otra cosa es el cuestionamiento del presidente de la Cámara a eventuales facultades discrecionales que tendría el SII. La metáfora de la “policía tributaria” tiene un tono más moderno que los ya citados volantes o la fidelización de clientela electoral.
Lo interesante ha sido lo de los empresarios. De las buenas maneras iniciales, han pasado a una ofensiva con bajada de línea y todo, como un partido político, aunque más disciplinado. Ha sido novedosa también la visita a La Moneda, como corresponde a todo grupo social que quiera expresar su opinión a las autoridades máximas del país, alejados varias cuadras del Centro de Estudios Públicos, otrora lugar de este tipo de cónclaves. Las advertencias sobre eventuales costos que tendría la reforma tributaria son las habituales: fuga de inversiones, menor crecimiento, alza en el costo de determinados productos. Nada nuevo. No hace mucho, los gremios asociados al comercio advertían sobre el “desabastecimiento y el caos” que iban a provocar los feriados irrenunciables. Obviamente, nada de eso ocurrió.
En un sondeo reciente realizado a 202 empresarios, un 85% muestra dudas o reparos frente a aspectos del cambio tributario que se propone. Lo interesante es que un 50,5% de esos mismos empresarios cree que una reforma tributaria es necesaria para mejorar la calidad de la educación en el país. Y ese es el punto. La reforma es necesaria. Es en ese cruce que debiera confluir el interés de todos. La educación ya no puede seguir siendo tratada como un bien de consumo.
La Moneda cuenta a su favor con el tiempo, con los votos en el Congreso y con una opinión pública favorable. Según sondeos recientes, una mayoría cree que la Mandataria será capaz de llevar adelante la reforma. Estudios anteriores muestran hasta un 67% a favor de la iniciativa, incluyendo a votantes de centroderecha. Del mismo modo, la pequeña y mediana empresa se han desmarcado del discurso de los grandes empresarios.
Con esta fuerza es que La Moneda ha desplegado una estrategia distinta. En los gobiernos de la Concertación se partía toda negociación pensando en lo que la derecha estaría dispuesta a aprobar. La premisa de hoy es que el punto de partida es lo contenido en el programa que aprobó la mayoría. Como ha dicho el Gobierno, es desde ahí que es posible iniciar cualquier diálogo.