Tomic, "la cocina" y otras hierbas

Por Francisco Vidal

Después del acuerdo en materia tributaria recordé a uno de los dirigentes democratacristianos más relevantes del siglo 20, Rodomiro Tomic, quien en una de sus definiciones más importantes en materia de alianzas, sostuvo: “Cuando se gana con la derecha, la derecha es la que gana”. La historia contemporánea de Chile le dio la razón y quizás el ejemplo más dramático de dicha aseveración lo sufrió la propia Democracia Cristiana en la crisis del 73. El centro y la derecha convergieron en su oposición al régimen de la Unidad Popular. Unos, el centro, para “restablecer la institucionalidad quebrantada”, como lo sostenía uno de los primeros bandos de la Junta Militar. Otros, la derecha, refundó el país aliada del Régimen Militar, legitimó la persecución de su anterior socio y durante 17 años los marginó de su opción: una democracia protegida y modelo económico neoliberal. Cuánta razón tenía Tomic.

Pero toda regla tiene excepciones, y el acuerdo entre el Gobierno, la Nueva Mayoría y la derecha no es un triunfo para la derecha. A lo más, es un triunfo táctico, pero una gran derrota estratégica. Leyendo entrevistas y/o columnas de Jovino Novoa, de Axel Kaiser, de Andrés Benítez y de Hernán Larraín Matte, entre otros, me quedó claro que la derecha, al concurrir al acuerdo, abandonó sus principios en materia de impuestos.

El desafío político del Gobierno para, por otra parte, legitimar el acuerdo tributario ante la ciudadanía que votó por la Presidenta ante la coalición que sustenta el Gobierno, es decir, la Nueva Mayoría, es cumplir con dos requisitos esenciales que el propio ministro Arenas ha comprometido. A saber, recaudar los tres puntos del PIB, es decir los US$ 8.200 millones, así como que dicha recaudación se haga en forma progresiva, es decir, que paguen más los que tienen más. En este aspecto es necesario recordar que el primer proyecto concentraba la recaudación en el décimo decil, es decir, el 10% relativo de mayores ingresos, en el cual por cada 100 pesos de ingreso, dicho decil pasaba de pagar 10 pesos en impuesto directo antes de la reforma, a 23 pesos después de la reforma.

Aún más, el 5% de mayores ingresos pasaba de $10 a una contribución de $27; y aún más, el 1% de mayores ingresos pasaba de $10 a una contribución de $32 por cada 100 pesos de ingresos. Cumpliendo esos dos requisitos mencionados es un triunfo para el Gobierno, la Nueva Mayoría y la ciudadanía que votó por la Presidenta Bachelet, por su programa y por la lista parlamentaria.

El otro gran tema de la semana ha sido “la cocina” del senador Zaldívar. Esa afirmación me permite comprender, por qué el Parlamento y los partidos están en los últimos escalones de la confianza y credibilidad ciudadana. Nada puede haber más lejano a la sociedad chilena de hoy que esa forma de “cocinar”. Quiero advertir que yo también fui un eximio cocinero, pero la vida ha demostrado que es mejor cocinar en la plaza pública que en un subterráneo. Por lo demás, fui testigo de grandes acuerdos en distintas materias, por ejemplo, entre el gobierno del Presidente Lagos y la derecha. La ley de Rentas Municipales II fue acordada entre el presidente de la UDI, Pablo Longueira, y el Ministro del Interior de la época, José Miguel Insulza, en la oficina de este último. Asimismo, la reforma más importante que ha tenido el Estado en las últimas décadas se realizó durante semanas en la sala de reuniones del Ministerio del Interior, en que “se cocinaban” una agenda que reformaba el Estado para hacerlo más transparente. En esa gran “cocina pública” concurrían los líderes de la derecha, a la fecha Longueira y Piñera, y su contraparte el comité político del Presidente Lagos. Digo “cocina pública”, con respecto a este ejemplo, porque los medios nos veían llegar, entrar y más aún, al salir, se argumentaban los avances obtenidos. Estoy hablando de hechos ocurridos hace más de 10 años. La experiencia de este último acuerdo en materia tributaria es que se puede cocinar en espacios públicos, manteniendo las reservas propias de una negociación, pero la reserva no es sinónimo ni de living, ni de cocina privada, ni de baño privado. Ojalá que aprendamos.

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