Por Ricardo Lagos Escobar, en El Clarín
Parece como si todos prefirieran mirar hacia el lado sin afrontar un desafío real: hemos reaccionado con tibieza. Decir que lo de Venezuela es un tema de venezolanos y ellos deben encontrar su camino es una falacia.
Por cierto, lo de Venezuela es un tema que reclama soluciones políticas. Soluciones realistas, pragmáticas y abiertas a superar el momento de crisis, donde tanto los partidarios del gobierno como de la oposición perciban que el escenario nacional les pertenece, que ese país es de todos.
En los setenta y buena parte de los ochenta, cuando las dictaduras campeaban en América Latina, Venezuela fue una isla de la democracia (…). Pero progresivamente se perdió el rumbo, los partidos políticos vieron disminuida su legitimidad, parecía no importar quién gobernara porque las políticas seguían siendo las mismas y la corrupción emergía erosionando las instituciones.
Chávez se convirtió en el líder carismático que el pueblo esperaba. (…) Cualquiera sea la opinión que se tenga sobre la experiencia del “Socialismo del siglo 21” impulsada el Comandante Chávez, cabe reconocer que se propuso avanzar hacia la solución de muchos temas y demandas vivas en la sociedad venezolana.
El Presidente Maduro fue elegido democráticamente y aunque el margen fue estrecho, su opositor reconoció el triunfo. Sin embargo, una cosa es ganar una elección y otra ganar el reconocimiento de la ciudadanía por saber dar gobernabilidad al país.
Hoy tenemos una situación compleja y difícil ante nosotros. Hace más de un año que el dirigente Leopoldo López está en la cárcel y hasta ahora no hay pruebas contundentes presentadas en su contra. (…) La semana pasada el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, un social demócrata a carta cabal, líder político respetado por todos, ha terminado también en la cárcel.
Mientras, la crisis económica es fuerte. La inflación llega al 64%; el desabastecimiento es enorme. (…) Todo esto conduce a que la gobernabilidad del país se pone en cuestión y frente a ello, la comunidad internacional y en particular nosotros latinoamericanos, debemos asumir que nos corresponde ser parte de la solución del problema. No se trata de intervenir en asuntos de otro país, pero hay momentos en que la responsabilidad de proteger, reconocida por Naciones Unidas, obliga a la comunidad internacional a actuar y proponer salidas cuando un pueblo está viviendo bajo condiciones extremas.
América Latina debe dar señales de madurez, demostrar su capacidad de ayudar a uno de los nuestros cuando se encuentra en dificultades mayores. Hoy nos duele lo que ocurre en Venezuela, pero debemos ir más allá: asumir con responsabilidad lo que nos cabe hacer como región. En política el vacío no existe. Si no hacemos la tarea, otros podrían aparecer para actuar ante la crisis.
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