Tiempo de cosechar

Cuenta con mayoría parlamentaria para aprobar casi la totalidad de sus compromisos electorales; el diálogo deja de ser una obligación y pasa a ser una opción política, y el foco de la negociación se traslada desde la oposición a la propia coalición oficialista.

Los partidos que gobiernan constituyen un conglomerado sin proyección de largo plazo definida, unidos por la elección que ganaron y el programa de gobierno que suscribieron. Como nunca antes, el  programa es fundamental. Lo fue en la campaña presidencial y se mantiene como cemento casi exclusivo de una coalición que no termina de cuajar.

Por último, la inscripción automática y el voto voluntario generan un cuadro en que ganar elecciones pasa a ser distinto de generar mayoría social, porque la mitad que vota es movilizada por razones diferentes de la mitad que permanece en su casa, y los triunfos electorales no garantizan mayoría social detrás de los compromisos programáticos de un gobierno.

El año pasado  fue un año vertiginoso porque, ante la sorpresa de algunos actores que aún no asimilaban el cambio de ciclo, la Presidenta Michelle Bachelet tomó al pie de la letra sus compromisos. La siembra ha sido intensa, aunque en un contexto económico más desfavorable que lo previsto, y con una oposición política inerme que entregó el liderazgo de su rol al empresariado, que  dispone de más recursos para movilizar en la batalla por los significados de reformas cuyos resultados nunca son inmediatos.

Este año,  el segundo cuarto del período gubernamental es el decisivo, por ser el último sin elecciones a la vista. Es cuando deben comenzar a aparecer resultados de la gestión y fructificar la mayoría de los cambios legislativos comprometidos. Para el registro, 2014 será el año de la reforma tributaria y 2015 será recordado por la reforma educacional, el fin del binominal, los cambios laborales y el impulso descentralizador.

En 2015 ya no hay espacio para ensayo y error. Aquí se define el éxito del gobierno, que se juega en la construcción de apoyo mayoritario a sus reformas. Porque, a diferencia de su primer período, el último de un ciclo político que terminaba, este gobierno de Bachelet tendrá éxito en la medida que en 2018 los chilenos elijan a alguien para consolidar o profundizar las reformas, y no para revertirlas.

La Nueva Mayoría está obligada a asumir su responsabilidad de convertirse en una coalición de verdad, dejar de ser una articulación directiva en La Moneda para instalarse como tal en todo el territorio nacional, con hábitos y procedimientos para procesar sus diferencias antes de que estallen, y con una explícita decisión de proyección futura. Es necesario para el éxito del gobierno.

Con equipo fortalecido para el cuarto decisivo de su gobierno, la Presidenta Bachelet debe gobernar 2015 como si estuviera en campaña, mostrando tanta  preocupación  por gestionar soluciones a los problemas del presente, como por construir el futuro, poniendo el foco de sus reformas en el beneficio concreto que representan para la gente -como la gratuidad en la educación-, buscando mayoría no sólo en el Parlamento sino también en la sociedad, movilizando a todo su gabinete y a sus fuerzas políticas en la batalla por los significados de sus reformas.

Así, a la siembra igualmente intensa y masiva, podremos agregar el inicio de una fructífera cosecha para este año y los que vienen.

Pepe Auth
Diputado Partido por la Democracia

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