Una difícil situación vive la política chilena desde que se informó sobre la relación que políticos tienen con la emisión de boletas ideológicamente falsas emitidas a distintas empresas con el fin de recolectar dinero para sus campañas.
En el caso del Fraude al FUT se desprendió la arista política, que puso en evidencia lo que muchos temian, que es la relación que hay entre los empresarios y los políticos, que son los que terminan manejando las leyes del país, haciendo a la sociedad más vulnerable a los arreglos entre ambos grupos y los perjudica de manera directa.
Es respecto de este daño que el exministro de Minería, Educación y Obras Públicas, Sergio Bitar, en entrevista con Cambio21 entregó su impresión respecto de lo que afecta a la clase política en la actualidad, los cambios que deberían hacerse y cómo enfrentar esta situación, entre otras cosas. De una estatura ética incuestionable, su parecer es considerado por oficialistas y opositores, como un verdadero hombre de Estado.
¿Qué le parece la situación que vive actualmente la política chilena?
Estamos viviendo un periodo de rezago de la institucionalidad chilena respecto del desarrollo de la sociedad misma.
Nuestro país ha dado pasos permanentes en la línea de fortalecer las instituciones democráticas y elevar la transparencia, ejemplo de ello son los proyectos sobre transparencia enviados en el gobierno anterior de la Presidenta Bachelet, la más reciente ley del Lobby, el proyecto que se envió para castigar con cárcel la colusión. Y en materia de institucionalidad creo que es un gran avance la aprobación de la reforma al sistema electoral.
Sin embargo, la evolución de la sociedad chilena, el aumento de la conciencia de los ciudadanos, la elevación de los niveles educacionales, la expansión de las tecnologías de la información, la autonomía de las personas en su ingreso respecto del Estado, son todos factores mundiales que aquí se están dando con particular fuerza y que exigen estándares de participación, transparencia y probidad cada vez mayores.
¿Qué habría que cambiar para enfrentar esta situación?
En ese contexto del que hablaba, creo que tenemos que analizar lo que está sucediendo, sin desesperarse, verlo como una oportunidad y dar un salto hacia adelante y no olvidar que ese salto tiene que considerar los cambios culturales. No basta con cambios institucionales, administrativos o legislativos, sino que también tenemos que cambiar la forma de ser y eso es parte del proceso.
Respecto de esta crisis ¿cuál cree que son los mayores problemas que se han presentado?
Creo que ha habido una acumulación por su retardo, de la separación entre política y dinero, porque no es un tema nuevo, ya que hemos planteado esto prácticamente desde los años 90 y la derecha mantuvo el cerrojo pensando que el flujo del dinero de las empresas la favorecía a ella y no a la Concertación de entonces y no pensó en el país, con los riesgos de que ellos mismos fueran al final una víctima de las peores por lo que estamos viviendo hoy.
Recién el 2005, quince años después, vinimos a establecer un financiamiento de las campañas electorales y aún no existe un financiamiento de los partidos políticos. Creo que ese es un primer factor importante.
Otro factor es el relativo a los poderes fácticos. En importante medida, por el hecho de que se retardó el cambio del sistema electoral y de la Constitución, permitiendo a una minoría empatar y bloquear, muchos de los cambios que debíamos haber hecho en materia institucional y de democratización, también se fueron rezagando y hasta que se logró el cambio al sistema electoral binominal, no se podían generar en el aparato público y legislativo las mayorías necesarias.
Una tercera razón es el modo de ser, la cultura prevaleciente y la influencia que subestimamos de la imposición del ultra liberalismo en las formas de vida de la sociedad chilena, la valoración del dinero como fuente principal de poder y de prestigio, está patente y no cambia con una ley. Creo que ahí están tres de los factores claves.
¿Quién cree que ha resultado más perjudicado con esta crisis?
Si yo miro a mi país creo que el primer perjudicado es Chile y las instituciones en la medida en que la ciudadanía empieza a desconfiar ya no de un sector político, sino de todos los sectores políticos, no de un partido, sino de todo el parlamento en general y del propio gobierno, naturalmente el peso de las instituciones se debilita si no tiene un sostén.
Si esto se extiende a la Iglesia con los obispos que se les pide que renuncien, a los jueces que se cuestionan, a los militares que se les detectan también algunas irregularidades, claro que se gana en transparencia y se empuja a los cambios, pero hay que enfrentar un tema más de fondo que es la desconfianza en las instituciones.
Entonces, el principal perjudicado en la totalidad, es el sistema democrático chileno y es por eso que en lugar de estar echándose la culpa uno al otro, hay que tener una visión del conjunto y que lleve a todos los actores sociales y políticos chilenos y a todos los empresarios a establecer nuevos patrones de estándares de ética y cambios en las instituciones para que estemos a la altura de lo que viene, porque esto va a ser más fuerte hacia el futuro y además creo que hay problemas que no hemos estado tratando y que van a reventar en lo que viene.
En relación a la arista Penta-SQM que salieron del caso Fraude al FUT, ¿cuál es su opinión?
Las cosas simples revientan porque hay una gota que rebasa el vaso y uno no puede preocuparse de la gota, tiene que preocuparse del vaso.
Felizmente explotan y hay una capacidad de reacción nacional muy fuerte como la que hemos visto. Si aquí la gente dijera “me da lo mismo” estaríamos fregados. En cambio esta reacción permite corregir y, por lo tanto, tenemos que verlo también como una oportunidad, no solamente como un desastre.
Si comparamos con otros países de Latinoamérica, Chile tiene la opción de subir uno o varios escalones en materias estándares y, por lo tanto, proteger más su sistema de la corrupción y de otras amenazas que están ahí y que las estamos descuidando.
¿Usted cree que la solución tiene que darse por las instituciones o un acuerdo político?
Lo primero que tenemos que entender es que lo que hemos visto en estas dos empresas es una práctica habitual de muchos años, no es una desviación reciente, por el contrario, era peor antes cuando no había un mecanismo legal de financiamiento público, toda la política se financiaba recurriendo a recursos privados y, por supuesto, el que tenía más plata propia estaba mejor ubicado. Eso se fue limitando, pero aún existe.
Es muy probable que si uno empieza a indagar encuentre mucho más, más personas que han recibido dinero para las campañas, no sólo parlamentarios, más empresas que lo han dado, porque es una práctica habitual que estaba en conocimiento de todos y que tratamos de corregir, a lo que la derecha normalmente se opuso.
La pregunta es cómo se corrige y cómo se hace transparente y, por lo tanto hay que caminar por esos dos rieles y con esos dos criterios. Lo que se está investigando y lo que haya que investigar se investiga, porque lo peor es la desconfianza de no hacerlo, pero simultáneamente se actúa hacia adelante buscando mecanismos nuevos que impidan que esto vuelva a ocurrir.
Siempre va a haber problemas, no hay país del mundo que esté inmune a la relación entre dinero y política y, por lo tanto, no hay que ser iluso y hay que corregir para reducir la posibilidad de que eso ocurra y estar siempre atento, porque siempre puede volver a ocurrir.
Fuente: Cambio21