Por Verónica Pinilla
Nuestro objetivo es invitar nuestros militantes, simpatizantes y amigos de estos centros a debatir en torno a temas que son de interés público y que han sido materia de análisis en estos espacios de reflexión.
Este espacio de reflexión colectivo tiene como objetivo abrir un debate entre las diversas corrientes de opinión de la Nueva Mayoría, que hoy por hoy, se sintetizan de mejor manera en sus Institutos de Estudio, con la finalidad de hablar de la Democracia en Chile, en el presente y futuro. Para ello debemos comenzar destacando la importancia social de la Democracia, en cuanto interventor y regulador racional de la realidad colectiva, que reordena la natural desigualdad entre sus miembros, ubicándolos equitativamente en la participación del poder de definir el destino de la comunidad a la cual pertenece. Esta intervención de la naturaleza social, se hace a través de instituciones y reglas, que necesariamente por encontrarse atadas al devenir de una comunidad humana, debe ir ajustándose con la evolución cultural de la misma.
En este marco, deberíamos abordar el contexto y las convicciones respecto a la Democracia, a partir de un actor fundamental: el partido político.
Comenzar por el contexto, es hacerse cargo de los indicadores de valoración ciudadana en Latinoamérica y Chile, que han establecido un permanente reproche a los actores de la Democracia, como el Congreso, Gobierno, Partidos Políticos. En este sentido, entre otros datos, la confianza no supera el 40% en las instituciones mencionadas (Fuente Latinobarometro 2010). Sin embargo, estas cifras no vienen solas, dado que junto a ellas, también aparecen algunos otros datos, por ejemplo: el 60% de los latinoamericanos piensa que “algunas personas y/o grupos tienen tanta influencia que los intereses de la mayoría son ignorados” (idem), el 18% considera que todo ciudadano, para ser tal, debe participar en organizaciones sociales, mientras el 12% dice lo mismos para los partidos políticos; el 32% que considera que para influir en las decisiones del Gobierno debe “atraerse personas interesadas en el tema y formar un grupo”. En este contexto, Chile no escapa a las fuerzas centrifugas del tejido social, sino los mismo políticos comienzan a ser representantes de esa cultura, como señala la última Auditoría de la Democracia “(…) una de las características del actual sistema de partidos es su creciente individualización. Esto es, los incentivos normativo-institucionales y las preferencias ciudadanas se están complementando y reforzando mutuamente para fortalecer las condiciones propicias para la individualización de la práctica política”.
Referirse a las convicciones, no solo debe remitirse a un eufemismo o declaración fetichista de la Democracia, invocando valores universales e irreprochables de la cultura occidental, como la justicia o libertad. Referirse a las convicciones significa que a partir de estos valores, debatir transparentemente las definiciones en los principios, en cuanto reglas operativas de los valores, con la finalidad de establecer claramente los déficit y alternativas de solución. Valga en este punto una reflexión sobre esta tarea: las reformas en el sistema político, que busquen generar nuevos estímulos al sistema, deben ser necesariamente integrales. Hemos visto como reformas en el pasado, con amplio respaldo de la clase política como el voto voluntario, han producido verdaderos debacles políticos. Por ello la definición de estas convicciones y correcta alineación con los principios, es un imperativo fundamental en el camino de mejorar la calidad de la política, fundamentalmente por existir una amplia convicción de la necesidad de reformas, producto de una sensación de crisis institucional.
La regulación de la política es como un río que baja con fuerza, el cual debemos encauzar, dada la imposibilidad absoluta de controlarlo en su totalidad, para lo cual las medidas arquitectónicas deben entender que el agua puede escurrir por lugares impensados, en su eterno afán por avanzar. Debemos por tanto, mirar la transparencia en un marco donde los Partidos Políticos puedan funcionar regularmente, siendo compelidos a buscar formas de financiamiento irregulares, donde su democracia interna u otros mecanismos de funcionamiento estén a la vista de la ciudadanía y el sistema político, un mecanismo debe aspirar a una distribución razonada y controlada del poder, en esta distribución equitativa que mencionábamos al comienzo, con la finalidad de darle cabida a todas las visiones en la proporción que la ciudadanía lo defina.
El PPD tiene una misión relevante y crucial en estos momentos. Esta dice relación con identificar mecanismos de regulación y transparencia política interna que nos valide como partido contemporáneo y progresista, pero fundamentalmente, responder a estos estándares de manera cierta y decidida, repensando el rol que nos cabe a todos como partido: su fundación, sus secretarias y los diversos grupos que se desarrollan al alero de este. Esta es una invitación sin duda interesante para tod@s que queremos ver crecer al PPD.
Verónica Pinilla
Directora Ejecutiva
Fundación Por la Democracia