Es uno de los temas obligados en la agenda política el último tiempo, la necesidad de un cambio de gabinete, que la Presidenta Michelle Bachelet haga un ajuste en su elenco, especialmente en su comité político para sortear la crisis política y de credibilidad que atraviesa el país. Ante eso, la Mandataria fue tajante en descartar abiertamente que el partido del orden –aquella ala del oficialismo que comulga con el statu quo– esté considerado para ser convocado a su Gobierno.
“Si en un momento tomo la decisión de hacer un cambio de gabinete me voy a asegurar que sean personas que estén completamente de acuerdo con el programa de Gobierno, que estén por empujar las reformas estructurales”, sentenció.
Agregó que “ese es el perfil de personas que buscaría, no tiene que ver con la edad, sí con experiencia y eso no tiene que ver con la edad, gente disciplinada, que se crea lo que vamos a hacer y que empuje en esa dirección”.
Con ello Bachelet cerró la puerta y confirmó lo que ya se venía hace semanas afirmando en la Nueva Mayoría y La Moneda, a pesar de la arremetida pública que ha hecho la vieja guardia de la Concertación, como los ex ministros José Miguel Insulza y Edmundo Pérez Yoma, que se han ofrecido para regresar a la primera fila de la política.
“Yo sé que hay muchos ex ministros que han estado hablando el fin de semana sobre distintas cosas, pero tengan la certeza que si yo siento que tengo que hacer un cambio de gabinete, lo haré en forma decidida y voy a buscar los mejores perfiles para los cambios que yo quiero impulsar”, aseguró.
Como pocas veces, la Presidenta Michelle Bachelet se sentó por más de una hora a conversar, con agenda abierta, con la prensa acreditada en Palacio. Una apertura en la estrategia de La Moneda y la Mandataria poco habitual en esta administración –que en su primer gobierno fue más exacerbada– y que responde, en buena medida, a la salida en marzo de la Secom de su entonces directora, Paula Walker, quien promulgaba la política del secretismo con los medios de comunicación.
Bachelet repasó diversos temas de la coyuntura, desde el caso Caval, su relación con el empresario Andróniko Luksic, las boletas que emitieron entre el 2012 y el 2013 diversas figuras de su entorno político, el rol que ha jugado el recaudador Giorgio Martelli, la situación puntual del ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, hasta el mecanismo para cumplir con la promesa del programa de gobierno de una nueva Constitución.
De las disculpas públicas de su nuera, Natalia Compagnon hace 15 días, Bachelet dijo que era de lo único que no se iba a pronunciar porque era un asunto “del ámbito privado” y que estaba en investigación. Precisó, eso sí, que ni cuando estaba en Nueva York “ni después de volver hablé nunca con Andróniko Luksic ni de Caval ni de ninguna otra cosa” y que durante toda la campaña nunca “tuve contacto personal ni telefónico con él”.
“SÍ, CLARO QUE LO CONOZCO (A MARTELLI)”
Se tomó una larga pausa para responder y luego la Presidenta Bachelet dijo que “más que una operación política, que no sé si existe, uno muchas veces no lo sabe, lo que me preocupa es este clima de sospecha ante todo, lo que uno puede deducir es que algunos están tratando que me llegue a mí, que ojalá yo haya boleteado”.
Hablo de la sensación país que impera en estos momentos, que todo “es un arreglín, que todo es un chanchullo y me preocupa ese tema”, pero sí reconoció que el hecho de que cada semana aparezcan boletas de personas del oficialismo a distintas empresas es un “goteo desagradable, sobre todo porque es un goteo de sospecha”.
Defendió en general a las personas de su administración –Peñailillo, los asesores Robinson Pérez y Héctor Cucumides, Estela Ortíz, Alicia Galdames Jeria– que han salido involucradas con boletas por informes y consultorías, antes de llegar a su gobierno, a empresas de Giorgio Martelli y a la sociedad que creó Harold Correa –actual jefe de gabinete del Ministerio de Educación– y Alex Matute Johns. “El que una persona haya trabajado, elaborado productos y boleteado no es delito”, dijo, y luego sentenció que “no hubo precampaña”.
Luego aclaró su relación con Martelli. “Sí, claro que lo conozco”, respondió para explicar que, a mitad de los años noventa, cuando ella trabajaba para la Subsecretaria de Salud de la época en el área de atención primaria, se vinculó mucho con la Asociación Chilena de Municipalidades y Martelli trabajaba ahí, donde lo conoció, al igual que a otras personas, como al hoy senador Manuel José Ossandón, que era alcalde de Pirque en esos años. Sin embargo, dijo que durante la campaña del 2013 “no sé qué rol jugó, no tuve ninguna relación con él”.
Precisó que el 20 de marzo, en una reunión de comité político ampliado con sus ministros en Cerro Castillo, fue clara en plantear a sus ministros que “si tenían una situación compleja me lo hicieran saber, que el Gobierno estaba bajo la lupa de la ciudadanía”. En el caso puntual del ministro Peñailillo, Bachelet afirmó que “me informó de las boletas cuando aparecieron en el The Clinic”.
Ante las críticas a Peñailillo sobre el manto de dudas que cae sobre él y la debilidad en que queda como ministro del Interior para impulsar las propuestas que esta semana dará a conocer el consejo asesor, Bachelet fue categórica: “La que va a conducir la agenda de probidad soy yo”.
A tono con ese tema, la Mandataria dijo sobre SQM que no sabe, que no tiene idea qué empresa entregó recursos a su campaña, pero que ella cree “que ninguna empresa debe aportar recursos a ningún candidato”.