Su muerte, fruto de la xenofobia, de la intolerancia y de la discriminación, sólo demuestra que nuestra sociedad está muy deteriorada culturalmente. Nuestras condolencias a su familia y amigos/as queridos. Nuestros deseos de que su partida sea una señal de esperanza para que nunca más ocurran hechos de esta naturaleza.
Que la Ley Antidiscriminación pueda llevar su nombre para recordarnos siempre que la vida es un bien precioso. Para sus agresores, hoy en la cárcel, a la espera de un juicio justo pero firme, sólo resta compadecerlos… Su crimen no tiene perdón. Su arrogancia y brutalidad debe ser castigada de tal modo que nadie más pueda permitirse apelar a la violencia homofóbica.
Fotografía: emol.com