Por Ricardo Lagos Weber
Clara primera mayoría de Michelle Bachelet.- Contra las previsiones que pronosticaban un triunfo de la candidata Michelle Bachelet en primera vuelta, el nombre de quien ocupará el cargo de Presidente de Chile entre ella y la candidata Evelyn Matthei deberá definirse en una segunda vuelta electoral, el próximo 15 de diciembre. Si bien la candidata de la Nueva Mayoría tiene una clarísima primera opción para alcanzar la primera magistratura a partir del 11 de marzo, se genera ahora una nueva competencia, donde deberían confrontarse con mayor profundidad y claridad el programa de cada una y las convicciones en que se sustentan para un futuro gobierno.
La candidata Bachelet obtuvo una amplia primera mayoría gracias a que supo agregar a sus reconocidas cualidades de capacidad política y simpatía personal un manejo impecable del apoyo popular, que mantuvo en las encuestas durante los últimos cuatro años, así como la conducción sin contrapesos de una campaña electoral que la mostró respaldada por un grupo de partidos que se han visto beneficiados por su potencia electoral. El 47% de los votos obtenidos en la primera vuelta significa un potente respaldo popular, que ahora deberá consolidar en la segunda vuelta, en un escenario donde deberá enfrentar definiciones en las que hasta ahora no tuvo necesidad de entrar.
Sin embargo, y no obstante la alta votación obtenida por la candidata Bachelet, la expectativa de triunfo en la primera vuelta generó paradójicamente ayer una imagen de cierta frustración en el bloque opositor, ante la evidencia de que el electorado optó por no darle el apoyo mayoritario que se pronosticaba y que había solicitado como respaldo inequívoco a su plataforma de reformas.
Para Evelyn Matthei, la segunda vuelta es un logro.- Para esta candidata es, sin lugar a dudas, un triunfo el hecho de haber logrado pasar a la segunda vuelta, luego de asumir tardíamente y en un escenario extraordinariamente adverso una postulación que terminó logrando captar el apoyo requerido para tener la opción de confrontar directamente a la candidata de oposición. En una contienda donde debió asumir solitariamente la defensa de su sector en un universo de nueve candidatos presidenciales, adquiere ahora la posibilidad de plantear con mayor claridad sus posturas y propuestas. Los votos obtenidos en la primera vuelta, superando el 25% de los sufragios, la obligan a plantear una elección completamente diferente, con el propósito de captar a los votantes que adhirieron a otras candidaturas y también entusiasmar a quienes no se sintieron motivados a ir a votar.
El hecho de que las candidaturas de Marco Enríquez-Ominami y Franco Parisi hayan logrado más del 10% de los votos revela hasta qué punto la ciudadanía optó por manifestar también su preferencia por alternativas diferentes a la de los dos principales bloques políticos, explicando en buena medida el escenario de segunda vuelta. Se abre ahora la interrogante de cuál será el destino que darán al apoyo obtenido, lo que puede tener una incidencia no despreciable en el resultado final en un mes más.
La política sí importa y la ciudadanía participó ampliamente.- Las cifras revelan que más de seis millones y medio de chilenos -poco menos de la mitad de los habilitados para votar- acudieron ayer a manifestar su preferencia en las elecciones presidenciales, parlamentarias y de consejeros regionales, contradiciendo los augurios de una crisis de participación y de un agotamiento del modelo institucional que nos rige. Es una prueba concreta de que las personas han asumido con responsabilidad el actual sistema de inscripción automática y voto voluntario, sobre todo considerando que países de sólida tradición democrática, como Estados Unidos o Suiza, registran niveles de participación cercanos al mismo 50%. Esto consolida el actual modelo de inscripción automática y voto voluntario, sin que tengan sentido revisiones o reformas como lo han sugerido algunos candidatos.
Frente a los llamados a utilizar vías no institucionales para reformar la Constitución, lo ocurrido el día de ayer demuestra que los procesos electorales constituyen la genuina instancia de expresión de los ciudadanos, la misma que luego se perpetúa y se refleja en el tiempo a través de los representantes mayoritariamente elegidos. Así funciona la democracia, y no mediante la imposición de ideas o intereses, como pretenden establecer los denominados movimientos sociales. Los millones de electores que emitieron ayer su sufragio constituyen el gran y verdadero movimiento social, y es bueno que los representantes de gobierno, parlamentarios y consejeros regionales lo recuerden al momento de priorizar decisiones y eviten reaccionar ante presiones de grupos específicos que optan por las protestas, sin siquiera renunciar a la violencia para hacer valer sus posiciones.
Calidad y cantidad de debates en deuda.- La cantidad histórica de candidatos presentes en la papeleta de votación no se tradujo en un aporte significativo para la expresión de ideas y propuestas ante la ciudadanía. Por el contrario, abundaron las consignas y descalificaciones como forma de marcar diferencias simples frente al electorado. La candidatura presidencial, en este contexto, se convirtió en una oportunidad para incrementar conocimiento público y exponer demandas, aprovechando las bajas barreras de entrada que la legislación ha considerado para efectos de lanzar una carta presidencial.
Por eso, se abre ahora la oportunidad para que las dos candidatas realicen más y mejores debates. En este punto adquieren particular relevancia las definiciones que deberá entregar la candidata Michelle Bachelet acerca de su programa de gobierno, porque aunque ha transmitido sus ejes generales en forma clara, mantuvo siempre una indefinición sobre el alcance concreto que tendrían las reformas para materializarlos. Las propuestas en temas constitucionales, económicos y valóricos -como la aprobación de una nueva Constitución, una reforma profunda tributaria o la despenalización del aborto- admiten distintas alternativas y es sano que el país las conozca ad portas de pronunciarse electoralmente.
Amplio control del Congreso para la Nueva Mayoría.- La oposición logró un importante triunfo en la elección parlamentaria, gracias a dos doblajes en el Senado y a lo menos ocho en la Cámara de Diputados. Esto le permitirá controlar por sí misma la aprobación de todos los proyectos de ley de quórum simple y calificado, entre los que destacan, por ejemplo, toda la legislación tributaria y normas sustanciales en materia de salud, educación y temas de la agenda valórica. Adicionalmente, quedó muy cerca del quórum necesario para reformar las leyes orgánicas constitucionales, donde están las normas fundamentales en materia educacional, electoral y de organización del Banco Central, entre otras materias.
Surge aquí otro de los desafíos más complejos que deberá enfrentar ese bloque de cara a un eventual futuro gobierno, porque deberá responder a las altas expectativas que le ha generado a su electorado, sin la excusa de no contar con el poder suficiente para hacerlo luego del control que ha tomado de ambas Cámaras. No obstante, el progreso alcanzado por el país se debe, precisamente, a la búsqueda de consensos, tarea que no debiera perderse. Además, la Nueva Mayoría tendrá el desafío de integrar a todos los candidatos que aparecen como elegidos por ese bloque, pero que provienen de los movimientos sociales y no forman parte de sus partidos.
Victoria para RN y duro golpe para la UDI en Santiago.- Las cifras disponibles al cierre de esta edición le daban a Renovación Nacional importantes triunfos en las elecciones de senadores por Santiago, recuperando dos escaños claves y dejando a dos de sus líderes muy posicionados para esta nueva etapa. Como contrapartida, la UDI sufre en ambos casos una caída y ve muy debilitada su posición en el Congreso -a pesar de seguir siendo el partido con más parlamentarios- luego de este resultado y de la salida de sus principales dirigentes para ocupar posiciones en el actual Gobierno.
Sin embargo, y más allá de los cambios en la correlación interna de fuerzas, lo cierto es que el porcentaje obtenido por la Alianza constituye sin lugar a dudas un voto de castigo al bloque oficialista y a su dirigencia, dejando al descubierto su incapacidad para dar continuidad a un proyecto político alternativo y que pudiera mantener el apoyo mayoritario que logró del electorado hace cuatro años. El esfuerzo de la candidata Evelyn Matthei, quien debió asumir tardía y casi heroicamente una postulación luego de las candidaturas descartadas previamente, no logró compensar la debilidad programática y de proyección política que ha exhibido su sector y que lo pone en una difícil situación para el futuro cercano a la luz del resultado obtenido en las elecciones parlamentarias.
En ese futuro no podrá soslayar ya la opción entre seguir apostando a un proyecto de “nueva derecha” -que a estas alturas no tiene más contenido que la mimetización con las propuestas de la actual oposición- o recuperar la cohesión en torno a sus propias ideas y propuestas.