Opinión: Una COP25 para el olvido gracias a Piñera

Sabemos ya los resultados y las impresiones habiendo terminado la COP25 realizada en Madrid, tras la negativa del Gobierno de llevarla a cabo en nuestro país como estaba previamente planificado. Pero miremos un poco la crónica del despliegue de la administración de Sebastián Piñera en materia de medio ambiente desde que comenzó su mandato hasta la fecha y que la actual ministra Carolina Schmidt tuvo el rol de concretar “el espíritu ciego” de la derecha en materia de resguardo y mejoramiento del medio ambiente.

Finalizando el 2018 y a comienzos del presente año, Sebastián Piñera tozudamente se negó a firmar el acuerdo de Escazú que garantiza mínimos de gestión medioambiental con la proyección de reducir la huella de carbono de nuestro país. En medio de esto, comenzaban los preparativos para que Chile sea sede de la COP25. Supuestamente el eslogan publicitario era que sería una “cumbre histórica”, sobre todo por la importancia de los resultados del acuerdo que pretendía entregar en función del poco tiempo que tiene la humanidad para confrontar de mejor forma el cambio climático. Hubo bastante presión hacia la actual administración para que Piñera haga realidad la firma, cosa que hasta hoy no se ha realizado, generando grandes criticas del mundo hacia el rol y la postura que ha tomado nuestro país al respecto.

Sigamos. Sabíamos que tendríamos la visita de una de las activistas más icónicas del mundo en temas medioambientales como es el caso de Greta Thunberg; el oficialismo trató de ridiculizar su presencia. Adicionalmente, Piñera le daba todo el respaldo a Bolsonaro, quien ha sido uno de los más grandes destructores de la amazona brasileña con su política de desregulación.

Sigamos. Se levantaba toda una parafernalia pirotécnica por parte de la actual administración tratando de dejar a Piñera como “el gran héroe del medio ambiente” o más ridículamente como “el nuevo capitán planeta”; pero, contrastándolo con la realidad, no había absolutamente nada al momento de concretar y gestionar políticas públicas que resguarden la seguridad medioambiental y el cuidado del planeta y océanos. Es más, la gente de Puchuncaví y Quintero seguía enfermándose por las graves contaminaciones en la llamada “zona de sacrificio”, y en Osorno se contaminó el agua indiscriminadamente y hasta la fecha no hay responsables de lo sucedido.

En medio de la crisis social, Piñera anuncia la cancelación del gran evento en Chile supuestamente por “seguridad,” cuando existen experiencias de otros países que en medios de grandes crisis las cumbres se realizan de todas formas. Esto demostró la debilidad de una administración y fue un pésimo gesto político a conciencia de todos los esfuerzos que se hubieron de por medio para que nuestro país fuera el anfitrión de una cumbre que supuestamente iba a ser histórica.

 

Pero aquí viene lo peor: la participación de nuestro país en la presidencia de la COP25, que finalmente terminó como sabemos en la capital española, fue pésima, estrepitosa y vergonzosa. Para el olvido. La idea de muchos países a llegar a un gran acuerdo, con impacto suficiente para frenar la contaminación, quedó en nada gracias a la impericia de la presidencia chilena de la Cumbre climática, a cargo de la ministra Carolina Schmidt. Si ya daba vergüenza todo la mala gestión medioambiental de la administración Piñera, con los casos ya mencionados, anteriormente, esto vino a ser la guinda de la torta.

Como país quedamos en muy mala posición internacional. Si antes había poca capacidad de negociación en estos temas, hoy quedamos con casi nula capacidad, y todo por la responsabilidad de la actual administración. Así, con todo, Piñera sigue tozudo en su postura y cree que la cumbre fue todo un éxito… sinceramente no sabemos en qué mundo vive.

En síntesis, la idea de que la COP25 tuviera el impacto significativo en temas como la reducción de la huella de carbono -entre otras materias sobre la contaminación del planeta, en función de poco tiempo que la ciencia nos dice que tiene la humanidad para “hacer” lo necesario con el objetivo de mitigar los efectos del cambio climático-, fue un fracaso total y absoluto.

Sin embargo, como ya hemos trazado acá, ese nefasto resultado no es por la impericia del equipo negociador, es la de escaso compromiso con el cuidado del medio ambiente y la mitigación de los efectos del cambio climático. Sabemos que Piñera nunca ha tenido un real compromiso con esta materia y su sector político tampoco. Ahora bien, no nos sorprendamos que la COP25 fue un fracaso, porque debiésemos pensar que todo lo que ocurrió evidentemente fue mandatado por Piñera, por los poderes transnacionales y, quién sabe, alguno que otro tentáculo de Trump en medio de todo esto.

Nada es casual, todo es una consecuencia y todo responde a algo premeditadamente. No nos sorprendamos de lo que ocurrió en la COP25, pero preocupémonos de sus efectos negativos que esta tendrá para el bienestar del planeta y la humanidad.

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