En los próximos días tendrá lugar la cuarta versión del Congreso del Futuro, iniciativa del Senado de la República que se ha ido estableciendo como una valiosa instancia de debate político y social, que se aparta de la coyuntura nacional y se adentra en los desafíos futuros, a nivel mundial y local, con una mirada amplia desde la ciencia, las tecnologías, las humanidades y la ciudadanía.
La dinámica de la realidad actual obliga a las personas, a las organizaciones y a los países a levantar la mirada y tomar perspectiva para poder reflexionar acerca de lo que está ocurriendo, de lo que vendrá y de las encrucijadas que eso representa en cada caso. En el ámbito chileno, tener mejores interpretaciones de esa realidad y sus desafíos en temas sensibles como el energético, el ciudadano o el alimentario, por ejemplo, es vital para proyectarse bien hacia el futuro. Más aun en un mundo integrado del que Chile no puede abstraerse ni permitirse poner su mirada solo en la cotidianidad y en el debate de intereses cortoplacistas.
El Congreso del Futuro, en este sentido, es un aporte real, que se ve potenciado por el alto nivel de los panelistas que ha sido capaz de convocar desde múltiples latitudes, incluyendo también a varios referentes locales. Los temas escogidos han sido organizados en torno a cinco grandes encrucijadas, yendo de las más abstractas a las más concretas: la de la vida, la de la civilización del siglo XXI, la del planeta, la de la ciudadanía y la de la política. Esos temas van desde la inteligencia artificial hasta la desigualdad, pasando por la prolongación de la vida, la energía, el calentamiento global, los flagelos sociales, la alimentación y la gobernabilidad futura.
Al tiempo que una instancia como esta pone la mirada en el futuro, es imposible separarla completamente del presente, en especial cuando ese presente está cargado de reformas que generan naturales inquietudes y cuestionamientos. De ahí que, muy probablemente, el panel que se propone acerca de la desigualdad será uno de los que más atención concentren, también por el hecho de que el expositor principal será el economista francés Thomas Piketty, autor del superventas “El capital en el siglo XXI”. Con lo valioso que es tener a alguien de su altura, con una tesis además provocativa, la falta de un panelista que marque un contrapunto hará que desgraciadamente se desaproveche la posibilidad de un debate real y fructífero, lo que podría pasar también en otros paneles, como los de política, donde la inclusión de miradas más diversas -para futuras versiones- podría contribuir a ese mismo objetivo.