El ambiente está tremendamente tóxico”, dice Ricardo Lagos Weber y no se refiere al mal aire o a las preemergencias ambientales de estas últimas semanas. Habla de la crisis que azota al mundo político y que se extiende también hacia la elite empresarial. Una crisis que muestra el desapego que se ha instalado en la ciudadanía con su clase dirigente incluida la Presidenta Michelle Bachelet, quien fue por años una de las figuras mejor evaluadas y con mayor credibilidad. Hoy las encuestas muestran el desafecto de quienes votaron por ella y una inconformidad por cómo se está gobernando. Aunque el senador del PPD sabe que este es un momento que no tiene precedentes en la historia reciente, porque tiene a todo el sistema político bajo sospecha, sostiene que en momentos así es mejor mirar el vaso medio lleno y no hacer tanto énfasis en el vacío. Pero, ¿cuál es el vaso que está mirando Lagos Weber? Él dice que hay que asumir que el escenario político y económico cambió; que es necesario hacer una buena lectura de lo que está sucediendo para focalizar las metas y saber qué se puede hacer y qué no. Su apuesta es que el nuevo comité político es el encargado de empujar las cosas para salir del marasmo en que se encuentra el oficialismo.
–A pesar del cambio de gabinete, todavía existe la sensación de que el gobierno carece de brújula. ¿Por qué no han logrado instalar un relato, un norte más claro?
–No creo que el gobierno requiera de una brújula. Tiene el norte claro: es su programa de gobierno que el año pasado pudo cumplir a cabalidad. Lo que ha ocurrido en estos meses tiene que ver, primero, con un tema de gestión en ciertas áreas, y en segundo lugar, con la crisis política que han generado los casos de financiamientos de campañas tanto a partidos como a parlamentarios. Y a todo eso hay que sumar el caso Caval, que afectó enormemente a la Presidenta.
–¿Habría sido distinto el manejo de esta crisis sin el caso Caval?
–Sí, porque la verdad es que este tema mermó la credibilidad de la Presidenta Bachelet; afectó su capacidad de mandato para poder imponer una visión a la ciudadanía. Por lo tanto, lo que veo es que el gobierno tiene el norte claro, pero no tiene gestión ni credibilidad. Y esto lo dijo la propia Presidenta en su entrevista con Mario Kreutzberger: que el cambio de gabinete lo hacía para recuperar la credibilidad ante la ciudadanía. Ella hizo una lectura correcta.
–¿Y qué sería lo correcto ahora: mantener las reformas o echar mano a la gradualidad?
–Yo estimo que hay que mantener el corazón de las reformas, pero hay que aplicar mayores dosis de diálogo y no hacerlo todo al mismo tiempo. Los dragones se matan de a uno. No me cabe duda, por ejemplo, que vamos a tener una reforma laboral razonablemente buena, sin perder el norte, pero muy trabajada con todos los sectores tal como lo hicimos con la reforma tributaria. –Entonces, ¿cuál es el punto?
–El punto es si, además de dialogar más, somos capaces de dar varias batallas al mismo tiempo. Yo creo que no. El año pasado lo pudimos hacer, pero las condiciones eran distintas. Es importante que hagamos la lectura correcta de lo que está pasando…
–¿Qué reformas habría que dosificar? ¿Y eso incluye dejar fuera la reforma a la Constitución?
–Espero que dejemos iniciado un proceso para una nueva Constitución, pero dificulto que la Constitución se reforme durante este gobierno.
–Mirando hacia atrás, ¿fue un error querer avanzar en tantos frentes a la vez?
–Lo digo como una autocrítica: a veces no se está en condiciones de abordar muchas cosas al mismo tiempo. Hay que focalizar, graduar, que no es lo mismo que postergar…
–Es lo que dicen algunos en la Nueva Mayoría: que la gradualidad es como transar el programa.
–Algunos sectores creen que la gradualidad significa no hacer las reformas. Pero no es así. Ya estamos discutiendo sobre educación y reforma laboral. ¿Será mucho pedir que se postergue el ingreso del proyecto sobre la desmunicipalización mientras discutimos la carrera docente? ¿O vamos a tener a la ministra dando dos batallas difíciles al mismo tiempo? Ese es todo mi punto. “Saquemos las reformas de un modo ordenado y dando garantías a todos de que no hay marcha atrás, pero de que hay una marcha razonable”, aconseja Lagos Weber.
CAMBIÓ EL ESCENARIO
–¿Cuánto condiciona la baja popularidad de la Presidenta? las reformas generan rechazo en la gente. El gobierno va en baja…
–Influye, porque al final del día las reformas siguen el nivel de popularidad del gobierno. Por eso es tan importante que nos concentremos en hacer las cosas bien y de a una. No tenemos el mismo escenario de antes. Esa es la realidad.
–Por lo pronto, había mejores proyecciones económicas…
–Así es, y también está el dato de que el año pasado el gobierno estaba bien evaluado.
–Y la Presidenta mantenía el apoyo…
–Mi impresión es que el punto neurálgico aquí es el debilitamiento de la imagen presidencial.
–¿Por qué? ¿Qué hay de trasfondo?
–Que dado el sistema político chileno y dado lo que significaba Bachelet, un Presidente con una aprobación muy baja, te resta el 80 por ciento de tu capacidad para gobernar en Chile. Es difícil la recuperación. Por eso creo que no podemos pretender seguir con la misma receta. Tenemos que reforzar la figura presidencial.
–¿Cómo?
–La figura presidencial se va a rescatar en la medida que, primero, se vea un gobierno ordenado. El episodio de Jorge Insunza fue muy dañino en ese sentido, porque hay que reconocer que la única persona que hizo el mayor esfuerzo –desde el punto de vista de los costos– fue la Presidenta Bachelet cuando dijo por televisión que tenía un problema de credibilidad y le pidió la renuncia a todo su gabinete. ¿Y qué hemos hecho nosotros como clase política? Todavía no hemos hecho nada.
–Usted es parte de la comisión de Hacienda del senado. le toca hablar con el empresariado. ¿la incertidumbre es parte de los reclamos que ellos le hacen? –Los empresarios con los que uno conversa te dicen
–legítimamente– que tienen preocupación sobre la marcha de la economía y si están los incentivos correctos para poder invertir en Chile. Y pareciera, de acuerdo a los últimos antecedentes, que parte de la desaceleración que hay en Chile está relacionada con el clima interno. No sé bien si es un asunto interno producto de las malas condiciones económicas o si es un clima producto de la política.
–Y que se anunciaron brotes verdes que no florecieron tampoco.
–Eso se dijo a fines del año pasado. Dejando de lado los períodos de crisis institucionales que tuvimos en el pasado, nunca antes la clase política había tenido un cuestionamiento tan generalizado como en estos últimos seis meses. Estamos todos de capa caída, cierto. Pero también es verdad que este año Chile va a crecer. No como quisiéramos, pero va a crecer.
–¿se vislumbra un mejor escenario en lo político? los procesos siguen su curso y el caso Caval está lejos de desaparecer de escena…
–¡Y van a seguir! Hay que hacerse la idea de que este es un proceso largo y difícil. No es que después del 18 de septiembre se acaban los problemas o que se solucionan antes de la Navidad. Tengo la impresión de que nos ha costado captar la profundidad de la situación y que hay que seguir gobernando y haciendo las cosas en paralelo. Es un desafío adicional mayor, pero hay que hacerlo.
–si el caso Caval abre nuevas aristas, ¿cuánto más se puede desgastar la Presidenta?
–Yo creo que, políticamente, ella ya pagó todos los costos. No puedo hablar respecto a qué le pasa con eso en lo emocional, porque no me corresponde, pero en lo político el costo está más que cobrado. Además, ella también hizo un corte cuando dijo que su nuera y su hijo habían hecho algo imprudente. Fue importante esa definición. Percibo que fue un momento liberador.
–Usted fue ministro de Bachelet en su gobierno anterior. Un hombre cercano. ¿Cómo la ve ahora?
–Son circunstancias distintas, pero veo a una mandataria con mucha más madurez que antes.
–¿Madurez en qué sentido?
–De tener mayor experiencia, más fogueo.
–Pero también se la ve más debilitada…
–Sí, y es producto del caso Caval. Pero desde el punto de vista de su proceso político, yo veo a una persona mucho más clara y convencida de las cosas que quiere hacer.
–Debe ser de los pocos que hoy hacen esa valoración…
–Y si no, ¿qué? Aquí tenemos a una Presidenta que fue elegida por una mayoría de chilenos. Tenemos un programa de gobierno, una coalición que es mayoría en el Parlamento y un mandato ciudadano por cumplir. Hay que mostrar la mitad del vaso lleno también. La economía no está derruida. Va a crecer. A fines de este año Chile va a ser más rico, o menos pobre de lo que fue el año pasado. ¿Qué podría ser mejor? Claro, pero tenemos todo para que nos vaya bien como país. Lo que pasa es que está tremendamente tóxico el ambiente.
–Y ya sabemos que los climas sociales, al final son un factor político..
–Son totalmente políticos. En consecuencia, requerimos un gobierno fuerte, un comité político que se empodere, que tome las decisiones adecuadas y que no apuremos el carro. Saquemos las reformas de un modo ordenado y dando garantías a todos de que no hay marcha atrás, pero de que hay una marcha razonable. Yo apuesto por este comité político. Además, siento que Nicolás Eyzaguirre tiene un plus: que es una persona que conoce mucho a la Presidenta, y eso siempre ayuda.
–¿Y por qué la Presidenta necesita gente de confianza personal? ¿No basta con tener equipos políticos? –Yo creo que todos los gobiernos necesitan gente de confianza.
–Pero Ricardo Lagos Escobar no tenía una relación personal con José Miguel Insulza y pudieron gobernar…
–Pero sí la tenía con Eyzaguirre. Y en el segundo piso estaba Ernesto Ottone y varios otros de mucha confianza.
–Me refiero a que no estaba tan basado en las relaciones personales…
–Seguramente son otras personalidades…
–Se habla mucho de que Lagos Escobar puede ser una carta presidencial futura o que si este gobierno tambalea, él podría ser una opción…
–(Interrumpe). Sobre este último punto ni me pronuncio siquiera. No pasa por mi cabeza que eso pueda ocurrir.
–Pero lo habrá escuchado, ¿no?
–Trato de que mis oídos filtren ciertas cosas. No me gusta tomar en serio las fantasías. Y respecto a si Ricardo Lagos Escobar será candidato a Presidente, creo que habría que preguntarle a él. Me parece que ha respondido varias veces la pregunta y él ha dicho que no está en ese predicamento.
–Quizás es tema recurrente porque hay una elite que valora el liderazgo de Lagos.
–No es una elite solamente la que ve en Lagos a una persona que hace un aporte. Pero de ahí a verlo como candidato presidencial es bien distinto. Uno puede ser un aporte sin tener que ser candidato.
“TRATO DE QUE MIS OÍDOS FILTREN CIERTAS COSAS. NO ME GUSTA TOMAR EN SERIO LAS FANTASÍAS. Y RESPECTO A SI RICARDO LAGOS ESCOBAR SERÁ CANDIDATO A PRESIDENTE, HABRÍA QUE PREGUNTARLE A ÉL. Y ÉL YA HA DICHO QUE NO ESTÁ EN ESE PREDICAMENTO”, SEÑALA