El ex ministro Francisco Vidal sabe de campañas políticas. Fue jefe de la campaña de Guido Girardi en 1989; jefe de la campaña de María Antonieta Saa en 1993; jefe de la campaña nacional del PPD en 1997 y miembro del comando de Ricardo Lagos en 1999. “A mí no me cuentan cuentos”, asegura, quien también desde La Moneda fue testigo privilegiado del acuerdo generado en 2003 en el marco del caso MOP-Gate. “Allí se dio un paso”, asegura, y “12 años después estalla Penta y hay una nueva oportunidad, porque se develaron los vicios y los vacíos de lo que hicimos el 2003”.
En la declaración en la que pidió disculpas públicas por el caso Penta, la UDI aludió al caso MOP-Gate. ¿Son similares ambos escándalos?
El caso MOP-Gate expresó una crisis del sistema público y conduce a una negociación que se tradujo en 49 proyectos de ley, una gran reforma del Estado. Lo que hace más complejo lo de hoy es que se está violando, aparentemente, judicialmente y políticamente, de todas maneras, lo que acordamos hace 12 años.
La UDI aparece como la principal afectada por la crisis. Pero ¿es la única colectividad que incurre en violaciones -como usted las llama- al acuerdo del 2003?
Hay dos supuestos de la ley de 2003 que han sido insuficientes y que no dan cuenta de la realidad. Primero, el tope de los gastos en campaña. No tengo pruebas específicas, pero, en general, los candidatos gastan mucho más de lo permitido en el tope y de lo que declaran. Lo cierto es que todas las campañas empiezan, a lo menos, seis meses antes. Eso te explica que se gaste más que lo que declara, y como el candidato sabe que no tiene fiscalización porque el Servel no tiene ni uñas ni dientes, hay como un incentivo a romper el tope. La segunda cosa, que es de sentido común, es que la donación de la empresa privada no es secreta. Mi intuición es que los candidatos piden, a lo mejor no saben cuánto le dan a esa petición, pero existe ese vínculo.
Usted ha participado en varias campañas. ¿Diría que el uso de boletas falsas, que es lo que se está develando en el caso Penta, es una práctica habitual?
Creo que fue habitual hasta el 2003. Hay que recordar que desde Bernardo O’Higgins hasta Ricardo Lagos esto era una caja negra. Y es probable que por efectos tributarios se hayan usado facturas y boletas. En la discusión política que tuvimos en 2003 ese era un tema y para eso se hizo la legislación actual. No creo que lo que estamos viendo en Penta sea una cosa generalizada en las campañas.
¿Qué explica la cautela con la que ha actuado -en general- la clase política frente al caso Penta? Llama la atención que no haya críticas severas a la UDI, salvo excepciones.
La cautela tiene que ver con que muchos deben pensar: yo también me pasé el tope. Muchos deben pensar: “La verdad es que yo fui a pedir”, me dieron por la vía legal, pero también pedí.
¿Qué genera esa sensación de impunidad? ¿De pensar que se puede evadir la ley?
Tú respetas la luz roja o la velocidad porque está escrito y porque hay un carabinero. Si supieras, definitivamente, que en una esquina donde hay disco Pare nunca va a haber un carabinero, te garantizo que vas a pasar. El problema de las insuficiencias fue bien diseñado, pero si tú no tienes un organismo que controle es letra muerta. Por eso el muy buen proyecto del gobierno sólo tiene sentido si se le dan uñas y dientes y muelas al Servel.
¿Por qué en ese minuto no se hizo?
Se nos fue. Aquí hubo una negociación, en 2003 la postura del gobierno del Presidente Lagos era regular el aporte de privados a campañas y en particular que las empresas no donaran. Qué nos dijo la UDI, Longueira, me acuerdo perfecto. ‘No. Nosotros damos los votos para que haya devolución vía aporte fiscal siempre y cuando ustedes nos dejen que las empresas donen’.
¿Y por qué el gobierno concurrió a eso?
Porque era una situación en que se requería unanimidad en la negociación. Y nosotros queríamos dar vuelta la página en el caso MOP-Gate. A mirar, como se dice hoy día, para adelante. La debilidad era nuestra.
Aunque hoy expuesta en el caso Penta, la relación de las empresas con los candidatos no es exclusiva de la derecha…
No. Todas las empresas yo creo que donan y, de hecho, en los registros del Servel así lo destacan 2/3 para la derecha, 1/3 para la Nueva Mayoría. Mi opinión es que hay que romper el vínculo para todos. Que no haya aportes de empresas, ni para la derecha, ni para el centro, ni para la izquierda.
La impresión que queda es que casi cualquier candidato que sea investigado podría ser objeto de acusaciones de irregularidades. ¿Comparte eso?
Claro. Creo que esa es la sensación de la opinión pública.
¿Ha actuado correctamente la UDI frente al problema?
Me gustaron dos cosas de la UDI: el reconocimiento del viernes 9. Creo que fue coraje. Y en las personas, el que ha dado el ejemplo es Moreira. A diferencia de Von Baer.
Se dice que los grandes grupos empresariales aportan transversalmente a los distintos conglomerados…
Reparten. Fue pública la decisión de Endesa. Decisión del directorio. O la elección de Telefónica años atrás en una elección de concejales: el directorio donó en proporción del porcentaje de votos obtenidos. Lo nuevo en este caso es que nunca habíamos visto tan desnudamente la relación entre un grupo económico y ni siquiera un partido político, un sector del partido político.
¿Hasta dónde han penetrado, en general, en el sistema político los grupos económicos a través de sus donaciones?
¿Por qué Tocornal le dice a Délano y Lavín que hay que invitar a almorzar a Velasco? Uno, porque es un tipo que está a una semana de disputar la primaria. Segundo, porque puede ser influyente en el próximo gobierno. Estoy repitiendo las palabras de Tocornal. Con esa lógica, es la prostitución. O sea, como este puede ser ministro, como sabemos que va a ganar Bachelet y Velasco puede volver a ser ministro… Allí está la clave. Proyecta su opinión al conjunto.
¿Cree usted que existe un tutelaje del empresariado respecto de la clase política por la vía del financiamiento?
Te diría que por la vía de la donación privada podría haber, como queda claro en el caso de Lavín y Délano, un intento de colonialismo.
Pero que no tendría éxito, en términos transversales…
Aquí hay como una puntita del iceberg, para ser responsable no puedes acusarlos a todos, ¿pero cuanto de eso hay? Para evitar la especulación qué es lo mejor, aprovechemos esto y avancemos a la transparencia total.
Lo que queda claro es que si bien las prácticas denunciadas en este caso pueden ser exclusivas, hay una hipocresía general en la clase política respecto de las campañas.
Sí. Hay una hipocresía que tiene que ver con la historia de Chile, la ley se obedece, pero no se cumple.
Estamos en un sistema donde el candidato sabe a quién le pidió plata y quién le donó. Que sabe que gastó más que lo que declaró. Que sabe que empezó a hacer la campaña antes de lo permitido. Quizás la UDI apunta a prácticas transversales…
Claro, y eso explica, como la gente no es tonta, que no nos crea nada.
¿Hay una clase política que ha buscado resquicios legales para evadir el acuerdo del 2003?
Voy a hacerlo autocríticamente: siendo un avance lo del 2003, no cubrimos todos los potenciales vacíos. Esa es la autocrítica personal que me hago yo. Estando en la cocina, como diría Zaldívar. O sea, en la mirada de hoy día, 12 años después, tú dices cómo no le dimos atribuciones al Servel. Aquí hubo hecha la ley, hecha la trampa.
Es decir, que hay una suerte de complicidad transversal respecto de que en las campañas se viola la ley…
No estoy en condiciones de decirte este, este y este. Pero no me cabe duda que, no todos, pero transversalmente, hay candidatos que saben que gastaron más que el tope. Y que transversalmente, no todos, hay candidatos que en vez de esperar por cómo se llena la cuenta del Servel a su nombre, tiene que haber ido a pedir. Eso para mí tiene que ser transversal, no en el sentido de uniformidad de todos.
Ni de totalidad, lo entiendo. Y tampoco supone que un candidato por ir a pedir plata porque es legal pedir a una empresa lo haga de manera irregular. El tema es que todos saben que hay aspectos sustantivos de la ley que no se cumplen…
Tienes que comparar, para ser justos, lo bueno del 2003 con la nada de antes. Lo que pasa es que estamos evaluando el 2003 con los ojos del 2015 y los estándares cambian.
Uno podría sostener que no hay grandes sorprendidos con lo ocurrido entre quienes han hecho campañas…
Como soy miembro de eso, no me sorprende el tope, no me sorprende la no privacidad del donante, pero me sorprendió la audacia, o la ignorancia, o la ansiedad de gente experimentada, con años de circo, en pedir con boleta de falsedad ideológica. En este caso, lo relevante es que se está en una situación parecida al 2003 desde lo original, desde el punto de vista de la oportunidad, y se aprovecha la oportunidad o no se la aprovecha.
¿El gobierno ha estado tardío en esto?
Ha estado bien. Ahora, yo le pondría urgencia, no tiene urgencia el proyecto. No le pondría discusión inmediata, pero cierta urgencia para aprovechar el impulso, para aprovechar que la UDI cambió de opinión 12 años después en el tema de la donación privada.
¿Cuán dañino ha sido este caso para la imagen del sistema político general?
Creo que era como la gota que nos faltaba para rebasar el vaso. Creo que la próxima encuesta que pregunte sobre partidos, si teníamos el 4%, creo que pasamos al -2%.
Una de las soluciones que se dan para casos como este es fortalecer el financiamiento público a la política. ¿Es ese el camino?
La clave es disminuir la extensión de la campaña, que efectivamente sean tres meses. Para que eso ocurra, debe haber un Servel con fuerza, para que fiscalice que eso sea así, y el que se sale de la línea pierde el cargo. Segundo, al prohibir la donación de las empresas y mantener la de las personas acotada a 20 UF para abajo, para que no haya presión sobre la persona, disminuye el aporte privado, porque queda sujeto a las personas naturales. Entonces, tienes que aumentar el aporte fiscal por voto obtenido para compensar. Ahora, si tú le agregas una buena idea del proyecto, que es acotar la publicidad, donde más se gasta, a espacios predefinidos, todo te va conduciendo a una cosa más limpia, más transparente y la cancha más pareja.
Usted dice que en 2003 negociaron una ley que no los dejó satisfechos. Hoy la situación es inversa.
Frente a una crisis del sistema público había que salir para adelante y en eso Lagos fue muy sabio. Como en toda negociación, en los aspectos centrales se hicieron concesiones. Creo que la UDI concedió que el Estado aportara por voto obtenido y nosotros para lograr eso concedimos que las empresas entregaran. Hoy, la UDI está disponible a transar lo que hace 12 años reivindicaron con toda fuerza, que era que las empresas donaran.
¿Usted es partidario de un acuerdo al estilo MOP-Gate para superar el caso Penta?
Se va a dar en forma natural. Más que un acuerdo con las manitos arriba, lo ideal es que se diera en el marco del proyecto presentado por el gobierno antes de este tema, que ojalá haya la mayor unanimidad, el mayor acuerdo. Chile no resiste más, en el cuadro en que está el sistema político, producto de la sucesión de escándalos, más este último, no resiste más que las campañas no sean transparentes y que sean igualitarias. Es decir, que la competencia democrática sea por ideas y no por palomas.
Un acuerdo de esta naturaleza, ¿qué impacto tiene sobre la arista judicial del caso?
El país no resiste ningún blanqueo. La crisis Penta, que en mi opinión ha golpeado, sin duda, a la UDI, pero yo voy más allá de la UDI, ha golpeado al sistema político completo, es una oportunidad para que el fiscal siga con su pega y demos un salto, aprendiendo de las insuficiencias de los últimos 12 años en el tema del financiamiento.