Ricardo Lagos Weber
YA SE VIENE el Presupuesto 2013. El gobierno ha señalado que será el erario donde mejor se plasmará su programa. Como oposición velaremos para que sea un presupuesto responsable, refleje lo que el gobierno ha comprometido con la ciudadanía y no incurra en excesiva discrecionalidad en el gasto en un año electoral.
El primer aspecto a considerar es la responsabilidad que se espera del presupuesto en un contexto de incertidumbre económica internacional. Afortunadamente, Chile tiene una situación fiscal sólida gracias a la política de balance estructural instaurada por los gobiernos de la Concertación. Pero hay que estar atentos a la aparición de nubarrones, como el hecho de que este gobierno tendrá un déficit estructural en cada uno de sus presupuestos. Esto llama especialmente la atención al ocurrir en un período en el cual el precio del cobre ha estado en niveles históricamente altos.
Un segundo elemento a tener en cuenta es el efecto en el Presupuesto 2013 del ajuste tributario recientemente aprobado. El Presidente ya adelantó que el gasto público crecerá en torno a 5%. Ello es posible debido a los recursos adicionales que se recaudarán con el mencionado ajuste. Sin él, el gasto no podría haber crecido más de 3%. Claramente, sigue pendiente una verdadera reforma tributaria que haga un mayor aporte a la equidad en nuestra sociedad. En ese sentido, el ajuste aprobado debe entenderse como el piso mínimo de recursos requeridos para financiar los gastos que la administración Piñera ya había comprometido, sin haberlos acompañado en su momento de una fuente permanente de financiamiento.
Un tercer elemento clave será el presupuesto de educación. Dado que el gobierno aseguró que hasta el último peso adicional que recaude el ajuste tributario se destinará a educación, entonces en 2013 su presupuesto debe aumentar en 1.257 millones de dólares, que es lo que el Ministerio de Hacienda estima como recaudación incremental. Esto implica que el presupuesto de educación debe aumentar un 11% real. En rigor, debería aumentar más, pues es de suponer que en ausencia del ajuste tributario, igual hubiese tenido un crecimiento base.
Una cuarta preocupación es la lenta ejecución de inversiones que han mostrado varios ministerios en el último bienio. Ello se traduce en que se les han aprobado recursos para obras de infraestructura que luego no han ejecutado oportunamente. El ejemplo más evidente es el Ministerio de Salud, que en 2011 sólo ejecutó seis de cada 10 pesos que se le aprobaron para inversiones, situación que se está exacerbando en 2012.
La lista de preocupaciones es más extensa, pues en el presupuesto se discuten los recursos que se contemplarán para abordar otros temas fundamentales para la ciudadanía, como son el transporte público, la superación de la pobreza, la seguridad ciudadana y el desarrollo energético. Querer discutir a fondo estos temas en el Congreso no puede interpretarse como el comportamiento de una oposición obstructiva, como suele quejarse el gobierno. Si el Ejecutivo está verdaderamente disponible a buscar soluciones adecuadas para los problemas planteados, la tramitación del Presupuesto 2013 no tendría por qué resultarle traumática.