Por Francisco Vidal
En todo debate político de los últimos años uno de los conceptos más invocados es la “clase media” por distintos actores políticos y sociales. Se usa y se abusa de esta categoría para los más diversos fines: políticos, sociales, económicos y culturales. Últimamente el debate sobre la reforma tributaria ha estado muy cruzado por si este proyecto beneficia o perjudica a las “clases medias”. Estimo que hay un profundo desconocimiento sobre estos grupos denominados medios en la sociedad chilena.
Como un aporte al debate, y sin usar ningún indicador de carácter oficial, sino remitiéndome a un estudio de la empresa privada ¡oh paradoja en mi caso! les planteo los datos de ese estudio. Me refiero a la Asociación de Empresas Investigadoras de Mercado, que el año pasado, a través de una encuesta de más de 3 mil casos a nivel nacional, actualizó los denominados grupos socioeconómicos.
En primer lugar, esta asociación determinó que los grupos A, B y C1 constituyen el nivel alto en materia de grupos socioeconómicos. Asimismo, sostiene que los grupos C2, C3 y D son de nivel medio; y finalmente, el grupo socioeconómico E sería de nivel bajo o de extrema pobreza. En esta oportunidad, el estudio disminuyó las variables de medición, circunscribiéndose a solo ocho, que son: origen, educación, ingreso familiar, actividad laboral, equipamiento de hogar, automóvil, telefonía, barrio y personal de servicio.
El resultado fue el siguiente: los grupos A y B tienen un ingreso promedio mensual sobre los 8 millones de pesos, y constituyen el 0,4% de los hogares chilenos. El grupo C1, posee ingresos familiares mensuales promedio de $3 millones, y constituyen el 5% de los hogares. En palabras sencillas, la “clase alta” chilena, formada por estos tres grupos, tiene un ingreso igual o superior a los $3 millones mensuales y constituyen, reiteramos, solo el 5,4% de todos los hogares.
El grupo C2, o “clase media alta”, integrado por el 15% de los hogares, tiene un ingreso familiar promedio de $1 millón. El grupo C3 o “clase media media”, también constituye el 15% de los hogares, y tiene un ingreso familiar promedio de $600 mil. El grupo D o “clase media baja”, formado por el 42% de los hogares, tiene un ingreso familiar mensual promedio de $300 mil. Y, finalmente el grupo E constituye el 22% de los hogares, y tiene ingresos inferiores a los $ 200 mil.
De lo anterior se desprenden varias cosas. Primero, que hay distintas clases medias de acuerdo a sus ingresos, y que sumadas las clases media alta, media media y media baja, o si usted quiere los grupos C2, C3 y D, alcanzan el 72% de los hogares en Chile. En segundo lugar, los ingresos de estas clases medias fluctúan entre un techo por hogar de $1 millón y un piso por hogar de $300 mil.
Estas cifras se ven respaldadas por otras, de carácter oficial, que muestran la coherencia de este cuadro, como por ejemplo: de acuerdo al Servicio de Impuestos Internos, el 78% de las personas en Chile están exentas de pagar impuesto a la renta por tener ingresos iguales o inferiores a $560 mil mensuales. Si a ese porcentaje le agregamos, de acuerdo al SII, el primer tramo que paga impuestos del 5% sobre ingresos que fluctúan entre $560 mil y $1 millón 150 mil, este grupo constituye el 12% de los contribuyentes. Dicho de manera simple: el 90% de los contribuyentes chilenos tiene ingresos iguales o inferiores a $1 millón 150 mil.
Un segundo ejemplo, a propósito del IVA a la construcción y los matices, es que en Chile el 80% de las viviendas habitacionales no paga contribuciones porque su tasación fiscal es igual o inferior a $20 millones; y si le aplico el factor de valor comercial, multiplicando por dos, el 80% de las viviendas en Chile, comercialmente, tienen un valor igual o inferior a $40 millones; es decir menos de UF, 2.000. Por eso, el ministro Arenas tiene toda la razón al sostener que la reforma tributaria del Gobierno no afecta a la inmensa mayoría de la clase media, y concentra su impacto en el 10% relativo más rico.
De hecho, en un cuadro estadístico proporcionado por el ministro Arenas en el debate de la reforma tributaria, se establece el impacto de esta en la población de acuerdo a deciles de ingresos. Los primeros 7 deciles, es decir el 70% de la población, no son tocados por la reforma. El octavo decil tiene un impacto en el 0,1% de sus ingresos; el noveno decil, un impacto del 0,5% de sus ingresos; y el décimo decil aumenta su participación en los impuestos de un 10 a un 23%. Es decir, pagan más los que tienen más.
Por el contrario, la reforma tributaria y la reforma educacional impactan positivamente en la clase media, considerando que se le devuelven a los sectores medios US$ 600 millones por efectos del término del financiamiento compartido; y se les devuelve a los sectores medios el costo de la educación superior, al ser esta en un momento del tiempo, definitivamente gratuita.