Dice que está “dentro de la lógica de lo posible” que el ex Presidente Ricardo Lagos piense en su regreso a La Moneda. Pero descarta -con la misma fuerza- que este sea el momento para hablar de candidaturas presidenciales. El ex director de Análisis Estratégico del gobierno de Lagos, Ernesto Ottone, al contrario, cree que la prioridad es que la Mandataria Michelle Bachelet recupere apoyo para sí y su gobierno.
¿Cree que la frase “realismo sin renuncia” ha terminado complicando al gobierno?
Los eslóganes simples que aparecen atractivos, porque condensan en pocas palabras una orientación, tienen el peligro que simplifican la realidad. A mí no me gusta, porque tiene elementos de contradicción. Realismo es la esencia de la política, si no se está en el realismo se está en la ensoñación, en la literatura, en otra cosa. Sin renuncia, ¿qué quiere decir? No renunciar a sus convicciones, al deseo de cambios que son justos. De acuerdo, pero eso no puede confundirse con porfía, con señalar ‘este es mi programa y mi programa se cumple a troche y moche’. Y si la realidad es distinta, peor para la realidad. Si se hace un cambio de gabinete, ¿en lo político, es sólo un cambio de nombres o es también la necesidad de imprimir cosas nuevas que no estaban o que no estaban bien?
La Presidenta planteó que los ministros no llegaban a cambiar el rumbo de su gobierno. Ahí se produjo el problema…
Si cambias a los cuatro ministros, a tres de La Moneda y al de Hacienda, sin duda que hay elementos de rumbo nuevo, si no, no se entiende. Eso no significa disminuir las convicciones, significa simplemente un acto de conducción política.
Por las palabras de la Presidenta se puede interpretar que admitir un cambio de rumbo significa una derrota. ¿Será ese el meollo de los problemas?
Si hay una interpretación de ese tipo estaría equivocada, porque en eso no hay derrota. No hay abandono de sus principios o de sus convicciones, la política significa la combinación de la virtud y la fortuna, como decía Maquiavelo. En Chile han pasado varias cosas. Primero, la situación económica mundial se ha deteriorado. Segundo, hay que considerar este verano terrible con los problemas de financiamiento de la política, con cosas como lo de Caval, que tocaron a la figura presidencial. Se deterioró el clima político. Tercero, se han cometido errores en la puesta en práctica de las reformas. He dicho que los titulares son muy buenos, pero los textos son más o menos. Hay una sensación de que las cosas no han salido del todo bien y las cosas buenas se pierden en una especie de hoyo negro y no son apreciadas en su justo valor.
Tras estas semanas, ¿ve señales preocupantes respecto de cómo funciona el gobierno o cómo está la relación de la Presidenta con sus ministros?
Gobernar significa hacerse cargo de los problemas que enfrentas. Enfrentas disfuncionalidades, un cuadro internacional complejo, una situación de desconfianza al sistema político, una oposición que no logra casi funcionar, o sea, se está enfrentando un conjunto de problemas que si bien no constituyen una crisis del país, esas visiones dramáticas son artificiales, es problemática. Chile vive un proceso de reformas y las reformas se diferencian de los procesos revolucionarios o populistas. Nacieron como una alternativa a ellos. Estos últimos son procesos apurados, de cambios refundacionales, que dejan heridos y resultados muy pobres. Un proceso de reformas se hace con las reglas de la democracia y es un proceso gradual por definición. Cuando las reformas pierden gradualidad, cuando haces demasiadas al mismo tiempo, ese proceso empieza a tener problemas.
¿Eso es lo que pasó acá?
Hay elementos de eso. Ha habido cosas que se han hecho bien, y ese es mérito del gobierno y de la Presidenta, pero hay otras cosas que no se han realizado bien. Ha habido una cierta ansiedad que ha llevado a que las cosas no estén bien diseñadas y haya tenido que haber cambios sobre la marcha, y eso va generando desapego en la opinión pública.
Tampoco ayuda que aparezca la Presidenta tomando un rumbo y su ministro del Interior tomando otro…
Aquí no hay una situación de rumbos diferentes. Pero, sin duda, hay que ajustar el discurso y la orientación para que no surjan interpretaciones.
¿Cree que hay sectores en la Nueva Mayoría que buscan no cumplir el programa?
No creo que haya sectores en la Nueva Mayoría que sean conservadores, que no estén por llevar adelante las reformas. Puede haber matices, es una alianza de fuerzas distintas, pero todas están dentro del campo reformador. Lo que pasa es que también hay sectores que dentro del campo reformador tienen nostalgia revolucionarias o populistas.
¿No es la propia Presidenta la que agudiza ese cuadro cuando pone el acento en el ‘sin renuncia’?
No quisiera atribuirle a la Presidenta una carga, porque como ha planteado ambos elementos, no puedo prejuzgar que ella tenga una decisión por uno de ellos. Después de estos últimos episodios, ¿cómo ve a la Presidenta?
Se ha hablado de un segundo tiempo, de un nuevo aire, y eso significa que tiene que haber una inflexión. El problema es el siguiente: si las cosas estuvieran resultando estupendas y la gente estuviera encantada, podríamos decir que ‘no hay nada que cambiar’, pero no es la realidad. La realidad es que la gente no está apoyando la forma en que se están realizando una serie de reformas y que los resultados del crecimiento del país no están caminando al ritmo que quisiéramos. Hay que hacer una inflexión.
Hay quienes sostienen que las críticas a la Mandataria han rayado en la falta de respeto. ¿Cree que ha habido señales desde la Nueva Mayoría de hostilidad que han pasado ciertos límites?
La figura presidencial en Chile es muy importante. La Presidenta, pese a las dificultades que ha tenido que enfrentar, lleva adelante su rol con dignidad y, como ha sido una tradición fuerte en un Estado presidencialista, es un valor, un patrimonio que Chile tiene que cuidar. Si hubiera señales de eso, deben ser corregidas.
Se lo pregunto, porque el presidente de la DC dijo que ella era “confusa”…
Sí, pero después explicó sus dichos. Si alguien ha cometido deslices en ese sentido, no son convenientes para la salud del país.
Lo que resulta evidente es que ha habido una baja de popularidad en la figura presidencial y eso ha generado desafección. Ella misma se hace cargo de eso. ¿Cómo cree usted que debe manejarse ese fenómeno?
Hay una desafección con todos: con los parlamentarios, los partidos, con el gobierno, la Iglesia. Preocupa que la figura presidencial esté con bajo apoyo, eso preocupó también en el gobierno anterior, porque Piñera inauguró la temporada de presidentes con bajo apoyo y eso no es bueno para el país, pero es posible recuperar un apoyo mayor a la figura presidencial.
Más allá que sea un fenómeno generalizado, Bachelet nunca fue afectada por ello, hasta ahora. ¿Cree que en la Nueva Mayoría está aumentando la desafección por la Mandataria?
Eso es natural. Cuando una figura está con un bajo nivel de apoyo se producen mayores tensiones en el juego entre las fuerzas que apoyan a un gobierno y ese gobierno. Está en el orden de las cosas, pero nada está en un nivel dramático, en un nivel en que no sea reversible.
En medio de todo esto irrumpió la figura del ex Presidente Lagos en el escenario. ¿Cómo interpreta usted esta arremetida?
Aquí sí que hay una suerte de construcción de una realidad. El Presidente Lagos ha estado diciendo un discurso de largo plazo, su visión de las tareas del país, del funcionamiento de las cosas, esas opiniones las ha dado siempre. No hay ningún elemento en sus declaraciones, en sus entrevistas, que sea diferente a eso, nadie puede encontrar una frase o una actitud dirigida a menoscabar el rol de la Presidenta.
Quizás hay una…
¿Cuál?
“En la calle me detienen y me dicen que vuelva para poner orden”…
Es una realidad que hay una cierta fragmentación tanto en la demanda política como en las respuestas políticas y sociales. Por ello el tema del orden, pero no creo que eso implique una actitud de críticas frente al rol de la Mandataria. Respecto de su visita a La Moneda, el fue bajo una invitación del vicepresidente, con la anuencia de la Presidenta, y posteriormente ella lo llamó para agradecerle. No inventemos una situación dramática y una tensión donde no la hay. Al gobierno le conviene tener al Presidente Lagos como una figura importante, histórica, de la centroizquierda. Y si ese es su espacio natural, ¿para qué convertir esto en una especie de tensión absurda?
El ex ministro Francisco Vidal dijo que era “desleal”; el senador Carlos Montes dijo que fue “inoportuno”. ¿Cómo lo ve usted?
Cada uno tiene derecho a decir lo que quiera, qué puedo decir. Jamás voy a entrar en polémicas personales. Me interesa analizar los fenómenos que están pasando, lo otro no es mi mundo, no me interesa.
¿Ve al ex presidente como candidato?
No es el momento para hablar de candidaturas presidenciales. Llevamos un año y cinco meses de gobierno, estamos lejos del momento en que va a empezar a ser un tema legítimo y necesario de verse. Lo central hoy es que el gobierno haga las inflexiones que tiene que hacer, recupere apoyo y pueda terminar lo mejor posible.
Una cosa es la pertinencia del debate y otra si usted cree que está interesado en una candidatura…
Ese es un tema que tiene que decidir él, además se tendría que ver si es que se generan las condiciones para que eso exista. Si me pregunta si tiene la capacidad para conducir al país, por supuesto que la tiene. Pero sobre si existirán las condiciones, como se decía en los viejos tiempos objetivas y subjetivas, para que ese fenómeno sea un fenómeno real, no tengo una respuesta en este momento.
¿No cree que el Presidente Lagos esté interesado en su retorno?
No creo que eso esté planteado hoy día.
Entonces es una puerta que está abierta…
Como todas las puertas, salvo que me preguntara si la Merkel o Putin pueden ser Presidente de Chile y diría que no. Eso escapa de la lógica posible, pero todo lo demás está dentro de la lógica posible.
Una candidatura presidencial del ex Presidente Lagos, ¿significa un retroceso para la Nueva Mayoría?
Puedo responder sólo de una manera: la Concertación realizó con errores, límites, en otras condiciones, las tareas que le correspondieron. No tengo una visión complaciente, pero tengo la impresión de que fueron años muy buenos para Chile y, por lo tanto, la Nueva Mayoría es una expresión de la ampliación de todo ello y no plantearse como una expresión de ruptura.
Por lo tanto, no sería un retroceso elegir a un candidato de la ex Concertación.
En absoluto, cómo no va a ser así si casi todas las figuras que están en el gobierno proceden de la Concertación, salvo los comunistas. La Nueva Mayoría no surgió de Marte ni posee ninguna virginidad. Esa es una visión equivocada. La única lectura real de la Nueva Mayoría es la de una continuidad con cambios.