La derecha, un paréntesis que fue necesario

Por Francisco Vidal 

En los últimos 80 años, la derecha en pleno —es decir, sus partidos políticos— no ha estado por largo tiempo en La Moneda. Veamos: entre 1932 y 1938, gobernaron con Arturo Alessandri los partidos de la época —Liberal y Conservador— e incluso con apoyo radical en su primera etapa. No obstante, la derecha fue derrotada por el Frente Popular en 1938, y tuvieron que pasar 20 años para volver a La Moneda con Jorge Alessandri Rodríguez, entre 1958 y 1964. Algunos sectores de derecha participaron tanto en la segunda mitad del gobierno del Presidente González Videla, como en la segunda parte del gobierno de Carlos Ibáñez. Pasaron nueve años después de 1964 y volvieron con el máximo poder al gobierno, no en términos de institucionalidad partidaria, ya que el Partido Nacional —la derecha en 1973— se autodisolvió, pero gobernaron con Pinochet durante 17 años, aportándole a la dictadura tanto recursos humanos como el modelo institucional, económico, social y cultural que sostuvo dicho periodo. Volvieron a perder en 1990 y estuvieron fuera de La Moneda hasta el 2010. Retornaron en la nueva versión de la derecha —RN y UDI— con el Presidente Sebastián Piñera, y su proyecto explícito en marzo del 2010 era gobernar a lo menos por dos, sino tres periodos hasta el 2022.

Afortunadamente, para la mayoría del país han sido nuevamente un “paréntesis”, pero en esta oportunidad —aunque resulte paradójico— fue un paréntesis necesario, porque solo con la derecha en el poder se podría agotar un ciclo político, económico y social, así como que muriera con honores la Concertación, coalición exitosa “en la medida de lo posible” que gobernó durante 20 años. Pero, además, solo con ellos en el poder se dio el nacimiento de una nueva coalición, más ancha en lo político y social, que es la Nueva Mayoría.

Adicionalmente, desde el punto de vista del sistema y el modelo, quedó en evidencia con ellos en el poder que no daba el ancho para las mayorías. Veamos: el sistema previsional fracasó, considerando que hay un millón de pensionados de AFP cuyas pensiones promedian los $ 180 mil; así como el último estudio de la OCDE estableció que la tasa de reemplazo promedio para hombres y mujeres es de 47%, ellos ofrecieron (José Piñera) 70%.

Por otra parte, la mayoría constató que el lucro no acompaña a la educación, sino que la distorsiona; que el financiamiento compartido castiga a la clase media con US$ 500 millones al año, y que los resultados de la PSU se han movido solo en el margen en términos de origen socioeconómico. Así, en la última PSU el puntaje promedio de los establecimientos municipales fue de 469 puntos; el de los particulares subvencionados, de 489, y el de los particulares pagados, 611. Cabe destacar que, dada la composición de las matrículas de estos tres sistemas, implica que el 93% de esos alumnos obtiene menos de 500 puntos en la PSU.

En materia de empleo, el último estudio de la Segpres plantea que el 47% del nuevo empleo es subcontratado, y que estos obtienen una remuneración 27% inferior al empleo con contrato. La “guinda de la torta” de este modelo es la distribución del ingreso. La última encuesta de ingresos del INE sostiene que el 83% de los chilenos obtiene ingresos iguales o inferiores a $620 mil mensuales. Aún más, el 58% obtiene ingresos iguales o inferiores a $ 320 mil, y en materia de percentiles, deciles y quintiles, la situación es escandalosa, dado que el 1% de más altos ingresos captura el 17% de este; el 10% captura el 32% del ingreso, y el 20% relativo más rico captura el 48% del ingreso.

Todo lo anterior coloca en evidencia el diagnóstico acertado de la Nueva Mayoría y del programa de esta fuerza política, que pone el acento en superar el principal problema de la sociedad chilena, y que es la desigualdad. Por eso fue tan necesario este paréntesis de la derecha en La Moneda.

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