Jaime Quintana por críticas post cónclave: "Walker no es la DC"

El desorden en la Nueva Mayoría luego del cónclave, las diversas interpretaciones del ‘realismo sin renuncia’, las “confusiones” de la Democracia Cristiana y las posibilidad de que alguno de los partidos abandone el “bote” oficialista, han hecho de estas dos semanas un período “para olvidar”, según Jaime Quintana.

Pero el presidente del PPD dice que finalmente la tranquilidad volvió a la coalición, y que las polémicas quedaron atrás, aunque muestra su preocupación por cómo se gestó esta “tormenta” que golpeó a la Nueva Mayoría “de la nada”. Si el conglomerado aprendió la lección, dice, estos traspiés no deberían volver a repetirse.

Usted planteó que esta es una “semana para olvidar”, y que “hemos cometido errores”. ¿A qué errores se refiere en particular?

Todos, coalición, ministros, parlamentarios, debimos habernos quedado con la vocería de la Presidenta Bachelet. Los presidentes de los partidos, 15 minutos después de terminado el cónclave, debimos cerrar y al día siguiente, a trabajar. La Presidenta definió con claridad la hoja de ruta para el segundo tiempo, tomó decisiones, zanjó materias que estaban en disputa. Pero algo nos pasó a todos que nos olvidamos de lo que dijo la Presidenta. Quizás alguien llegó con una expectativa distinta al cónclave y eso terminó desvirtuando y haciendo crecer tensiones.

¿Esperaba que los presidentes de partido no hablaran después del cónclave?

Quedarse callado nunca es posible, pero tendríamos que habernos ceñido a lo que resolvimos en el comité político del martes: que para todos los efectos los presidentes de partido nos vamos a remitir a lo que fue el cónclave. Todo lo que pasó en esta semana para olvidar fue innecesario, pero las tensiones ya se dieron por superadas.

¿Hace alguna autocrítica o toda responsabilidad recae en la Democracia Cristiana?

La DC en ningún sentido. Al igual que los otros partidos, la Democracia Cristiana tuvo un comportamiento ejemplar durante esa jornada. El presidente Jorge Pizarro planteó elementos críticos, planteó propuestas y también entregó respaldo. Lo hicimos todos los presidentes de partido aquella noche. En ningún caso hay un tema con la DC.

Pero los problemas post cónclave han surgido precisamente a raíz de la molestia de la DC y de las declaraciones de sus dirigentes.

Hay dirigentes de la DC y parlamentarios que han expresado voces disonantes, claramente la del senador Ignacio Walker. Hemos leído sus declaraciones y yo no las comparto, pero Walker no es la DC, es la opinión de un respetado senador, pero eso no es lo que está expresado en el programa de Gobierno.

¿Está conforme con el actuar de la DC? Usted mismo cuestionó la cena que tuvieron con el ministro Burgos.

A mí particularmente no me gustó, pero no voy a entrar a calificar, ellos tienen todo el derecho a juntarse. Nosotros también nos juntamos y los partidos tienen derecho a reunirse. Yo no voy a criminalizar el derecho a reunirse de los partidos.

¿Cómo explica la actitud de la DC de las últimas dos semanas? ¿Es una pataleta o una muestra de fuerza? Son el partido más grande de la Nueva Mayoría.

No es necesario andar mostrando eso cada cierto tiempo, si finalmente en lo grueso y en lo sustantivo, todos votamos de la misma manera. Aquí nadie está planteando quiebres y hay partidos que tienen determinadas maneras de hacer sentir su identidad.

¿Lo hicieron de manera correcta?

Yo no lo hubiera hecho de esa manera.

Con la reafirmación del cumplimiento total del programa ¿se siente triunfador?

Nosotros llegamos al cónclave después de 17 meses donde no habíamos tenido jornadas como ésta, donde el país estaba atravesando por distintas dificultades, como la crisis de confianza, problemas de gestión. Y como dijo la Presidenta, con una gran cantidad de reformas sin la capacidad del Estado para tener un despliegue simultáneo de las mismas.

Llegamos al cónclave en una situación bien desfavorable para todos. Por eso dije ese día que todos tenemos un poco de miedo. El ‘emoticón’ de ese día de la Nueva Mayoría era un ‘emoticón’ de miedo. Finalmente, ese día terminamos con la cara sonriente, pero tuvimos un resto de la semana de ceño fruncido.

Si se negó que haya un cambio de rumbo del Gobierno ¿qué rol cree que llegaron a cumplir al gabinete Burgos y Valdés?

A mí no se me hubiera pasado jamás por la cabeza pensar que los ministros llegaron a cambiar el rumbo, porque el rumbo del Gobierno lo define el jefe de Estado. Yo no quiero hablar de una dupla.

¿No tiene significado la incorporación de Burgos y Valdés?

Como en el fútbol, cuando incorporas un jugador en la mitad del partido no lo llevas a cambiar el esquema de juego, porque eso lo hace el director técnico, en este caso la Presidenta. No es cosa de llegar y cambiar el juego, porque eso sería improvisar.

Y por muy compleja que esté la cosa, por muchas dificultades que existan, por encuestas que sean circunstancialmente desfavorables, un Gobierno no improvisa. La dupla llega a hacerse cargo de un momento distinto, de un contexto que hay que mirar, de una situación económica a la que hay que ponerle atención.

¿La dupla Burgos-Valdés no existe?

Yo no hablo de dupla, todos los ministros son igualmente importantes. Los lunes en el comité político veo cuatro ministros, no dos, cuatro.

¿Hay un discurso unificado entre Valdés y el PPD? El ministro ha defendido la gradualidad, pero el partido no ha estado dispuesto a transar ningún aspecto del programa.

No se trata de transar o no transar. El programa no es la Biblia, pero la gradualidad tampoco es el verbo rector de este Gobierno.

¿Existen riesgos de que discordancias como la de esta semana se repitan y compliquen la gestión de la Nueva Mayoría?

Espero que no, porque la esencia del quehacer político es aprender de los errores y no tropezar con la misma piedra. Esperaría que todos los que hemos sido parte de este episodio hagamos el mayor esfuerzo para no caer en lo mismo.

¿Atribuye algún error al manejo del Gobierno? En 30 días las señales han sido erráticas: anunciaron gradualidad, después se asegura el cumplimiento pleno del programa.

Nosotros llegamos al cónclave luego de un transitar por un camino pedregoso. Por supuesto que hay errores de todos. Aquí somos todos parte de esta orquesta, aquí no hay solistas, y hay un director que es la Presidenta y justo cuando dimos con el tono adecuado el día del cónclave, la banda se pone borracha. Todos, y yo soy parte de la banda, cometimos errores. Me siento con la modesta autoridad para decir que se cometieron errores y que espero no se vuelvan a repetir.

Después de esta semana ¿está en riesgo la continuidad y proyección de la Nueva Mayoría?

En el cónclave todos, los siete presidentes de partido sin excepción, hablamos de la proyección de la Nueva Mayoría. Y en días posteriores se nos olvidó. De la nada generamos una tormenta.

Pero no se entiende que luego de las intervenciones afines en el cónclave un día después parece que las concordancias no eran tales.

Yo estaba al lado de Pizarro, y estábamos todos contentos.

¿Qué pasó entonces? ¿El discurso de Pizarro en el cónclave no fue sincero?

A veces pasa, como dicen los mapuches, que el ‘cherufe mete la cola’. El ‘cherufe’ es el diablo, y eso nos pasó: el diablo metió la cola. No sé quién es el diablo aquí, quizás sea yo mismo, pero alguien desalineó esta cosa.

¿La Democracia Cristiana?

No, categóricamente ningún partido. La DC no fue.

¿Fue Ignacio Walker?

Probablemente personas hayan contribuido a enrarecer el ambiente.

Tras su primer mandato Bachelet entregó el gobierno a una coalición de derecha. Hoy con 70% de rechazo ¿existe alguna posibilidad de que ese escenario no vuelva a repetirse?

Hoy está muy claro que las reformas van a tener un empalme con el Gobierno siguiente. Las reformas se van a cerrar en el próximo Gobierno, pero yo no incorporaría hoy día la calculadora electoral.

¿Qué le preocupa del pie en que quedó la coalición luego del cónclave?

Cuanto antes, debemos construir un mecanismo de diálogo más allá del comité político. Creo que el ministro del Interior y de la Segpres debieran con mayor frecuencia convocar a los presidentes de los partidos y bancadas a reuniones bilaterales.

¿Le gustaría ser más escuchado?

En estos tres meses ha existido poco intercambio de puntos de vista. Por lo menos el PPD ha tenido solo una reunión con el ministro del Interior. Si en el cónclave planteamos que hay que mejorar los canales de comunicación, está bien el comité político, pero no cuesta nada a mitad de semana llamar al presidente del partido o a las mesas a conversar.

Fuente: El Pulso

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