Las negociaciones en la Nueva Mayoría para la mesa y las comisiones del Senado le quitaron la mayor parte del tiempo esta semana al senador Guido Girardi (PPD). Al final salió humo blanco. Sin embargo, este es uno de los primeros desafíos para el bloque que desde el 11 de marzo será oficialismo. Aquí, el legislador aborda lo que se viene para el conglomerado y recalca sus posiciones frente a los otros partidos. Además, hace frente a las polémicas en la instalación del gobierno de Michelle Bachelet.
Antes de asumir este gobierno tres designados subsecretarios renunciaron, ¿es un mal inicio?
-Es totalmente marginal, intrascendente y accesorio. Ni siquiera estamos hablando de subsecretarios que renuncian a un gobierno que ya asumió. Es normal que cuando tienes que nombrar cargos públicos haya personas con problemas.
Pero, las críticas han venido de su propio sector.
-La derecha evidentemente tiene una capacidad, por la vía del control de los medios de comunicación, de poner el micrófono a algunas personas y hacer que terminemos conversando nosotros de esos temas y amplificando al extremo estas críticas que salen de la Nueva Mayoría.
Entonces, ¿no considera que hubo errores?
-Sí hubo errores que se cometieron. Pienso que equivocarse es un derecho humano, la diferencia está en reconocer el error y repararlo, no barrerlo debajo de la alfombra. La diferencia del gobierno de Piñera con el de Bachelet es que Piñera sí que tuvo temas relevantes en materia de conflicto de intereses de las autoridades que nominó y que nunca resolvió.
Si bien el PPD accedió a ministerios importantes, ¿usted quedó conforme con los nombres?
-La adhesión nuestra es a Bachelet, en tanto ella representa las aspiraciones de cambios que impuso la sociedad. La política se despolitizó, la política no fue la que puso el debate de la educación. La política renunció a la política, por lo tanto, también quiere decir que cambió la gobernabilidad. En esta sociedad que cuestiona las elites ,y el mundo vertical, ya no es posible construir gobernabilidad poniéndose de acuerdo entre los partidos, el gobierno-oposición, empresarios y el mundo militar.
El secretario general de su partido, Gonzalo Navarrete, dijo que Felipe Harboe ejerció un rol más allá de lo institucionalmente acordado en las nominaciones, ¿está de acuerdo con esas declaraciones?
-No me interesa esa conversación. A mí me da lo mismo quien sea ministro, subsecretario, intendente o gobernador, me importa lo que están dispuesto a hacer en pos de que avancemos en la dirección que tenemos que avanzar.
¿Se siente representado?
-Me siento muy bien representado por los ministros del PPD. Por Heraldo Muñoz que es amigo mío, por el ministro de Transporte (Andrés Gomez-Lobo) que es una persona que valoro y que me asesoró cuando yo era presidente del Senado. Por el subsecretario de Telecomunicaciones (Pedro Huicalaf) que era mi asesor; o por la ministra de Salud (Helia Molina), que no es solamente una persona que estimo, una persona valiosísima, que es una gran amiga; o por Paulina Saball, y para qué decir de Rodrigo Peñailillo y con la ministra de Cultura, (Claudia Barattini), que es amiga mía de toda la vida. Me siento muy cercano con ellos, lo mismo que con los subsecretarios. Esa conversación es la trampa que nos autoimponemos o que nos ponen, es decir, hablar de temas que son totalmente irrelevantes cuando de lo que debiéramos estar hablando es justamente de cómo tenemos una mirada del Chile que viene.
¿Existen dos bandos en el PPD?
-Está hablando con alguien que dicen que lidera uno de esos dos bandos y puedo decir que eso no es así. En el PPD debemos contribuir a colaborar a que haya un debate de contenidos e ideas. A mí lo que me parece apasionante es poder discutir con los distintos sobre las ideas. Al no conversar sobre los temas sustantivos ahí uno se distrae, se agota en una conversación que es totalmente intrascendente, que son las pequeñas disputas de poder respecto de los cuales a mí no me interesa ni siquiera opinar, porque me agotan, me cansan.
Osvaldo Andrade pidió agilizar su reemplazo, ¿qué opina usted?
-La DC tiene un mecanismo que espero que sea lo más democrático y participativo posible en el tiempo que tenemos. Hay un presidente del PS que ha llegado a un entendimiento con el PPD, con Jaime Quintana, que hace muchos años no había visto, sin poner en tensión su relaciones con la DC. Considero que Andrade es una suerte de prestidigitador. Tenemos la ventaja de tener un elenco de muy buenos presidentes de partidos, más allá de las diferencias que tengo con ellos, con Gómez, con Ignacio Walker. Tengo diferencias duras con él, y podría criticarlo, el otro día dio una opinión sobre educación que no comparto. Pero valoro, más allá de las diferencias el muy buen nivel de los presidentes.
La DC tiene un discurso más moderado en la reforma educacional, ¿esto puede dificultar las relaciones en el bloque?
-La DC representa parte de una diversidad dentro de la Nueva Mayoría., además haciendo la salvedad de que hablar de la DC no es hablar de una cosa uniforme, porque hay personas dentro de la DC, diría que incluso una mayoría, que considero que es progresista respecto de los temas de educación y de salud. Lo que sí puedo decir es que estos temas ya fueron resueltos. Fueron sancionados, porque recuerdo que la DC concursó en una primaria que no ganó, el proyecto que triunfó fue el de Michelle Bachelet, que proponía un conjunto de iniciativas, entre ellas, la educación gratuita y de calidad y una reforma tributaria que tenía determinada características.
¿Habrá complicaciones en el bloque?
-Los senadores y diputados tenemos un compromiso con el país, porque me imagino que la DC, o nosotros, o cualquiera, no habría sacado los mismos senadores y diputados enarbolando, por ejemplo, un discurso contra la gratuidad o favor del lucro.
Usted dijo que se debían adelantar las reformas, ¿cómo se aplica esto?
-Cuando hablamos de una reforma tributaria, hablamos de una reforma que comenzaría a regir a partir del cuarto año de la presidenta Bachelet. Creo que para la demanda de los ciudadanos de los 2 mil o 3 mil millones de dólares que se requieren en salud, o la demanda de una educación gratuita, que cuesta 4 mil millones de dólares, sería muy importante que la pudiéramos no empezar a poner en ejecución el año cuatro si no en el año dos o a más tardar el año tres.