El senador Guido Girardi (PPD) luego de informar el acuerdo político de gobernabilidad alcanzado en el Senado por la Nueva Mayoría analizó con DF los primeros días del gobierno de Michelle Bachelet y cómo llevar a cabo los cambios tributarios y constitucionales. A su juicio, la Nueva Mayoría debe hacerse cargo de varias “omisiones” y “abandonos” que dejó la Concertación en su anterior período de gobierno de 20 años y que afectaron a la ciudadanía.
– A dos semanas de asumir el gobierno Michelle Bachelet ¿cómo analiza el futuro gabinete?
– Lo que me importa es el contenido, lo relevante del programa de Bachelet, que son las ideas que están representadas ahí, porque representan el anhelo de cambio y de vida mejor, de dignidades de muchos chilenos. El programa representa además la resolución de una confrontación histórica en el mundo progresista, entre autocomplacientes y autoflagelantes, entre díscolos o no. Uno de los mayores problemas que puede vivir Chile tiene que ver con la gobernabilidad y para que no nos pase lo de Venezuela, tiene que ver con la adecuada resolución de las desigualdades que tiene el país. La principal amenaza a la paz social y la inclusión y que nadie vea a otro compatriota como una amenaza, tiene que ver con disminuir la brecha de la desigualdad. Este gabinete representa la posibilidad de avanzar en eso, hay algo que nos falta, y no es culpa de la presidenta Bachelet, es que nuestra estrategia de desarrollo sigue muy vinculada al Siglo XX. El gabinete no solo debe hacerse cargo de las herencias del pasado, sino que de los desafíos futuros.
– ¿Cómo se hacen cargo de eso?
– Lo hacemos cuando se habla de educación pública, gratuita y de calidad, es un principio universal de la sociedad. No es un tema de izquierda, cuando hablamos que la salud sea un derecho tampoco es un tema de izquierda, en Francia no existe la educación privada, se lleva al mismo colegio al hijo del empresario y al del trabajador de la empresa. Cuando hablamos de tener una constitución democrática, no se trata de un tema de izquierda y cuando hablamos de tener una carga tributaria de 24 puntos del producto y tener un impuesto a las utilidades de las empresas de 25% y un impuesto a las personas de 35%, eso es homologar a Chile a un mínimo común denominador de convivencia democrática.
– ¿Pero para muchos en el oficialismo las reformas comprometidas pueden generar efectos no deseados en crecimiento y empleo?
– La sociedad chilena está preparado, lamentablemente lo conservador en la sociedad chilena son sus élites y no me refiero a la élite empresarial, me refiero a la élite política que es más conservadora que la sociedad. Esta élite no entiende en la sociedad que está y teme al Siglo XXI.
– ¿En qué plazo debe tramitarse la reforma tributaria?
– Yo creo que se debe adelantar la reforma tributaria, porque las expectativas son tan fuertes que se requieren por lo menos de
US$ 2.000 a US$ 3.000 millones para resolver la crisis de salud y falta de especialistas; que se requieren
US$ 4.000 millones para avanzar en la gratuidad de la educación y que tenemos varios problemas urgentes y se requiere mucho dinero para readecuar y dar el salto necesario para que no exportemos materias primas, sino que en vez de litio, baterías. Tenemos una deuda tan grande que en vez que la reforma tributaria comience a ponerse en ejecución desde el cuarto año del gobierno, ojalá se pudiera anticipar. Y la discusión también.
-¿Pero hablamos de lo comprometido en el programa o de ampliar la reforma tributaria a temas como el Sipco?
– Al menos hay que hacer aquello que se encuentra en el programa, eso es lo obligatorio, se pueden agregar cosas, pero tiene que conversarse, porque en eso no hay acuerdo, lo que está en el programa es sagrado, porque tuvo una primera validación en una primaria y luego en primera y segunda vuelta. Lo que no está en el programa no es ley, por tanto, tienen que reconstruirse acuerdos y consensos para esos temas. Pero insisto, hay que adelantar la discusión y aplicación de la reforma tributaria, las necesidades son inmensas.
– ¿Los movimientos sociales podrían presionar la labor del parlamento?
- El parlamento debe ser influenciado por los movimientos ciudadanos, lo anacrónico sería que hubiera un parlamento que no cumpliera su rol, que es escuchar a la sociedad y la gente. Ya no hay posibilidad de gobernabilidad de la élite, ya no se puede seguir construyendo políticas públicas entre cuatro paredes. El parlamento debe ser el lugar o uno de los espacios donde la ciudadanía debe ser escuchada.
– ¿Están despejados los reparos a la reforma tributaria que plantearon incluso algunas autoridades del actual gobierno?
– Eso fue una campaña del terror, porque los empresarios chilenos son muy capaces y tienen muy claro qué países tienen crecimientos sostenidos y permanentes, y además con economías innovadoras. Las economías de la OCDE, que tienen crecimiento más acelerado, son justamente aquellas donde la carga tributaria es mayor. Chile se parece más como potencial de desarrollo futuro a Suecia por su tamaño y ser un país minero o a Finlandia por tamaño y porque eran países exportadores de commodities.
– Respecto a los cambios a la Constitución, ¿deben ser de una sola vez o por etapas?
– Lo importante es la reforma constitucional para tener una nueva Constitución y que ponga temas nuevos, reconocer nuevos derechos a educación y salud, la prioridad por las Energías Renovables no Convencionales (ERNC), reconocimiento de pueblos indígenas y mucho más. Hay una Constitución obsoleta donde prevalece el valor de la propiedad privada muy por sobre el bien común, hay que cambiar eso. Dicho eso, creo que si queremos tener una Constitución que tenga la legitimidad suficiente. Lo peor que podemos hacer es una entre cuatro paredes. Por eso, la posibilidad de una asamblea constituyente no hay que temerla, también existe un mecanismo que puede ser combinado de mayor participación a través de una suerte de asamblea constituyente con un rol relevante del Congreso y que finalmente se elabore un marco constitucional que sea plebiscitado.
Bachelet simboliza reencuentro con mundo progresista
-No, pienso que Bachelet llega por segunda vez a la presidencia en un proceso que tiene claro que los tiempos son breves y que hay mucha omisión y abandono de la antigua Concertación que la Nueva Mayoría tiene que reparar y creo que ella representa la reparación de esas omisiones y ella simboliza con su programa el reencuentro entre el mundo progresista y una ciudadanía a la cual este mundo progresista le había dado la espalda. Démosle la posibilidad al gobierno de la presidenta Bachelet de ser evaluado cuando empiece, dejémosla gobernar con su gabinete, si no funciona es legítimo que puedan haber opiniones criticas constructivas.
– ¿Cómo ve el futuro comité político de La Moneda con Rodrigo Peñailillo, Ximena Rincón y Álvaro Elizalde?
-Lo veo de forma interesante, son todas personas con experiencias concretas para enriquecer este proceso, además la política de Michelle Bachelet no se realizará entre tres ministerios, sino que con los parlamentarios, el mundo científico, los académicos y los empresarios y trabajadores. Lo más importante es cambiar la manera de pensar los problemas.
– Pero, por ejemplo, Jorge Navarrete dijo que haber puesto a Peñailillo en Interior fue un error…
-No vi a Jorge criticar que se hubiera puesto a Andrés Zaldívar o Edmundo Pérez-Yoma, que a lo mejor en su momento podrían haber sido criticados por estar avanzados en la edad, esto no es un problema de edad, es un problema de tiempos y de enfrentar los problemas en forma colaborativa.
– ¿Qué rol espera que juegue Peñailillo?
– Rodrigo tiene un rol clave en generar esta nueva apuesta de una coalición que entiende que hay nuevos desafíos que enfrentar y él tiene el rol de conducir a su gabinete en esa dirección.