¿Es tiempo de un “Acuerdo Nacional”? ¿Otro Acuerdo?…

He leído y estudiado, como muchas personas en estos dos días de fines de febrero, la carta firmada por 231 personalidades, “independientes, progresistas y exponentes de la centroizquierda democrática”, lo que la prensa conservadora, de manera interesada, ha llamado “los rostros de la ex Concertación” para poner un sello de pasado. Antes de emitir un comentario, responsablemente, era necesario conocer el contenido de la misiva.
Hay varias cosas que me llaman la atención: se habla de que ahora “Es tiempo de un acuerdo nacional” y me pregunto de inmediato: ¿Qué fue entonces el “Acuerdo nacional por la paz social y una Nueva Constitución”, suscrito por gobiernistas y oposición el pasado 15 de noviembre del 2019 en medio del estallido social.
Este acuerdo tiene la virtud de haber abierto de par en par las puertas de un plebiscito que pone a Chile y a todos los ciudadanos ante la oportunidad histórica de incidir en una nueva perspectiva institucional, más justa y más democrática. Lamentablemente, la misiva de los 231 emerge además, luego que el gobierno hiciese un llamado para abordar temas de violencia. Seguramente, fue una mera coincidencia, pero no escapa al sentido común cualquier interpretación que se haga de aquello.
Lo segundo es que las tres propuestas que se formulan (programa social; paz social y orden; recuperación económica) brindan un interesante panorama de temas que han circulado profusamente en estos meses de crisis, en diversos tipos de documentos, de Fundaciones, académicos, ensayos e incluso, en el caso del PPD, que ya están presentes en las conclusiones de su IV Consejo Ideológico Estratégico, y en este caso, incluso con sellos claramente progresistas (ver documento final en la web oficial del partido).
En cuanto al epílogo (“nuestro llamado”), bastante breve, nadie podría estar en contra y por lo tanto la novedad del mismo es asimilable a otros llamados igualmente relevantes.
Vamos ahora a un discernimiento más profundo. El documento de los 231 no contiene ninguna autocrítica. Y esto es un hecho que debiera llamarnos la atención, pues respecto de los contenidos de cada uno de los tres temas (programa, paz y crecimiento), cada uno/a de lo 231 tuvo oportunidades, tanto como autoridad en diversos ámbitos y también como colectivos políticos, de haber hecho avanzar, tal vez con más voluntad o audacia, depende, los objetivos, lineamientos, criterios, ides, etc que se esbozan.  Lo planteado en esta misiva nadie podría desecharlo. El punto es que no se trata de firmas de quienes observaron la realidad de Chile, por fuera de los 24 años de gobierno, sino de quienes tuvieron la ocasión y opción de haber efectuado mayores progresos. Por último, un decir: “Hicimos todo lo que podíamos hacer”.
Otro aspecto llamativo en cuanto al tema de “paz social y orden público”, es que me inquieta que los acentos principales estén concentrados en conceptos tales como “barbarie, anarquía, poder del más fuerte, sufrimiento, zozobra, control, contención, mayor eficiencia policial (con respeto a los DDHH por cierto, se dice).
Se argumenta, por tanto, que de no hacer frente a esta suerte de desorden y caos, se puedan tener “graves consecuencias en la confianza pública, favoreciendo a quienes les incomoda la democracia”. Y me pregunto: ¿Qué lenguaje es éste? ¿Del mundo progresista? ¿De la centroizquierda?  ¿De qué barbarie estamos hablando? ¿A qué nos referimos con “el poder de los más fuertes”? ¿Dónde está el poder hoy, realmente, y que por un largo período ha fustigado las esperanzas de la gente? ¿En los que se manifiestan? ¿En los que dominan?…
Recurro a nuestro IV Consejo Ideológico Estratégico: “Nuestro mundo, lo que necesita, no es ser más o menos de izquierda, sino que una mayor audacia en cuanto a salirse del status quo, radicalidad democrática en cuanto a jugarse más decididamente por los derechos de las personas e ir a la raíz de las cosas; y por último, estar más conectados con las personas superando el elitismo”.
Nadie, con meridiana sensatez, puede estar conforme con acciones extremas y que se afecten las legítimas movilizaciones pacíficas. La barbarie no está en este ámbito sino en la base que genera una sensación de que no hay referentes para resolver una crisis: un gobierno disminuido, un congreso y partidos políticos en el nivel más bajo de su historial de confianza, una iglesia que dejó de ser la “voz de los sin voz”, instituciones militares y de orden severamente comprometidas en actos de corrupción y faltas a la probidad, una clase política juzgada socialmente, medios de prensa hegemónicos. ¿Dónde radica hoy “el poder de los más fuertes”.  La violencia debe ser erradicada. Es un desafío. Pero, como dice el IV Consejo ideológico del PPD: “Hay que ir a la raíz de las cosas”.
Finalmente, una breve observación respecto del tema “recuperación y crecimiento económico”. Con ansias, estamos todos en búsqueda de aquellas ecuaciones que permitan una digna relación entre un desarrollo digno, crecimiento y equidad social. La misiva de los 2131 advierte, no obstante, de manera perentoria: “Demandar mayor gasto social es fácil y popular. Se requiere una economía fuerte para que los recursos públicos estén disponibles para aliviar la economía personal y familiar” de quienes así lo requieran. ¿Qué es este enfoque? ¿Es de centroizquierda? ¿Progresista? ¿De verdad, lo que en el PPD se buscaría es “aliviar” los problemas sociales?…
Recurro nuevamente al IV Consejo Ideológico del PPD (mayo 2019, cuatro meses antes del estallido social: “Nuestra aspiración es a un desarrollo y una sociedad que garantice la dignidad y el mayor bienestar. Tenemos que convertir el crecimiento económico en bienestar. Los cambios sociales requieren la construcción de una sociedad del bienestar y de la solidaridad como alternativa a la “sociedad de mercado”. Esto se traduce en un nuevo Estado de Derechos Sociales, que no “alivia” sino que transforma el crecimiento y el desarrollo mediante un modelo más equitativo.
En suma: la misiva “Es tiempo de un acuerdo nacional”, tiene -no obstante- la virtud de motivar reflexiones y seguramente invitar a desarrollar mejores ideas. Lo esencial hoy es fortalecer el “Acuerdo por la paz social y una nueva constitución”, ya suscrito ampliamente como un “acuerdo” de verdad, de carácter nacional. Su virtud más importante y decisiva fue abrir los caminos para un histórico plebiscito. Entre ese acuerdo, en donde el PPD tuvo roles relevantes y la misiva de los 231, hay un camino con muchas ideas y propuestas, todas las cuales habrán de converger hacia el sentido común ciudadano. Yo me quedo con la tarea de fortalecer primero y principalmente ese acuerdo del 15 de noviembre, porque de manera efectiva y en un momento crítico de nuestra historia reciente, se firmó en el tiempo preciso de un acuerdo nacional.
Domingo Namuncura
Vicepresidente nacional PPD (PPII)
27-02-20
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