En pleno septiembre las bromas le llueven a Ricardo Lagos Weber: tiquitiquitíiii!!! le gritan por las calles de Valpo. Imposible olvidar su performance dieciochera. La cueca que bailó en sus tiempos de vocero de Michelle Bachelet —y que más bien parecía una danza eléctrica— quedó indeleble en la retina popular. “Toma”, dice extendiendo un pañuelo con encaje blanco, en cuyo extremo se lee: Muy felices Fiestas Patrias. Lagos Weber.
Humor no le falta al senador por Valparaíso. Claro que su ánimo cambia ya iniciada la entrevista, cuando se le pregunta sobre las declaraciones de su padre, el ex Presidente Ricardo Lagos Escobar, quien desde su podio en Icare dijo que faltaba “decisión de la autoridad pública”, palabras que causaron escozor en La Moneda.
El gesto serio también lo acompaña cuando habla de las reformas que hoy lleva adelante el gobierno de Michelle Bachelet y que han marcado la distinción entre la vieja Concertación y la Nueva Mayoría, como dos fuerzas en oposición y estilos de trabajo muy diferentes. Y ahí, justo en el medio, está él, hijo de uno de los presidentes más emblemáticos del antiguo conglomerado y, al mismo tiempo, un cercano al bacheletismo, engranaje clave dentro de la Nueva Mayoría, e incluso una posible futura carta presidencial .
Se la jugó entero para la discusión de la Reforma Tributaria donde, como presidente de la Comisión de Hacienda, fue uno de los impulsores del protocolo de acuerdo con la oposición, que permitió destrabar el trámite legislativo, bajando con ello las tensiones que provocó en distintos sectores sociales —principalmente entre el empresariado— y que amenazaron con hacer naufragar uno de los proyectos más importantes de Bachelet. Ahí Lagos Weber participó de una serie de reuniones y tratativas con figuras de la centro-derecha, donde su padre también fue mencionado en la prensa como clave en la articulación del nuevo acuerdo.
“He tenido mucha suerte de tener un padre como el mío y de haberme ganado la confianza de la Presidenta Bachelet. Fui su primer vocero durante su anterior gobierno. Y ahora, para la primaria de 2013, fui el único parlamentario del sector que incorporó en su comando. Caí parado”, declara el senador que, según la última encuesta CEP, fue una de las figuras políticas mejor evaluadas, subiendo del 35 al 43 por ciento, y ubicándose justo después de Marco Enríquez y Carola Tohá (44 por ciento), Isabel Allende (45 por ciento) y Andrés Velasco (46 por ciento). “O sea, tengo tres puntos de diferencia, algo estadísticamente irrelevante. Y eso se forja ‘a pesar de’ o a partir de ‘ser hijo de’”, remarca.
—Y después del rol que jugó con Bachelet —como ministro y parte del comando—, ¿cómo lo tocaron las palabras de su padre en Icare?
—Se generó una polémica un poco ficticia. Mi viejo dijo un par de cosas que son ciertas, como que la energía en Chile es la más cara de América Latina. Y esa es responsabilidad de todos, no solamente de la Presidenta Bachelet.
—Pero hubo molestia dentro de la Moneda por el tono del mensaje, esto de “falta de decisión”, “ponerse los pantalones”.
—Lo que pasa es que una vez que los medios ponen la cuña todo se interpreta en un cierto sentido, y se genera la situación…
—Pero su padre debe haber tenido claro el contexto en que pronunció esas palabras: en un momento delicado, donde se está analizando la reforma tributaria, ad portas de una desaceleración…
—Esas preguntas tendrías que hacérselas a Lagos Escobar, no me puedo hacer cargo de todas las cosas que dice, muchas las comparto, otras puede que no, al final del día cada uno tiene su opinión.
—Se suele mencionar que Lagos Escobar tiene una animadversión contra Bachelet, en parte por no haber realizado el puente de Chacao, proyecto que él había anunciado con bombos y platillos durante su gobierno.
—No estoy en condiciones de interpretar los rumores. Me parece que la Presidenta anunció durante la campaña que se iban a retomar esas obras, me quedo con eso.
—Y cuando se dice que esa sería una de las razones de una supuesta molestia de Lagos Escobar con ella…
—No sé, primera vez que lo oigo. Leo pocos diarios…
“No creo que haya dos almas, lo encuentro una exageración…”, dice ahora sobre las impresiones que rondan a partir de los dichos de Lagos Escobar. Desde su tribuna en El Mercurio, el columnista Carlos Peña fue más allá y señaló: “Las palabras de Lagos marcan con una claridad que no admite dudas la diferencia que media entre la Concertación y la Nueva Mayoría, entre él y Bachelet”.
Pero el senador por Valparaíso no lo tolera. “Todo es un maniqueísmo que no comparto. La Presidenta Bachelet se fue bien evaluada de La Moneda, Lagos también; ambos tuvieron excelente relación con el empresariado, con los dirigentes sociales. Con un 70 por ciento de aprobación en La Moneda no puedes haber sido el Presidente o la Presidenta de un solo sector. Bachelet fue reelecta a partir de un programa de gobierno tremendamente reformador, medidas que Lagos Escobar avala. Entonces, todo eso de las dos almas no me lo compro, no comparto esa mirada binaria”. Y da por cerrado el tema, sin intenciones de seguir dando declaraciones sobre “Lagos Escobar”, como lo llama para marcar la necesaria distancia con su papá.
Sí se entusiasma con su rol para la articulación de la reforma tributaria, donde fue un miembro activo en la redacción del protocolo de acuerdo en conjunto con la oposición.
“Tenía dudas sobre la implementación del proyecto como venía originalmente y además el gobierno se exponía a una acusación de inconstitucionalidad que podía traer costos políticos importantes, y eso había que decirlo”. Su intención de analizar con más profundidad el proyecto e incorporar a miembros de la Alianza al diálogo —a pesar de que el gobierno contaba con mayoría en el Senado—, le trajo acusaciones de estar “atornillando al revés”. “Yo soy leal al gobierno, nadie me puede acusar de lo contrario. Pero lealtad no significa incondicionalidad”, asegura mirando fijo. Finalmente la idea del diálogo se impuso y el protocolo de acuerdo fue firmado en una mediática conferencia de prensa realizada en La Moneda. “Políticamente, es un tremendo triunfo”, declara.
—Aunque dejaron heridos en el camino, partiendo por el nuevo socio de la Nueva Mayoría, el PC.
—No cuidamos las formas y los afectos al interior de nuestro conglomerado. La Nueva Mayoría no es la Concertación, que tenía experiencia en tramitar proyectos y en llegar a acuerdos dando la sensación de una cierta unidad. Pero con algunos compañeros nuevos de ruta nos faltó explicar bien el contenido del protocolo y por qué se suscribía. Fue brusco el desenlace y llegar a un entendimiento con un partido de derecha no resultó fácil de digerir.
—Claro, a muchos les recordó la política de los acuerdos de la vieja Concertación, que hoy representa casi una mala palabra…
—Pero ojo, eso era porque no teníamos mayoría parlamentaria —y así fue hasta el 2005— producto del sistema binominal. Para aprobar e incluso repartirle plata a los chilenos, tenías que sacarle la mosquita a la derecha. Y además al interior de la Concertación había y hubo fuerzas que empujaban en una dirección distinta a la que quería el resto de la coalición. Bastaba con que un porcentaje pequeño de la Concertación dijera que no, y tenías que terminar negociando. Cuando con Lagos se aprobó el Auge y él lo anunció, no dijo que no se pudo lograr un fondo solidario de salud porque la derecha no quiso tocar a las isapres. O cuando Frei lanzó la jornada escolar completa, la derecha aceptó a cambio de financiar a los particulares subvencionados, poniéndoles edificios con recursos públicos. Hubo que transar y se aprobó la jornada escolar completa, pero nadie dijo a qué costo. Y en el caso de la pensión básica solidaria, de la Presidenta Bachelet, ella quería modificar parte de las AFP. ¿Qué dijo la derecha?: “No pues mi amiga, si toca a las AFP se queda sin pensión básica solidaria”. Entonces, ¿por qué está desprestigiada la política de los acuerdos? Porque se mostraron los anuncios y no las diferencias. Ahí está mi crítica, y esa es la conversación que tengo cada fin de semana con mi viejo.
—Sin embargo, el protocolo de acuerdo tributario que firmaron con la derecha permitió revivir el estilo de la vieja Concertación, lo que de paso golpeó a la Nueva Mayoría…
—¿Quiénes hablan de la ‘vieja Concertación’? Todos aquellos que gracias a ella fueron diputados, senadores, ministros y embajadores. Estaban en el riñón de la Concertación y gobernaron 20 años. Fue el conglomerado más exitoso en términos de variables sociales, de salud, económica, de progreso, por lejos. ¿Pifias?, seguramente, ¿Deudas?, no me cabe duda, ¿Errores?, quién no los tiene. Pero la mirada pesa. Hay quienes ven la mitad del vaso vacío. Yo no miro el vaso lleno, pero creo que siempre es mejor. Hoy estoy contento con la Nueva Mayoría; es más que la Concertación, lejos, a pesar de que algunos creen que simplemente se trata de un acuerdo político-programático.
—Así lo declaró Gutenberg Martínez.
—E Ignacio Walker. Hay una parte de la Democracia Cristiana que cree que esto no es una coalición política. Pero si tiene melena de león, dientes de león, garras de león, cola de león, es un león. Y esta es una coalición política tratando de conformarse. Pero claro, al remitirlo sólo a un ‘acuerdo programático’ se busca reducir los niveles de ambición en términos de proyecciones, dar la sensación de algo acotado en el tiempo, cuando aquí se están definiendo temas para Chile a los próximos quince o veinte años. En el fondo hay un problema de identidad de muchos. No se sienten muy cómodos dentro de la Nueva Mayoría. Dicen que es sólo un acuerdo temporal para revisar su pertenencia a este emprendimiento político
—¿Lo dice por la DC?
—Y por otros sectores además, ojo. En el Partido Socialista también hay gente con una mirada dudosa respecto de cuánto se puede seguir con esto. Pero bueno, esta es una coalición que todavía tiene que terminar de cuajar. Yo no sé qué va a ocurrir, si va a cuajar o no, para eso estamos trabajando. Y en eso el programa de gobierno es fundamental. No es un fetiche. Tampoco son las tablas de la ley, pero nos da un norte. Y no me extrañaría que no todo lo que hoy está considerado en el programa lo podamos hacer de aquí a cuatro años. En consecuencia, si no podemos cumplir a cabalidad, ¿la Nueva Mayoría será capaz de proyectarse en un futuro gobierno? Por lo demás dudo que vaya a existir otro liderazgo tan aglutinador como el de Bachelet, por lo tanto lo único que nos va a unir como conglomerado es el proyecto político.
—¿Se logrará? Hoy existe preocupación por cómo se están llevando adelante estas medidas. Las encuestas reflejan una caída dramática en el apoyo a las reformas. Bachelet salió a poner todo su capital político.
—Y todavía le queda bastante en el banco. Tiene que dosificarlo en función de las reformas que vienen de aquí a diciembre, como la educacional, que hay que aprobarla en 2015. Y los ministros tienen que ponerse.
—Cada vez suena más fuerte un cambio de gabinete. Si lo convocara la Presidenta, ¿estaría dispuesto a repetirse el plato?
—Creo que hay más recursos humanos disponibles que Lagos Weber, así que no creo que eso ocurra. Pero yo fui boy scout, ¿y cuál es el lema? Siempre listo.