Es viernes y Guido Girardi camina por los pasillos del Congreso en Santiago mientras algunos asesores le hablan, le acercan un iPad, le anuncian reuniones. Él camina, dice que sí, que no, que a las dos de la tarde, y no a la una.
El senador del PPD luce relajado, algo despeinado y sin corbata. Y aprovecha de comentar temas que le apasionan, como la nueva versión del Congreso de Futuro, que él se encarga de organizar, con la visita de destacados científicos. Girardi tiene varias fotos en su oficina. En una pared está la de Salvador Allende. En otra está él saludando de mano al Papa Benedicto XVI, y en otra, sentado junto al Dalai Lama.
-Bastó que se fusionaran las bancadas del PS y del PPD para que se generara un cuestionamiento inmediato de parte de la Democracia Cristiana. Se dice que este acuerdo podría afectar el llamado “eje histórico” entre socialistas y democratacristianos.
-Entre todos los partidos va a seguir habiendo convivencia y diálogo. Este es un tema de énfasis, porque el PS nunca dejó de dialogar con el PPD, pese a la existencia del eje PS-DC. Y si miras la realidad, ese eje fue un acuerdo más bien superestructural, simbólico, pero no real. En esta elección y en las anteriores, los que se sentían identificados con el PS apoyaban a los del PPD, y viceversa. A mí me parece que ese eje responde más bien a lo que se denominaba y que dejó de existir, que es la Concertación, la que cumplió un rol importante, pero que ya no es la institución que representa los anhelos profundos de la sociedad progresista. La Concertación se estructura sobre la base de ese acuerdo DC-PS.
-¿Y eso se agotó?
-Yo diría que son ciclos. La Concertación hace mucho tiempo, cuando transó su proyecto histórico y se acomodó al proyecto neoliberal, dejó de levantar las banderas que eran sus banderas constituyentes, como la educación pública gratuita. Cuando se alejó de su proyecto histórico terminó alejándose de la ciudadanía, y se sostuvo justamente porque el eje DC-PS era más bien un acuerdo de poder que de contenidos. Eso se agotó cuando la ciudadanía dejó de votar por la Concertación. La política fue tomada por los ciudadanos.
-¿Es un mito, entonces, que el eje PS-DC generó estabilidad y gobernabilidad, como han dicho algunos dirigentes?
-La gobernabilidad que generó la Concertación fue aquella que permitió una transición exitosa. Pero la Concertación hizo de los consensos y de los acuerdos una forma de obstruir los cambios. La gobernabilidad entre cuatro paredes, la gobernabilidad conservadora, que busca construir acuerdos para frenar los cambios que la sociedad está demandando, no le sirve a Chile, porque es una falsa gobernabilidad.
-En su opinión, ¿hay falta de gobernabilidad?
-En 2011 no hubo gobernabilidad en Chile. Los ciudadanos salieron a la calle para exigir cambios. Y esos cambios los debería haber ofertado la política. Si la política progresista hubiera ofrecido esos cambios, tal vez los jóvenes no hubieran tenido que salir a la calle para poner esas demandas en el debate. La gobernabilidad que queremos a futuro no es la gobernabilidad de las calles, es la gobernabilidad inclusiva, que justamente evita que las personas tengan que salir para establecer demandas sustantivas.
-¿Usted diría que la DC ha frenado ciertos cambios?
-Sería injusto atribuir solo a la DC como partido el domicilio de las visiones conservadoras. Yo siempre he hablado de una transversalidad conservadora y que se expresaba en todos los partidos de la antigua Concertación. La transversalidad conservadora estaba en el PPD, en el PS, en la DC y en el Partido Radical. Eran minoría, pero ellos impusieron un proyecto de sociedad y un proyecto país que no era compartido por la mayoría ciudadana. Quiero recordar que lo más dramático de la campaña presidencial de Eduardo Frei para mí es que fue imposible plantear siquiera la posibilidad de abrir debate sobre temas como la reforma tributaria o la nacionalización del agua, que hoy día sí están en el programa de Bachelet, porque hubo vetos.
-¿Eso quiere decir que los llamados “autoflagelantes” de la Concertación hoy en día van a tener la hegemonía?
-No. Significa que las ideas que nosotros impulsamos en el pasado, que fueron denominadas “autoflagelantes”, ideas “díscolas”, son hoy las mayoritarias en la sociedad. Si hoy le preguntas a la ciudadanía, el 80 por ciento es partidario de la educación pública y gratuita, el 70 u 80 por ciento está de acuerdo con una reforma tributaria profunda, el 80 por ciento quiere una nueva Constitución. El programa de Bachelet, por el cual es derrotada la visión conservadora, resuelve este viejo conflicto entre conservadores y progresistas. Eso hace que este sea un programa irrenunciable, porque tiene tres procesos de legitimación, la primaria, la primera y la segunda vuelta.
“Hay ámbitos del programa que para mí son inmodificables”
-¿Un programa más de izquierda?
-No es un programa de izquierda, porque todavía estaría a la derecha de Angela Merkel (Canciller alemana). Si miras ese programa, el de Merkel, en Chile sería calificado como de extrema izquierda. El programa de Bachelet tiene un giro hacia la ciudadanía.
-Pero claramente en la Nueva Mayoría no hay acuerdo, por ejemplo, respecto de una asamblea constituyente.
-Hay ámbitos del programa que para mí son inmodificables y que nos obligan a todos. La reforma tributaria, la educación pública y gratuita, restablecer la salud y la educación como derechos y proponer un debate sobre los temas valóricos, sobre las libertades, y que se termine una verdadera dictadura moral que existe en el país. Respecto a la nueva Constitución, yo quiero hacer una salvedad: lo que está en el programa no es asamblea constituyente, es la necesidad de una nueva Constitución; en eso no hay que perderse.
-¿Y cuál es para usted la mejor opción?
-Si me preguntas por qué tiene que haber una constituyente, es porque el mundo cambió. En el siglo XX era posible que la élite tomara acuerdos entre cuatro paredes. El siglo XXI no es el mundo vertical. La sociedad se emancipó, está en las redes, se construye de abajo hacia arriba.
-¿La Nueva Mayoría va a ser capaz de impulsar cambios si la DC con el PC aún no son capaces de ponerse de acuerdo en el hecho de formar una coalición de gobierno?
-Yo pienso que el chasís institucional de la Concertación, que era una suma exclusiva de solo partidos, sin ciudadanía, incluso divorciado de los gremios, de los movimientos sociales, es totalmente insuficiente.
El PC: “Debate superado”
-Pero, ¿qué piensa de ese debate entre la DC y el Partido Comunista?
-Para mí ese debate está superado. Hoy, la Nueva Mayoría no es la suma de la antigua Concertación y el PC. La Nueva Mayoría es el reencuentro entre la política progresista en alianza con la ciudadanía.
-¿Pero cómo puede estar superado si sigue generando desacuerdos dentro de la Nueva Mayoría?
-La discusión sobre el PC está obsoleta. El PC no le debe dar cuenta de blancura y de credibilidad democrática a nadie, porque creo que en los últimos 20 años ha tenido una conducta democrática intachable. Yo no soy quién para hablar por el PC, pero volver a los tiempos de la Ley Maldita, de la Guerra Fría, es un absurdo. El PC es parte de la diversidad de este mundo progresista que hemos construido juntos, que logró la elección de Michelle Bachelet. Recuerdo claramente cómo algunos candidatos a senadores y diputados de la DC hacían todos los esfuerzos para recibir el apoyo del PC. Yo supongo que detrás de eso había algo más que algo meramente pragmático electoralista. Lo que no se puede hacer es repudiar al PC, y luego cuando hay una elección olvidarse de esos prejuicios y andar de la mano con ellos como si nada.
-¿Usted considera a la Nueva Mayoría como una nueva coalición?
-Por supuesto, un pacto electoral no sustenta un proyecto político. Eso es volver a la lógica de los acuerdos por el poder; yo quiero un acuerdo por los contenidos.
-Pero el presidente de la DC da a entender que no está en una coalición con el PC, sino en una alianza netamente para cumplir con el programa de Bachelet, y Gutenberg Martínez afirma que el PC debe explicitar su opinión sobre los derechos humanos y Cuba para formar gobierno.
-Para mí es una coalición, una asociación por ideas, por proyectos.
-¿Qué le parece que en el PC se diga que Cuba es una democracia?
-Esa es la opinión del PC. Yo no comparto todas las opiniones del PC, como tampoco comparto algunas opiniones de la DC. Yo no quiero obligar a la DC a que sean todos partidarios del matrimonio igualitario. Lo que sucede es que ellos perdieron la elección primaria y se comprometieron a apoyar un programa si es que perdían y, por lo tanto, tienen una obligación programática.
-Cuando se anunció la fusión de las bancadas PS y PPD, en la DC dijeron que aquí había un punto clave, que no era “izquierdizar”, sino “tender hacia el centro”.
-¿Qué quiere decir en el siglo XXI el centro, el punto medio entre qué y qué? Eso es una realidad que ya no existe en la sociedad. Yo pienso que la DC es mayoritariamente un partido progresista.