Hace 24 años la clase política de oposición, junto a los movimientos sociales, a los gremios, al estudiantado y a la ciudadanía en general, le decían NO a la dictadura, a los apremios, al dolor, a la desesperanza, a la impunidad y a un largo etcétera.
¿Por qué ganó el NO?, por muchas razones, entre ellas, porque la oposición fue capaz de olvidar (aunque fuera superficialmente) sus posiciones antagónicas de periodos pasados y entender que, el retorno a la Democracia era un fin tan grande e importante que valía la pena aunar voluntades y convencer a todo Chile que, esta unión ofrecía un proyecto que integraba gobernabilidad, políticas publicas y revalorización de derechos y que tenia como fin mayor y convocante vencer 17 años de oscuridad, pobreza y miedo.
En la actualidad, la ciudadanía y los movimientos sociales le dicen NO a los abusos, al lucro, a las AFP., al robo de las Isapres, a la segregación social y espacial, a la falta de voz, a la indefensión, a la concentración de la riqueza, a la falta de descentralización y a la inseguridad en una serie de aspectos de la vida.
Los nuevos ciudadanos perciben que viven en una sociedad injusta y han incubado un sentimiento semejante al de hace 27 años, el de una legitima aspiración de superar un nuevo obstáculo. Hoy no se rata de cambiar un régimen político, pero si de terminar con los abusos, las desigualdades y las injusticias.
Ante esto me pregunto, por qué la clase política, y en especial la oposición, no olvida nuevamente sus peleas de poder pequeñas, sus antiguas y nuevas rencillas, y se supera en un movimiento de transformación amplio que de respuestas políticas y que genere hitos para cambiar en la dirección que la sociedad demanda. Asumiendo que, la desigualdad en todas sus dimensiones es la nueva dictadura que oprime a Chile.
Natalia Piergentili Domenech
Tesorera del Partido por la Democracia. Administrador público y Master en Estudios Políticos.