El conflicto que hoy se ha abierto a raíz del posible acuerdo entre el PPD, el PR y el PC para conformar una lista común de candidatos a concejales en el marco de la campaña unitaria de toda la oposición, tiene su origen en el hecho que la democracia cristiana y el partido socialista han establecido en el último tiempo una alianza excluyente que se autodenomina “eje histórico de la Concertación”, y que tiene como propósito principal reducir la influencia de los otros partidos y establecer su hegemonía en la coalición.

El llamado “eje histórico de la concertación” ha implicado el abandono por parte del partido socialista de su espacio natural en el seno de la coalición. DC y PS  actúan como si fueran ellos la garantía de gobernabilidad para el eventual regreso de Michelle Bachelet, ignorando lo que está ocurriendo en las calles, el nuevo protagonismo que adquieren los movimientos sociales y la distancia que los ciudadanos han marcado respecto de los partidos en general y de éstos en particular, en donde escasean los líderes con niveles mínimos de aceptación ciudadana.

El PPD ha planteado que la explicitación de la alianza privilegiada DC-PS  representa un quiebre en  la naturaleza del pacto de centroizquierda. En efecto, la ruptura del eje PPD-PS implica un reforzamiento de las posiciones más conservadoras en la coalición, pero más grave que eso es el hecho que el debilitamiento de la izquierda democrática en el seno de la concertación trae como consecuencia un empobrecimiento de la capacidad de asumir los nuevos desafíos que plantea una ciudadanía más activa y exigente.

Parece evidente entonces que la Concertación, tal como la conocemos, ha cumplido su ciclo vital y debiera dar paso a una Convergencia opositora más amplia. La alianza de centro izquierda tiene aún mucho por entregarle al país porque sigue siendo la única alternativa posible a la derecha gobernante, sigue siendo la política de todos los partidos que componen la Concertación y es también actualmente la política del PC.

Por ello resultan tan perturbadas las declaraciones que amenazan con el fin de la Concertación, como si ésta dependiera de la simple voluntad de un sector político y los ciudadanos no tuvieran nada que decir al respecto.

La conformación de una lista de concejales PPD-PR-PC para mejorar los resultados electorales de la oposición en su conjunto, no es un hecho que traiga necesariamente las fatales consecuencias que blande el timonel DC. Por el contrario, será el mejor precedente de que se ha recompuesto la capacidad de la Concertación de convertirse en una alianza amplia para dar un gobierno de mayorías al país.