Discurso de Presidente Nacional PPD, Heraldo Muñoz, ante Congreso Ideológico

Bienvenidos/bienvenidas a este Congreso Ideológico.

Hemos venido a actualizar nuestra identidad en este mundo cambiante en que vivimos. Queremos un partido más en sintonía con la gente y con los desafíos del presente y del futuro.

La primera pregunta que debemos plantearnos es: ¿Cuál es el mundo en que nos corresponde redefinir nuestra identidad partidaria?

Hace menos de una semana falleció Carlos Altamirano, Secretario General del Partido Socialista entre 1970 y 1979, y uno de los líderes emblemáticos de la Unidad Popular.

Fui apoderado de mesa del Partido Socialista en las elecciones de marzo de 1973 y defendí los votos de Altamirano, llegando casi a los golpes con un delegado de la derecha por un voto impugnado a mi candidato a senador. Gané el voto, que no marcaba la equis al lado del nombre de mi candidato, pero que indicaba preferencia con su nombre escrito a mano.

Eran tiempos de pasión, de compromiso, de trabajo voluntario, de utopía, de sueños de cambio para un país igualitario, de vía pacífica al socialismo. Nuestro compromiso era tal, que el día de mi casamiento, en noviembre de 1972, del registro civil en la mañana nos fuimos en la tarde con mi esposa a una concentración de Allende en la Alameda, frente al Cerro Huelen.

Ese país dejó de existir, y un símbolo de aquella época pretérita ha sido la partida de Altamirano. Pero subsisten los valores del compromiso y el cambio.

Es innegable que Chile ha progresado en las últimas décadas. Ha mejorado su infraestructura, ha ampliado su cobertura educacional, ha profundizado la oferta de servicios sociales, se ha reducido notoriamente la pobreza, se ha incrementado el ingreso de las familias y ampliado sustancialmente su acceso a bienes y servicios. Estos logros son, en buena medida, obra de la Concertación y de la Nueva Mayoría.

En 1973 el ingreso per cápita de Chile era de 1.667 dólares; el 2018 el ingreso alcanzó a 25.229 dólares PPP. Sólo en los últimos 15 años, el ingreso per cápita real de los hogares en el 10% más pobre de la población creció en un 145% real.

El 73 no había Uber, y menos aún una aplicación llamada “Quiet Mode” que le indica al conductor del Uber que uno no quiere que lo interrumpan con conversaciones ni con música. La tecnología al servicio del consumidor.

Antes los chilenos éramos flacos y en el país llovía mucho. Hoy estamos con sobrepeso y el país enfrenta una sequía.

Lo que persiste en Chile es la desigualdad. El 33% del ingreso que genera toda la economía de Chile, lo capta el 1% mas rico de la población (99 mil personas), y el 0,1% del segmento más más rico del país se lleva casi el 20% del ingreso nacional. Y la evidencia demuestra que un canal importante de reproducción de la desigualdad es la transmisión de ventajas y desventajas de una generación a la siguiente.

Y como si esto fuera poco, el gobierno pretende entregar, vía reintegración de la reforma tributaria, más de 800 millones de dólares al 1% más rico del país como retiro de ganancias. Los “tiempos mejores” llegaron solo para que los ricos sean más ricos, y que lo que sobra de sus mesas sea suficiente para la clase media y quienes aspiran a ella.

Por eso una encuesta reciente (Índice de Bienestar 2019), demuestra un desplome de la percepción de bienestar de los chilenos, especialmente en materias relacionadas con financiamiento. Igualmente, la encuesta muestra pesimismo sobre el futuro. La desigualdad emerge como un fenómeno persistente que ayudaría a entender estos resultados.

Compañeras y compañeros

El mundo donde emergieron los partidos políticos ya no existe. En la nueva realidad, los sujetos ya no se ordenan por clases, no tienen apego a los grandes relatos de la política de los años 70 o de la recuperación democrática de fines de los 80; se mueven por emociones más que por discursos racionales, y viven preocupados del presente, más que de la acción colectiva y de la oferta de la construcción de una sociedad futura.

Existe una saturación y desconfianza con y hacia lo político, hay un cuestionamiento hacia las instituciones y las certezas en que creíamos. Y las redes sociales privilegian la contingencia, el ruido y el escándalo, en vez de la reflexión pública. No son buenos tiempos para los partidos políticos.

Solo un par de datos como ilustración.

Según una encuesta CEP, en 1988 apenas un 6% de los entrevistados se declaraba sin posición política, en tanto 30 años después, el 2018, esa proporción había saltado al 63%. Y el año pasado, un 74% de los encuestados declaró no sentirse representado por ningún partido.

¿Y cuál es el mundo global de hoy? Es un mundo de más desigualdad. Los gobiernos pierden poder a manos de los Silicon Valleys. Las grandes fortunas están en manos de los dueños de Facebook, Amazon, Microsoft, Ali Baba. Es decir, el capital digital, las ideas, el conocimiento desplazaron al capital físico, a las materias primas y a la mano de obra. El poder se concentra en el control de la información.

Si el PPD quiere sobrevivir a una verdadera hecatombe de los partidos, debe sintonizar con estos nuevos tiempos, con la realidad de hoy.

Hace 30 años el PPD encaró al dictador, y luego supo innovar en la sociedad poniendo en discusión nuevos temas tales como el divorcio, los derechos de las minorías sexuales y étnicas, los derechos de los jóvenes y las mujeres, y un Chile sustentable y regionalista. Hoy el PPD debe encarar la dictadura de la desigualdad de la era digital, y enfrentar catástrofes como el cambio climático.

Regreso a los Valores

Estoy convencido que, para redefinir nuestra identidad, debemos volver a nuestros orígenes. Y no me refiero a los orígenes del PPD ni a los tiempos pasados, sino a las motivaciones iniciales que a cada uno de nosotros nos hizo participar activamente en política; sin nostalgia, mirando al futuro.

¿Por qué comenzamos a militar? ¿Qué nos llevó a participar políticamente en el barrio, en el sindicato, en la organización social, en la universidad?

Les cuento mi experiencia.

Vivía en Estación Central al frente de una hospedería donde cada noche llegaban los más pobres y vulnerables del barrio; los desechables: cargadores de camiones, trabajadores temporales, y vagabundos que llegaban a arrendar una colchoneta por la noche para dormir. A cuadra y media había un prostíbulo, una carbonería, bares por doquier, y a media cuadra vivía una familia mafiosa dedicada a las cartillas de carreras de caballos y a la droga. La desigualdad entre mi barrio y lo existente mas arriba de Plaza Italia era abismante.

Eso me motivó a militar. La búsqueda de una sociedad más justa, igualitaria, democrática, y la aspiración de contribuir a la construcción de un socialismo humanista y libertario.

Me parece que es hora de retornar a esos valores que no han perdido vigencia. La realidad cambió, pero los valores quedan.

Para el plebiscito me correspondió estar a cargo de la formación de cerca de 10 mil apoderados en la región metropolitana. En calle Constitución, y en diversas comunas, nos juntábamos día tras día para vencer el miedo y conseguir la meta con mística, con determinación, y con la certeza que estábamos en una causa justa. Y lo logramos.

Debemos volver a priorizar esos valores; volver a preferir los ideales sobre la claudicación, el afán de servir en vez de la pega, la esperanza de cambiar las cosas en vez de las componendas. ¿Para qué es la política, sino para contribuir a un mundo mejor?

Justamente por eso, la primera actividad que organicé como presidente del partido, después de mi elección en junio pasado, fue una mesa redonda de homenaje al mejor de nosotros: al Presidente Salvador Allende. Porque Allende encarnó los valores de justicia, igualdad, democracia, y consecuencia. ¡Reivindico hoy, una vez más, su memoria y sus ideas progresistas!

En el pasado se hablaba solo de la dríade izquierda vs derecha; pero hoy una de las mayores contradicciones es entre populismo y democracia. Basta tener en cuenta a Trump, Bolsonaro, el Brexit, y el ascenso de los nacionalistas y charlatanes digitales que operan a través de bots, diseminando millones de mensajes automáticos dirigidos a usuarios preseleccionados por edad, sexo, religión o hábitos de consumo para manipular sus miedos o aspiraciones con mensajes de odio. Antes, los demagogos utilizaban su intuición; ahora usan algoritmos.

Pero con la misma fuerza debemos rechazar los regímenes populistas que se autodenominan socialistas, pero reprimen a los disidentes y atropellan los derechos humanos Estos autócratas han alejado de la acción política a muchos izquierdistas, progresistas, y liberales que apoyan una opción de cambios enraizada en la democracia. Por eso, en la defensa de los valores democráticos no nos podemos equivocar.

Se trata de profundizar la democracia —que es como Norberto Bobbio definió al socialismo. Democracia no solo como un sistema jurídico-político, sino como un proyecto de sociedad que se expresa en los planos social, económico y cultural.

Frente al momento que vivimos, volvamos entonces a los valores esenciales para reinstalar, sin complejos, nuestra identidad en el progresismo de la izquierda democrática. Me parece inconducente la discusión sobre las diferencias entre izquierda democrática, centroizquierda democrática, socialdemocracia o progresismo. Todas estas definiciones implican una opción común por un proyecto de cambios profundo, contrario al neoliberalismo, en democracia, con pleno respeto a los derechos humanos, con vocación de mayorías, y que se diferencia de la izquierda tradicional.

En este partido nadie sobra; son bienvenidos los liberales, los socialdemócratas, los izquierdistas, los progresistas, los o las feministas, los ambientalistas y animalistas. La denominación de la identidad del partido es menos relevante que su contenido. La nuestra es una opción de cambios con visión de futuro, de siglo 21, con contenidos feministas, ecologistas e igualitarios, y fuertemente enraizada en la democracia, en los derechos humanos, en el humanismo y en la ética.

Estimadas compañeras y compañeros

Desterremos de una vez por todas las prácticas más tóxicas del poder que se traducen en corrupción y faltas a la ética.

Partamos por hacer cumplir nuestro código de ética para no admitir dobles estándares, y para que el partido rechace cualquier forma de relacionamiento indebido con el dinero. El PPD debe ser, y ser visto, como un partido transparente, en una sociedad de mayores exigencias morales.

Propongo que nuestras bancadas presenten una modificación a la ley de partidos para incluir una Ficha Limpia; es decir, que se impida que personas condenadas a penas aflictivas, o condenadas por violencia intrafamiliar o por alimentos –mediante sentencias firmes y ejecutoriadas–, puedan ser candidatos a cargos de elección pública. Nuestros candidatos deben ser intachables. Presenté un proyecto de moción parlamentaria a nuestra bancada de diputados hace meses, y espero esta idea se concrete a la brevedad.

De modo similar, propongo que nuestra bancada presente una moción para modificar la ley del Lobby, que regula las actividades pagadas que hacen personas o entidades para promover intereses particulares, de modo de incluir a presidentes de partidos y otras altas autoridades partidarias, que en caso de ser requeridas no tienen obligación de dejar constancia en el registro público de lobistas, puesto que las agendas de los presidentes y dirigentes nacionales de los partidos no están reguladas por la ley.

Bienvenidos a sumarse al PPD a todos quienes compartan nuestros valores y banderas; pero, quienes perciban eventuales ventajas personales en militar, no tienen nada que hacer en nuestras filas. Y velemos por el bien del país y del partido, antes que por los lotes o tendencias.

Cambio Tranquilo

Compañeras y compañeros

El desgaste actual del gobierno ha ocurrido más por sus propios errores que por la existencia de una oposición capaz de canalizar el descontento.

La unidad opositora no ha sido posible porque en ella conviven almas distintas, más complejas que en el pasado. Reconozcamos que hay diversos enfoques; distintas posturas frente a temas claves del país.

No debemos tener temor a diferenciarnos del resto de la oposición. Pero tampoco debemos temer llegar a acuerdos amplios, eventualmente electorales, en una perspectiva –como he insistido– de geometría variable con el abanico de la centroizquierda. La clave es que hay que tener claridad en cómo y con quien construir acuerdos programáticos y estratégicos. España es una inspiración importante al respecto.

“Haz que pase”. Ese fue el slogan de la campaña del PSOE en las exitosas elecciones españolas. ¿Cuál fue su significado?

Parar las quejas y salir adelante a movilizar votantes y voluntades. El lema es un llamado a la acción, a creer de nuevo. Los partidos a veces pasan por malos momentos, pero pueden salir adelante si perseveran con inteligencia. Si nos empeñamos, puede suceder que la gente nos renueve su confianza. ¡Haz que pase!

He mencionado antes que nuestro partido debe estar a favor de un “cambio tranquilo”.

¿Qué significa un cambio tranquilo? No quedarnos en un progresismo testimonial, sino construir con la clase media y con los más desposeídos. Alejarnos de los cánones doctrinarios establecidos, orientarnos menos por la ideología y más por los asuntos que preocupan a la población: crecimiento estable, pensiones, desigualdad, delincuencia, salud, educación.

Los devaneos ideológicos, los entusiasmos teóricos, las fórmulas de los textos son muy distintos a la dura realidad. Y cuando nos dejamos llevar solo por los conceptos abstractos, muchas veces la política fracasa.

Recordemos que el 75% de la fuerza laboral es de los segmentos C3, D y E. En este conjunto social mayoritario se encuentra una clase media- baja endeudada, vulnerable, y víctima de las desigualdades del sistema. Esta clase media, y media-baja, cuestiona los privilegios de los de arriba y demanda la defensa de sus derechos.

Apostar a un cambio tranquilo implica tener una vocación de construir un proyecto nacional de mayorías, que responda a las demandas de los sectores medios y aspiracionales, lo cual, a su vez, requiere ganar el centro desde el progresismo, desde la izquierda democrática del siglo 21.

La gente quiere cambios, esta harta del abuso y la desigualdad; pero no quiere inestabilidad, transformaciones sin rumbos, o polarización.

Debemos tener la convicción, y convencer a otros, que los cambios graduales y tranquilos son los únicos que se sostienen en el tiempo.

Hay quienes en la izquierda tradicional idealizan a un pueblo inexistente, que los dejó de escuchar hace tiempo y que, en gran número, vota por la derecha. Y hay algunos que le reclaman a estos segmentos populares una falta de conciencia de clase. Pero estos compatriotas tienen el derecho a aspirar a una vida mejor, a barrios sin narcotraficantes que disparan fusiles cuando hay un funeral narco o cuando llega la droga, a vivir en comunas con mejor conectividad, con menos horas de viaje al trabajo, y sin basurales en las plazas.

Enfrentemos sin titubeos la nueva realidad de un pueblo ya no desvalido –aunque persista la pobreza–, sino de una ciudadanía más empoderada, que teme que los sueños redentores de algunos les hagan perder el bienestar que han conquistado.

La pregunta siguiente es: ¿cuáles son los ejes programáticos del cambio tranquilo que la gente demanda?

Banderas para el cambio

De nuestra identidad libertaria deben emerger las banderas actualizadas de lucha para el presente y el futuro. Hay al menos cuatro grandes banderas.

Primero, debemos estar decididamente a favor del crecimiento económico, basado en la innovación y el conocimiento, con más y mejores empleos, que reduzca las desigualdades y garantice a todos iguales derechos y oportunidades. Nuestra opción es un modelo económico inclusivo, contrario al neoliberalismo, que impulse un crecimiento con productividad y que promueva una mejor distribución del ingreso. Es decir, crecimiento con igualdad y en sintonía con la agenda 2030. Este gobierno ya perdió la credibilidad de impulsar un crecimiento que beneficie a todos.

Segundo, asumamos la bandera de la seguridad ciudadana desde una perspectiva integral, enfatizando la prevención del delito, la reforma de las policías, el trabajo de éstas con las comunidades locales y los jóvenes, la atención a las comunas de menores ingresos donde se ha trasladado el delito violento, y la atención especial a las víctimas de la delincuencia. Reitero dos propuestas que hemos hecho recientemente, como crear una Unidad Conjunta de ambas policías, dotada de inteligencia y recursos, para desarticular las bandas que se dedican a portonazos, y establecer un Servicio Nacional de Víctimas, para atender a quienes sufren delitos violentos.

Crecimiento económico inclusivo y seguridad ciudadana, son temas claves que el progresismo le ha entregado a la derecha al no haberlos desarrollado como lo que son: prioridades del pueblo, de la gente.

Tercero, recobremos el perfil ambientalista del partido, poniendo en el centro de nuestro quehacer la lucha contra el cambio climático como una emergencia planetaria, la protección de los océanos, las áreas marinas protegidas (cuyo establecimiento fue liderado por nosotros, llegando a 1 millón 400 mil kms2), los parques terrestres, las energías alternativas, y el agua como un derecho humano. Apoyemos la campaña de recolección de firmas para que el agua vuelva a ser considerada como un bien nacional de uso público, como es en la mayoría de los países del mundo. Y avancemos hacia una economía circular en vez del modelo extractivista de usar recursos naturales, consumir y descartar.

Cuarto, el nuestro debe ser un partido feminista que se la juegue por superar la cultura milenaria de exclusión y subyugación de la mujer. Impulsemos una agenda transversal inspirada en la movilización del 8M, para poner fin a toda discriminación contra las mujeres, posibilitando el pleno ejercicio de sus demandas y ampliando sus oportunidades de plena participación en todos los ámbitos de la vida social, económica y política.

Propongámonos erradicar la violencia contra las mujeres en nuestro país. Demasiadas mujeres siguen sufriendo violencia de género en Chile, y los asesinatos se mantienen en cifras inaceptables. El sábado pasado fui invitado a un emocionante Réquiem por Gabriela; por Gabriela Alcaino, asesinada hace un año por su ex pololo junto a su madre Carolina Donoso. Gabriela era una joven de 17 años con toda una vida por delante. Su muerte no será en vano si el Senado aprueba la Ley Gabriela para prevenir, perseguir y castigar la violencia contra las mujeres por parte de cualquier tipo de pareja.

Y ¿por qué no pensar en un Acuerdo Nacional contra la Violencia de Género, que contemple recursos destinados a la prevención, unidades regionales y municipales contra la violencia de género, educación sobre la violencia contra las mujeres en todas las etapas educativas, formación específica de los jueces en materia de género, y otras iniciativas? Impulsemos como partido esta discusión impostergable. Y apoyemos el proyecto de ley que busca establecer que en las elecciones de gobernadores, alcaldes y concejales ningún género represente más del 60% de las candidaturas.

Si bien estas son banderas emblemáticas, también hay otras causas que el PPD debe ya sea asumir o reimpulsar con vigor.

Profundizar la democracia implica asumir el desafío de una nueva Constitución. Hay materias pendientes que requieren cambios como el articulo 19 sobre derechos ciudadanos, medio ambiente, derechos de nueva generación como la protección de los datos personales, el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas, organización del Estado para promover el desarrollo, entre otras. ¿Para qué seguir parchando la carta fundamental y no abordar derechamente un proceso integral de elaboración de una Constitución en democracia?

El partido debe abogar por el avance hacia un efectivo sistema de seguridad social, con solidaridad intra e intergeneracional, con incremento de las cotizaciones a cargo de los empleadores y que signifique pensiones dignas ahora para los jubilados. Rechazamos un mero maquillaje del sistema de AFPs. ¡Y ni un peso más para las AFPs!

Nuestros gobiernos impulsaron reformas claves en educación y salud. Pero falta seguir adelante, poniendo énfasis en la calidad del servicio público y en los derechos sociales garantizados.

Resulta impostergable abordar los tantas veces olvidados y reprimidos derechos de los pueblos indígenas, a través de un dialogo político con sus representantes para reformas profundas a través de un acuerdo nacional.

El partido debe declararse internacionalista y latinoamericanista, porque la realidad del mundo de hoy nos obliga a actuar local y nacionalmente, pero a pensar globalmente ya que los grandes temas que comprometen el futuro de la humanidad, desde las migraciones, el impacto de los conflictos comerciales, hasta el narcotráfico y el crimen transnacional, son todos desafíos globales.

De la misma manera, debemos ser el partido de los jóvenes, de los derechos de los migrantes y de todas las minorías discriminadas.

Impulsemos la descentralización efectiva y el fortalecimiento de los gobiernos locales y regionales, no solo mediante la elección directa de las autoridades regionales, sino a través de la transferencia efectiva de competencias y recursos a las regiones.

Y nuestro partido debe ser el partido de las Artes y la Cultura. Muchos de nuestros militantes y simpatizantes son destacados artistas o representantes de la cultura. María Maluenda fue una de las más destacadas. No sólo se trata de un ámbito de identidad nacional, sino que las industrias creativas han seguido creciendo pese a las crisis económicas internacionales. Como dijo Raúl Zurita, el mundo acabaría en un instante “si nadie más escribiera un poema, o nadie pintara un cuadro”.

Compañeras y compañeros

El gobierno de Nueva Zelandia, liderado por la PM Jacinta Ardern, acaba de anunciar que ha elaborado un presupuesto que se evaluará no por el crecimiento económico que genere, medido en términos del PIB, sino por el bienestar de su ciudadanía. Entre los criterios para valorar el bienestar estarán la identidad cultural, el medio ambiente, la vivienda, y los derechos sociales, entre otros. La visión ortodoxa probablemente verá este ejercicio con escepticismo. Pero este es el tipo de propuestas que nuestro partido debiera acoger, pues apunta a poner a las personas al centro del quehacer público.

Como muchos de Uds, he estado con compatriotas que nos han recordado que las personas deben ser, efectivamente, el centro de la política.

En mi caso, he escuchado a pescadores en Juan Fernández que piden que los representemos para conservar un medio marino sano, conducente a la pesca sustentable; a los vecinos de Quintero que protestan porque deben pagar los costos de un crecimiento que no mira la salud de las personas; o a las madres de Coronel que nos piden las apoyemos para que sus hijos no sigan contaminándose por las emisiones de las termoeléctricas y material particulado de otras industrias, que invaden la bahía que alguna vez fue un lugar de esparcimiento.

“No se olvide de nosotros”, es lo que nos dice la gente a menudo.

Le digo a Annabelle Lillo, de la comuna de Pedro Aguirre Cerda, que no nos olvidaremos de que ella fue víctima de un portonazo, y que hemos decidido apoyar su voz y su derecho a sentirse segura y vivir en paz.

En suma, tenemos la obligación como partido de no olvidar y representar a estas personas que quieren creer y depositar su confianza en nosotros.

La decisión en nuestra. Nadie lo hará por nosotros. ¡Haz que pase!

 

 

 

 

 

 

 

 

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