La nueva Ley de Presupuesto para el año 2019 muestra una rebaja de un 4,6% en el presupuesto de ciencia, lo cual equivale aproximadamente a 33 mil millones de pesos. No podemos sino mirar con preocupación esta cifra, la cual nos resulta inentendible y una contradicción tremenda, tomando en cuenta los desafíos a los cuales Chile y el mundo se enfrenta actualmente. Mientras que la OCDE invierte en promedio un 2,4% del PIB, nosotros apenas rondamos el 0,36%. En estas condiciones un recorte al presupuesto o incluso un presupuesto de continuidad es inaceptable, ya que hipoteca el futuro de nuestro país, nuestras posibilidades de desarrollo y nuestra obligación moral de llevar a cabo planes de desarrollo de largo plazo que sean sustentables y sostenibles.
Hace pocos días recibimos el último informe del grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático de la ONU (IPCC), el cual entregó resultados devastadores. En menos de 15 años el riesgo de incendios forestales, sequías extremas, inundaciones y otros desastres naturales afectará irremediablemente la producción de alimentos, el acceso a agua potable, y justamente Latinoamérica puede ser una de las regiones más afectadas. Hoy más que nunca necesitamos una política que permita producir información científica e incorporarla en nuestros proyectos de ley, tener una estrategia clara de desarrollo y comprometernos con la necesidad de investigar y desarrollar soluciones y tecnologías que permitan adaptarnos a estos nuevos desafíos.
Chile tiene ventajas incomparables. Se ha hablado innumerables veces sobre las ventajas geográficas que nos transforman en un verdadero laboratorio natural, sin embargo hemos desaprovechado todas estas condiciones debido a nuestra pobre política científica. Esto debe terminar ahora. No sólo expresamos nuestra preocupación, sino que emplazamos al presidente a nombrar un ministro o ministra que sea capaz de llevar a cabo una discusión sobre el presupuesto en ciencia de manera seria y responsable. Es inaceptable estar discutiendo el presupuesto sin una cabeza para esta cartera, teniendo el instrumento y la urgencia de adaptarnos a los desafíos del mundo. Es inaceptable no firmar el tratado de Escazú, existiendo la evidencia científica que nuestro comportamiento con el medio ambiente debe cambiar. Es inaceptable no tener una estrategia y exigimos la seriedad que el desarrollo del país y de nuestra población se merecen.