Por Francisco Vidal
El próximo lunes, el Gobierno y la Nueva Mayoría se reunirán para tomar decisiones sustantivas. Concurrirán: la Presidenta, sus ministros, los presidentes de partidos y la totalidad de los parlamentarios de la Nueva Mayoría. El cónclave se enfrenta en un momento de gran debilidad en el respaldo popular a la Presidenta, al Gobierno y a la Nueva Mayoría. Por todo lo anterior, es fundamental que de esta reunión surjan las decisiones, la dirección y la unidad de la coalición para recuperar la mayoría que nos permitió llegar al Gobierno.
En materia de decisión, el rol de la Presidenta es esencial. Hay que tomar decisiones en esta reunión sobre cómo se materializa el realismo sin renuncia. El listado a definir es amplio: reforma tributaria, ¿se perfecciona mediante la vía administrativa o la vía de la ley?; reforma educacional, ¿cómo empezamos la gratuidad, cuál será la gradualidad?, ¿mantenemos el 70 de gratuidad en la educación superior para el 2018?, ¿enviamos el proyecto de desmunicipalización?, ¿perseveramos en la cobertura de la educación preescolar?, la carrera docente la legislamos ¿con el respaldo de los profesores?; reforma laboral, ¿mantenemos la esencia de este proyecto; es decir, titularidad sindical y huelga efectiva? o ¿”matizamos” estos dos principios fundamentales de este proyecto de ley?; reforma previsional, conocido el Informe Bravo, ¿legislamos sobre esta materia?, ¿mandamos el proyecto que crea la AFP estatal?; reforma a la salud, ¿perseveramos en la nueva ley de isapres con el Fondo Solidario entre ambos subsistemas?; reforma regional, ¿elegimos los intendentes el 2017?, ¿avanzamos en el proyecto que les transfiere atribuciones en gestión y recursos financieros a los gobiernos regionales?; y en materia constitucional, ¿precisamos el proceso constituyente a través de su calendarización o definitivamente lo dejamos para el próximo período?
Como se puede apreciar, el conjunto de definiciones es esencial. En estas materias lo que esperamos es la definición presidencial. Solo la Presidenta Bachelet, en un régimen presidencial como el nuestro, y por su liderazgo en la conducción política de la Nueva Mayoría, está en condiciones de efectuarlo. No hay más espacio político para la vacilación, la duda y la incertidumbre en estas materias.
El segundo elemento del cónclave, una vez tomadas las decisiones, es la dirección política de estas, y en esta materia el trabajo, la coordinación, la articulación entre el comité político de ministros, los presidentes de partidos políticos y los jefes de las bancadas parlamentarias, es determinante. Este colectivo de dirección debiera asumir la responsabilidad -con calendario incluido- de la materialización de las decisiones tomadas por la Presidenta.
Finalmente, la tercera condición del cónclave es la unidad de la coalición. Tomadas las decisiones presidenciales, hay que cerrar filas ante ellas. No hay más espacio ni tiempo político para “matices, amenazas y vacilaciones”. La responsabilidad política que recae sobre la Nueva Mayoría en materia de unidad no admite interpretaciones. Llegó la hora de las decisiones, la dirección colectiva y la unidad.
Fuente: El Mercurio