Carta de Carolina Tohá a presidente del PS, Osvaldo Andrade

Compañero

Osvaldo Andrade

Presidente Partido Socialista de Chile

Presente

 

Estimado Osvaldo:

Como presidenta del Partido Por la Democracia y a nombre de nuestra mesa directiva te escribo para  proponerle formalmente al Partido Socialista que iniciemos una nueva etapa en la relación entre nuestros partidos. Con ello, no ponemos en cuestión nuestra alianza con las demás fuerzas de la Concertación, al contrario, nuestro entendimiento con la Democracia Cristiana y el Partido Radical Social Demócrata es estratégico y de largo alcance, sin embargo, pensamos que el tipo de coalición que debemos construir para el futuro pasa, necesariamente, por una nueva forma de entender el espacio que el PS y el PPD ocupan en la coalición

Nuestros partidos tienen una tarea ineludible en esta etapa. Las derrotas electorales del último tiempo nos dicen que hay cambios que debemos hacer en nuestra política, en la forma en que funciona la Concertación y en nuestra relación con la ciudadanía.

En particular, desde el PPD pensamos que es indispensable reafirmar la identidad de la izquierda dentro de la coalición porque ésta se ha desdibujado con consecuencias que no podemos seguir eludiendo. Hemos tenido desprendimientos en nuestros dos partidos y hemos debilitado el vínculo con un vasto y vital mundo ciudadano que comparte nuestros ideales pero no se siente representado en nuestra política.

Por ello, queremos invitar al Partido Socialista a enfrentar estos desafíos unidos, tomando iniciativa, renovando nuestra propuesta al país e impulsando la transformación de la Concertación en una nueva coalición, que responda a las necesidades de hoy y, especialmente, de mañana. La consolidación de un eje PDC-PS en la Concertación no colabora a esa tarea pues tiende a cristalizar un modelo de coalición como la que tuvimos el último tiempo que, claramente, nos llevo a la derrota. Un eje de ese tipo no permite que nuestra coalición dialogue y se fortalezca ni por el centro ni por la izquierda y, además afecta las confianzas de los otros partidos. De hecho, pensamos que una de las razones de los desencuentros con el Partido Radical surge de la sensación de exclusión que ellos tienen respecto de ese eje.

A nuestro juicio es imperativo vitalizar los ejes fundacionales de nuestra coalición, los que estaban dados por el encuentro de fuerzas diversas del centro y la izquierda para conformar una mayoría por los cambios en Chile. La fortaleza de la Democracia Cristiana en el centro político y de nuestros partidos como fuerzas de izquierda, con una importante inserción y diálogo con la cultura social, política y ciudadana que se siente representada en esos ideales, son posiciones que hay que recobrar. La Democracia Cristiana hace bien en estar empeñada en recuperar su rol y su protagonismo como partido de centro, anclado en una doctrina que hunde sus raíces en el siglo XX y en la defensa de los Derechos Humanos. A la Concertación le hace bien que la DC se distinga de sus socios de la izquierda, sostenga sus puntos de vista y recupere su electorado. La izquierda democrática presente en la Concertación debe seguir un camino similar, reconquistar su capacidad de representar a amplios sectores populares, restablecer el diálogo con los movimientos sociales y ser verdaderamente una fuerza de transformaciones en la sociedad chilena. La ausencia de esa perspectiva es uno de los factores  que ha provocado dispersión y divisiones en nuestro sector, y si no lo revertimos es  probable es que esos procesos continúen y se profundicen. De hecho, uno de los riesgos actuales es que se consolide una izquierda fragmentada, donde primen los proyectos personales y de pequeños grupos por sobre la opción de un proyecto nacional y de mayorías.

Recuperar el entendimiento privilegiado entre nuestros partidos para ponerlos en función de una renovación profunda de la Concertación es la prioridad actual.  No podemos pretender volver al pasado para restablecer la coalición que tuvimos hace 10 o 20 años, por el contrario, debemos rescatar lo más valioso y vigente de esa experiencia y actualizarlo: el encuentro de fuerzas diversas del centro y la izquierda para conformar una mayoría por los cambios en Chile. Sin duda, la forma de hacerlo hoy, año 2011, es distinta, y los cambios que debemos ofrecerle a la sociedad chilena tampoco son los mismos. Nuestros partidos deben hacer un aporte significativo a la gestación de una coalición y un proyecto para los tiempos de hoy. El programa de una izquierda democrática debe ser puesto al día. Debemos enfrentar con fuerza el déficit de igualdad de nuestra sociedad que persiste porfiadamente, y proponernos transformaciones ambiciosas que lo revierta. Esta es nuestra principal deuda con Chile y para saldarla es necesario dar respuesta a las viejas y nuevas brechas de desigualdad. Debemos hacer una agenda para ampliar esta democracia aún heredera de las restricciones de la transición y de un orden político poco participativo y excesivamente centralizado. Necesitamos impulsar una etapa nueva de nuestro desarrollo económico, donde el modelo exportador de recursos naturales, la desregulación de los mercados y la baja calidad de los empleos sean superadas. Por todas partes aparecen los síntomas de una sociedad más compleja y cobran relevancia nuevos temas como la migración, el medio ambiente, la droga, la violencia urbana, los derechos sexuales, la bioética, las nuevas tecnologías,  los avances cada vez más veloces del desarrollo científico, las oportunidades para los jóvenes, que no formaban parte de la tradición ideológica de la izquierda y que nos obligan a asumir un rol más activo en la construcción de respuestas de futuro. Estos nuevos temas no pueden ser pasados por alto ni ser considerados secundarios desde una visión de izquierda moderna y enfocada a influir en el futuro pues es precisamente en estos ámbitos donde se están forjando nuevas brechas de desigualdad y nuevas exclusiones que fuerzas como las nuestras deben enfrentar con decisión y creatividad

Mantener la Concertación y a nuestros partidos ordenados en torno a la lógica del mínimo común denominador es un error. Debemos abrir los debates y darlos con respeto y lealtad, pero también con convicción, ante las demás fuerzas de nuestra coalición y ante la ciudadanía. No es comprensible ni responsable que depositemos toda nuestra política y la respuesta a los desafíos que he mencionado en las posibilidades electorales de futuras candidaturas, congelando la evolución de esta coalición y eludiendo las tareas que hoy tenemos.

Ni el PPD ni el Partido Socialista pueden esquivar esta responsabilidad. Si no queremos transformarnos en una coalición burocratizada e incolora, nuestros partidos tienen la obligación de representar activamente lo que somos. El tipo de capitalismo salvaje y abusivo instalado en Chile, lo que ocurre con el movimiento estudiantil y otras manifestaciones de la sociedad, donde los jóvenes exteriorizan a diario su malestar y decepción, no puede ser ignorado. Hacernos cargo de estas expresiones obliga a una reflexión y a una renovación intelectual y moral de la izquierda democrática.

Nada de esto es ajeno a la manera en que debemos encarar las próximas elecciones municipales. Resulta bastante incomprensible que el debate sobre las alianzas esté divorciado de estos dilemas políticos y que apliquemos definiciones pragmáticas a necesidades estratégicas. La Concertación no recuperará su carácter de fuerza mayoritaria sin una izquierda democrática fuerte y con personalidad.

El PPD esperaría que con ocasión de las próximas elecciones municipales pudiéramos retomar este camino. Aspiramos a reconstituir el entendimiento PS-PPD, del cual nos alejamos por falta de visión y errores mutuos, sería una gran noticia para el mundo progresista laico y un anuncio de los tiempos que vienen donde nuestra coalición de lugar a una nueva fuerza para representar a las mayorías y transformar la sociedad chilena. Nuestra voluntad es avanzar en esa dirección, dar esa señal y evaluar las fórmulas electorales desde esta perspectiva.

Sentimos que esta reflexión ha tenido poca acogida entre ustedes. Nos preocupa que se insista en fórmulas y prácticas que reeditan la Concertación del pasado más que abrir paso a la coalición del futuro. No tenemos ansiedad pero sí un fuerte sentido de urgencia pues pensamos que ahora es el momento de dar señales de cambio, de inflexión y de inauguración de una nueva etapa.  Tenemos la convicción que la ciudadanía así lo espera.

Nuestra relación con el Partido Socialista de Chile es profunda, está en los orígenes del PPD y en las biografías de cada uno de nosotros. Nada sería más lamentable que seguir ciegamente el camino de separación de nuestras fuerzas, que unidas han tenido expresión política y electoral, abriendo el camino para que líderes de nuestros partidos, como Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, hayan alcanzado la Presidencia de la República, dándole una nueva legitimidad y resonancia al progresismo en Chile. Avancemos en ese camino.

Con el afecto de siempre, te saluda,

Carolina Tohá

Presidenta Partido Por la Democracia.

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