Por Natalia Piergentili Domenech, Tesorera del Partido por la Democracia, Administrador público y Máster en Estudios Políticos.
Aunque en los últimos años Chile ha crecido en su economía, se puede constatar también que, este crecimiento no es homogéneo desde el punto de vista territorial, pues no todas las regiones crecen, es más, las cifras indican que al interior de las regiones el desarrollo no es equilibrado y existen territorios que presentan rezago desde el punto de vista económico. Junto con esto, por mucho tiempo, ha bastado con mirar y analizar sólo los indicadores regionales que reflejan el dinamismo de la economía de algunas capitales regionales, las cuales son capaces de compensar y revertir los indicadores más modestos que presentan las economías de provincias, ciudades y comunas.
Ante lo anterior, podemos señalar que, la desigualdad no sólo se expresa en la distribución de la riqueza en términos individuales, sino que también, en clave territorial. Ya que además de revisar las cifras, nos encontramos con los conflictos que han surgido el último tiempo a partir de demandas eminentemente de origen territorial, como el caso de Aysén, Magallanes, y otras.
Esta constatación nos hace reflexionar que Chile es un país tratado históricamente de manera homogénea en términos políticos y de políticas públicas, pero seriamente desigual en términos territoriales, sean estos geográficos, económicos, culturales y sociales. Existen diferencias entre lo rural y lo urbano, regiones del centro con las regiones extremas y también personas que viven en regiones y comunas que tienen mayor facilidad y acceso a servicios que otras.
El punto es, si sabemos que existen estas desigualdades y hemos tomado nota de la diversidad de nuestro país. ¿Qué factores, errores u omisiones han estado presentes para que estos temas no sean parte de la agenda más allá del lento proceso de descentralización? En este sentido nos encontramos que, uno de los escollos es, sin duda, el Sistema Binominal.
¿Por qué el Binominal?
Entre otros aspectos, la base ideológica del Binominal estuvo destinada a la formación de un sistema bipartidista en torno a dos grandes partidos políticos o coaliciones, dejando fuera de representación a los grupos y expresiones políticas más pequeñas.
El Binominal restringe de manera considerable la formación y desarrollo de partidos políticos auténticamente regionales que pudieran ser filtros efectivos de las demandas locales. Esto se debe principalmente a que la normativa que regula el accionar político partidista del país, establece ciertas condiciones numéricas en cuanto a la generación de los partidos políticos, y otras de tipo electoral que condicionan su permanencia dentro del sistema político nacional.
Lo anterior impacta, entre otras cosas, en que la agenda es copada por temas más bien nacionales, y desde la mirada de los individuos, no reparando en que las políticas, planes o programas que se implementan para la población, también se implementan en contextos territoriales diversos. No es factible seguir pensando en políticas de Vivienda, Salud, OOPP etc. Sin tomar en cuenta la realidad territorial y las dinámicas que, en los distintos territorios se generan.
Un sistema proporcional en términos electorales, al menos sentaría las bases de una representación más amplia y fidedigna de la diversidad del país en todos los ámbitos. Por otra parte, aportaría favorablemente a la instalación de temas territoriales en la agenda pública, lo que daría pie a políticas públicas diferenciadas. Esto no quiere decir que no haya intentos en este sentido, pero estos dependen de voluntades políticas que pueden ser volátiles y producto de coyunturas.
Por ello, debemos avanzar hacia un marco político institucional que resuelva y asegure una representatividad de las realidades regionales. Ya que el Binominal no sólo refrenda la desigualdad en términos de representación político partidista, sino que además, frena la diversidad de miradas, opiniones y visiones. Por lo que no es capaz de representar la heterogeneidad geográfica, identitaria y cultural de los territorios.
El Binominal, no sólo es una piedra de tope para alcanzar una Democracia más solida, sino que además, es parte importante de las trabas que nuestras comunas y regiones más desfavorecidas tienen, para ser parte de una agenda pública coherente con la reales problemáticas que enfrentan los territorios.
No es sostenible que, una mayoría valorica, cultural e ideológica pese lo mismo que una minoría. Eso es legal hoy día, pero es poco ético en términos de legitimidad. Por ello, al reclamar un cambio al Binominal, se está afirmado también que, el actual marco institucional no da el ancho para los cambios que Chile y particularmente sus regiones necesitan.