Vaticinó el 62 por ciento de Michelle Bachelet, tal como en 2010 anticipó que la Concertación había muerto, y que si quería volver al poder, debía ampliarse, hacer una gran reforma tributaria y centrarse en la desigualdad. Entonces el ex vocero de Ricardo Lagos y Bachelet disparó su artillería en contra del ex ministro de Hacienda Andrés Velasco, a quien responsabilizó de la derrota oficialista por “privilegiar los números por sobre la gente”. Tampoco se salvaron el ex titular de OO.PP. Eduardo Bitrán y varios otros neoliberales, quienes —según él—, “frenaron la construcción de cárceles, ferrocarriles y el Puente Chacao”; resultando este último el gran proyecto estrella con el que pretende despedirse Sebastián Piñera.
Varios de su sector lo tildaron de traidor, dejaron de hablarle, y rápidamente fue sacado de la primera línea.
En estos cuatro años a Francisco Vidal no le quedó otra que reinventarse.“Me convertí en un ‘temporero ambulante’; hago nueve boletas mensuales”, dice sobre los diplomados y clases de historia que imparte en las universidades Diego Portales, Alberto Hurtado, Las Américas, Mayor y en la Academia de Guerra del Ejército. Además es panelista de Vía X con Vasco Moulian, y de los programas radiales La hora de Velasco (Conquistador), Palabras sacan palabras (Futuro) y hasta el año pasado estuvo en El primer café de Cooperativa, “pero me echó la oligarquía de la Concertación —que son los dueños de la radio—, por ser demasiado autocrítico. Me argumentaron que buscarían gente más joven, y en mi reemplazo llegó ¡Jorge Arrate! La Cooperativa me censuró”. También estuvo con Checho Hirane en radio Agricultura hasta que se pelearon. “Igual fue entretenido hablarle a los nietos de Krassnoff, de Manuel Contreras, a los hijos de la UDI”, dice con esa particular ironía.
A pesar de la pérdida de protagonismo, Vidal sigue políticamente activo: este año fue elegido miembro de la comisión política y jefe nacional del programa del PPD.
—Sin embargo, nunca se le vio en el comando de Bachelet.
—No estaba en su equipo…
—¿Por qué no, si usted siempre fue su hombre de confianza?
—Las campañas tienen un núcleo de 20 personas, mi vinculación con ellos fue a través del PPD.
—Se comenta que Bachelet no le habría perdonado sus críticas recién terminado su gobierno, y de ahí el distanciamiento.
—No, si nos vemos. En otros círculos generaron resistencia, y eso que muchos coincidían conmigo a puertas cerradas, en un pasillo o fumando un cigarrillo con un café, pero con pocos testículos. Y mira, no estaba tan equivocado: mi contradictor (Andrés Velasco) terminó compitiéndole a la Presidenta y el programa de la Nueva Mayoría es la constatación de que los neoliberales de la Concertación no es que estén muertos, pero al menos dormidos. Hay que estar atentos…
—¿Pagó un precio muy alto por sus críticas?
—Me alejaron de la elite de la Concertación, de los fácticos como los Correa, los Tironi… Nunca más invitaciones a lanzamientos de libros de la oligarquía, no más vida social…
—¿Se arrepintió de ser tan autoflagelante?
—¡Para nada! Si la historia se repitiera, haría exactamente lo mismo; al final, mi diagnóstico se cumplió: murió la Concertación, nació la Nueva Mayoría con una amplia base social y, donde más le apunté, fue en el programa, hecho sobre la base de que Chile es profundamente desigual.
—Michelle lo apoyó entonces…
—No, no, tengo una relación personal con ella; la dejo fuera. Ella estaba en el extranjero, pero tengo una convicción: me estima mucho, me tiene cariño y confianza; ¡yo también!
—¿Cuánto le ha pesado su temperamento?
—Harto, sobre todo en una sociedad hipócrita como ésta, y en la política que en hipocrecía es top one. Me da lo mismo, duermo sin pastillas, ¡con eso digo todo! Estoy aquí por convicción, no por negocios ni para irme al directorio de una AFP.
—¿Lo dice por Pablo Longueira?
—Es el camino natural de alguien de derecha…
—Dio la sensación de que Bachelet lo sacó de la vocería y lo mandó a Defensa precisamente por ‘arrancarse con los tarros’, y terminó complicándola.
—Era la opinión de Pérez Yoma y Andrés Velasco; no era coherente con lo que querían: una campaña presidencial de ‘amiguis’, de indiferenciación entre Frei y Piñera, de un gobierno casi neutro; yo distorsionaba ese pensamiento. Y la Presidenta fue muy inteligente, sabía que mi obsesión era Defensa, ¡fue un premio! Quedamos los dos contentos. Ahora, reconozco que me mandé cagazos tremendos, porque ni a Perez Yoma ni a Velasco les gustaba hablar, y eso me generaba 30, 40 intervenciones al día. Toda la vocería recayó en mí; fue muy desgastante…
—¿Está contemplado ahora para un cargo?
—Nadie puede decir que lo está, la Presidenta es la única dueña. Durante 20 años estuve en primera línea, hay que dejar espacio a otros. Dicho esto, al igual que en el Ejército, están las reservas del comandante. Ella tiene sus tropas, pero si algo falla, ¡estoy disponible!
—¿Por qué no podría volver a primar la tecnocracia y el liberalismo económico, si gobernarán los mismos?
—Porque veo a Bachelet convencida de que Chile cambió un ciclo, y constató que el problema es la desigualdad. Y la propuesta para combatirla es el programa, que es absolutamente incompatible con lo que fueron los cuatro gobiernos de la Concertación. Nueva Constitución, la estrategia de Edgardo Boeninger fue ‘arreglémonos con la que hay’; reforma tributaria profunda, ni Foxley, ni Aninat, ni Eyzaguirre, ni Velasco eran partidarios. Le tenían un temor salvaje a ‘CasaPiedra’, ¡una huevada tremenda! Y mucha de nuestra gente aún no cree en esto…
—Insisto, ¿y por qué no podrían terminar estos últimos imponiéndose?
—Porque la fuerza transformadora en la Nueva Mayoría ¡es apabullante! El programa se aprobó en primarias, primera y segunda vuelta.
—¿Y Bachelet vuelve distinta? Se le ve más desconfiada, rodeada por un círculo de hierro que tiende a sobreprotegerla.
—Ese equipo lo hizo muy bien: mantuvo la incógnita tres años, hicieron que el aterrizaje fuera espectacular y consiguieron resultados increíbles. ¿Quién no cambia en cuatro años? El programa es más consistente con la esencia de Michelle; en su mandato anterior las cosas se hacían ‘en la medida de lo posible’. Tengo claro que los liberales están ahí, al agüaite, por eso la tarea, el éxito de este gobierno será hacerlo; éste permitirá la unidad y gobernabilidad. Andrés Zaldívar ya está negociando la reforma tributaria, le digo que dentro de la DC varias de esas posiciones serán derrotadas; Jorge Pizarrro, Aldo Cornejo, Ignacio Walker están por la reforma.
“El consenso me generó un trauma. Muchas veces nuestros conservadores y neoliberales lo utilizaron para frenar las transformaciones. Al final de los 20 años, la gente no nos diferenciaba de la derecha. ¿O alguien sabe que la primera ley en contra del lucro la mandó Bachelet el 2007?, ¡nadie se acuerda! Nos perdimos en las manitos alzadas en La Moneda… Esta vez el programa permitirá hacerlo, y nada de consensos; mayoría gana, ¡punto! Y se acabaron los Navarro, los Meo, los Arrate, los Girardi, ahora los díscolos serán nuestros conservadores ‘cuicos’: Zaldívar, Lorenzini, Sabag… Y un neodíscolo es Insulza, que en El Mercurio dijo ¿para qué una nueva Constitución?, ¿para qué educación gratuita? Los díscolos anteriores pedían transformaciones más avanzadas; los de ahora serán los que les temen a éstas”.
—¿Cómo cree que actuará la DC?
—El rol de la DC y PC es clave; sin ellos, no somos mayoría.
—Andrés Zaldívar ya anticipó que si no están las condiciones para educación superior gratuita, votará en contra.
—Con la actual estructura tributaria, me quedo con lo que dijo Bachelet, “a mis hijos yo les puedo pagar”. Si la tributación cambia, los padres de jóvenes de mayores ingresos pagarán más impuesto, que financiará la educación de sus hijos.
—Y usted como profesor, ¿está de acuerdo con la gratuidad universal, aun cuando se prevé que muchas universidades privadas quebrarán?
—Los requisitos son súper específicos, y si no pueden acreditar calidad, que lo que ofrecen es verdad, para qué hacen universidades de mentira y engañan a la gallá. La educación es un derecho, tal como la seguridad ciudadana. Porque si aplicáramos en seguridad lo que algunos aplican en Educación, no habría carabineros en La Dehesa ni Vitacura.
—¿Será éste un gobierno más de izquierda?
—Será más transformador, que en códigos tradicionales es claramente de centroizquierda. Hubo una campaña del terror, pero lo interesante es cómo se articuló. Uno de los principales conspiradores en contra de Salvador Allende fue Orlando Sáenz como presidente de la Sofofa. Ahora veo a Lucía Santa Cruz, Sergio Melnick que levantó la hipótesis de que si votaba la mitad del padrón, la Presidenta era ilegítima. Está Joaquín Fermandois, Hermógenes Pérez de Arce que anunció un nuevo golpe de Estado si hacíamos asamblea constituyente…
—¿Cuáles serán las principales dificultades con las que se encontrará Bachelet?
—Las amenazas externas están en la actitud de la derecha fáctica —las Santa Cruz, los Sáenz, los Melnick—, y de la UDI de atrincherarse en los supraquorum. En cuanto a las internas, que existan vacilaciones con el programa, desorden en las filas y los fácticos como Tironi, Velasco, Correa y todos los que estaban satisfechos con lo que fuimos en 20 años, ya que pueden colocarle piedras a las propuestas diciendo que el país crecerá menos. Por eso para mí es tan importante la presencia del PC. Hicieron una apuesta al entrar a la Nueva Mayoría, y hoy son garantía de lealtad y cumplimiento del programa.
—Advirtieron que tendrán un pie en el gobierno y otro en la calle.
—La calle siempre ha estado. El vicepresidente de la Cut Norberto Díaz es democratacristiano, y estuvo en la calle con Frei, Lagos y Bachelet. ¿Manuel Bustos estuvo en la calle o no?
—Distinto sería ver a Camila Vallejo y Karol Cariola como diputadas manifestándose.
—Las cosas cambiaron. Habrá calle, pero será distinta, no en contra de un gobierno de derecha, sino apoyando un programa. Cumpliéndolo y explicándolo se racionalizarán las expectativas. La única manera de que una sociedad desconfiada nos crea, es mandando los proyectos de ley. Las prioridades serán reforma tributaria, educacional y nueva Constitución. Le agregaría la reforma laboral, nueva ley de isapres y AFP estatal. Y si un proyecto fracasa, que se sepa el responsable.
—¿Y ve a Andrés Velasco en algún cargo?
—No, si está en contra de la asamblea constituyente, de la educación gratuita y de la reforma tributaria, ¿sería raro, no? El es candidato del 2017
—¿De la Concertación?
—Nooo… Varios fácticos han pensado en Velasco como el candidato de la nueva derecha.
—¿Qué le pareció su campaña?
—Cría cuervos… Fue súper coherente a su pensamiento. Que doblara a Bachelet en Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea significa que su discurso político, social y económico es súper seductor para la derecha.
—¿Ha vuelto a hablar con él?
—Nunca más. Nos sacamos la cresta por la prensa, pero mi satisfacción es que las ideas en que creo, hoy son el programa de gobierno.
—¿A qué líderes de la centroizquierda ve para el 2017?
—Ricardo Lagos Weber, aunque le falta; la Carola Tohá y Nicolás Eyzaguirre. Ojalá que MEO se acerque en estos cuatro años… Claudio Orrego puede ser de nuevo, sin el discurso conservador en lo cultural y dejando la biblia para la Matthei.
—¿Y en la derecha?
—El candidato es Piñera, los demás —Allamand, Ossandón, Espina— son cuento… Salvo que haya un baraje del naipe, podría ser Velasco.
—¿Impacta en política el retiro de Longueira?
—Para nada, si se ha retirado diez veces en 15 años. Lo clave en él es que cumplía su palabra; si llegabas a un acuerdo, sabías que los 33 diputados UDI cumplían. Piñera, en cambio, te decía sí, pero sus 18 diputados hacían lo que querían.
—¿A quién ve como el nuevo líder UDI?
—Novoa es el gurú, el fáctico de la UDI. El es el financista del partido, el que recolecta, y además es el Ratzinger del gremialismo. Es la doctrina, la congregación de la Santa fe, y tiene varios monaguillos: Kast, Bellolio, Silva, Macaya.
—¿Por qué la derecha no pudo mantenerse en el poder?
—Este paréntesis fue muy útil; nos ayudó a enterrar la Concertación y a crear la Nueva Mayoría. Este gobierno develó que el modelo no da, aún creciendo y llegando a los 20 mil dólares per cápita. Según la última encuesta de la Asociación de Investigación de Mercado, el ABC1 somos el el 5.4 por ciento, y el D y E suman el 64 por ciento, después de 25 años de crecimiento económico. De acuerdo al SII, de nueve millones de contribuyentes, el 78 por ciento gana menos de 530 mil pesos mesuales, mientras que el 0.2, o sea, 23 mil personas más de seis millones al mes. El 10 por ciento más rico capta el 32 por ciento de la torta, por eso aquí la industria del lujo vende más que en Argentina y Brasil; sólo el año pasado 500 millones de dólares. Y la gente se dio cuenta… Este paréntesis fue fundamental: permitió el cambio de ciclo, que la Concertación muriera con honores y el bautizo de una nueva coalición. Sin este mandato, no se habría puesto el foco en la desigualdad.