- Rodrigo Villegas, Secretario General JPPD.
Muy honestamente no creo que haya alguien al interior de nuestra colectividad, que hoy cumple 30 años, que dude de la crisis que vive el PPD. Por un lado hubo una importante merma en la votación de nuestro partido en la elección de diputados y diputadas, además de una frustración por no obtener todos los escaños que buscábamos en el Senado. Pero más importante que aquello, el resabio de una pérdida del encanto (que alguna vez tuvimos) en el ámbito electoral, saltaba a la vista. Es un hecho que no es puntual, es un hito más en un proceso de declive, que ya es para todos evidente.
Los y las jóvenes que persistimos en el PPD, lo hacemos con la clara conciencia de que éste constituye una fuerza clave en los últimos 30 años de la política chilena. Sin olvidar que hemos estado inmersos en lamentables episodios que nos vinculan con la relación incestuosa de dinero y política, seguimos adelante. Lo hacemos porque creemos en las banderas del mundo demócrata y progresista. Lo hacemos porque hemos sido impulsores de toda una vida de la agenda progresista y de derechos en Chile.
No nos tembló la mano al apoyar al entonces emergente liderazgo de una carismática Michelle Bachelet. No fue el caso cuando hicimos una tenaz oposición al nefasto gobierno de Sebastián Piñera, a quien sinceramente queremos lejos de La Moneda y dedicado a su capital. No dudamos en apoyar el regreso de una Michelle Bachelet valiente y audaz en una renovada agenda de reformas.
Luego de la declinación del Presidente Lagos de continuar en carrera presidencial, no dudamos un segundo en que Alejandro Guillier era portador de este acervo republicano y progresista que Chile necesita para avanzar. Siempre hemos puesto el país por delante, pues esto es lo que somos. Somos quienes detentamos un ojo de vanguardia para la sociedad chilena. Pero esa capacidad de adelantar procesos no es para siempre, ni mucho menos perfecta.
Nadie, en política al menos, es capaz de sobrevivir sin cambios sustantivos a un cambio de época. Y a eso asistimos. En Chile se vive lo que por años dijimos que pasaría, una densificación de la discusión de nuestro modelo de desarrollo. Los chilenos y chilenas no soportan, como alguna vez lo hicieron, las políticas impuestas, las agendas del Olimpo, los temas de manual. Quieren, y queremos porque también somos chilenos y chilenas, participar de los procesos políticos.
Esto también es verdad en nuestro partido. Existe el desafío de escucharnos más, debatir más, compartir más. Hacer la política en la discusión política presente trascender a la política de Whatsapp, la política de salones, la política de cafés. Necesitamos que nuestros espacios de consejos, foros y encuentros tengan el valor que debieran: de una auténtica escucha mutua y deliberación en común.
Si todo esto es verdad, entonces ¿que esperamos para dar comienzo al proceso de reflexión profunda de cambio de rumbo? ¿Esperaremos que la contingencia nos pase por el lado sin apostar a un proyecto político que interprete plenamente al país de injusticias que vivimos? Para esto tampoco hay balas de plata ni salidas rápidas. Solo de una reflexión profunda y sentida, descentralizada y horizontal, como nos gusta hacer política a algun@s, saldrá un producto que permita orientar esfuerzos y causa común.